Las infecciones son una de las principales causas de muerte en los recién nacidos

Las infecciones benignas que pueden llegar a sufrir las embarazadas representan uno de los problemas que enfrentan los bebés recién nacidos. Si bien pueden ser benignas para la futura mamá, para los bebés pueden ser un riesgo, a tal punto de comprometer su salud y supervivencia. Por ese motivo, es de vital importancia tratar lo antes posible cualquier tipo de infección que se presente durante la gestación.

En las últimas dos décadas se ha observado una mejora significativa en lo que respecta a la tasa de supervivencia en niños menores de 5 años, lo cual constituye un verdadero avance. No obstante, no ha sucedido lo mismo en la la tasa de mortalidad entre los recién nacidos, razón por la cual es indispensable la adopción de medidas y protocolos más explícitos que contribuyan a reducir todavía más dicha tasa.

En todo el mundo mueren cada año unos 3,3 millones de recién nacidos, por lo que la tasa de mortalidad en menores de 5 años alcanza el 40,3%. En tal sentido, la sepsis, infección aguda y bacteriana que se desarrolla en la sangre y diferentes órganos, aparece como una de las causas más habituales de muerte en bebés en las primeras cuatro semanas de vida. Otras infecciones que pueden suscitarse son meningitis o neumonía.

Por lo general, las bacterias se concentran en en el tracto vaginal de la madre, lo cual hace pasible que se produzca el contagio durante el parto. Sin embargo, puede ocurrir que la transmisión de los patógenos se produzca previo al alumbramiento, pues los mismos traspasan las membranas y acaban contaminando el líquido amniótico.

Al respecto, la revista científica Plos Medicine publicó un artículo, según el cual la infección en los bebés durante la primera semana de vida es asociada a la infección materna y a la consiguiente colonización bacteriana. Motivo por el cual los expertos ven la necesidad de continuar investigando el tema en pos de reducir la alta tasa de mortalidad neonatal actual.

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Gastroenteritis aguda: Un problema serio para los más pequeños

Más allá de que el campo de la medicina experimenta avances continuamente, la gastroenteritis aguda (GEA) continúa siendo un problema serio para los más pequeños, especialmente en los países subdesarrollados donde constituye una de las principales causas de mortalidad infantil. Se trata de una enfermedad muy común en la población, ya que se estima que por día alrededor de 200 millones de personas de todo el mundo la padecen, en su mayoría niños menores de 18 meses, de ahí su gravedad. Esto hace que sea uno de los principales motivos de consulta y hospitalización, por lo que es importante conocer las repercusiones que esta afección puede llegar a tener entre los pacientes pediátricos.
En tal sentido, se trata de una enfermedad por lo general infecciosa que provoca una pérdida desmedida de líquido y electrolitos mediante el sistema gastrointestinal, que se traduce en un aumento de las deposiciones, lo cual conlleva la pérdida de peso en quienes la padecen. Estos síntomas, en ocasiones suelen ir acompañados de fiebre, vómitos y dolor en la zona del abdomen. Si bien es muy común en los niños, si es tratada de manera correcta no existen riesgos mayores.
La GEA puede presentarse por múltiples causas, aunque usualmente se produce por una infección, en especial, por el rotavirus, considerado el mayor causante de gastroenteritis aguda, que llega a provocar por año unos 2,8 millones de episodios en la población infantil de toda Europa. Se da con frecuencia en las guarderías, pues en ese ámbito tanto las mesas, como los juguetes y demás utensilios se convierten en transmisores de la enfermedad. Por ello, resulta esencial adoptar los hábitos de higiene adecuados para poder lograr reducir la cantidad de casos.
El tratamiento que suele recomendarse, aunque no es el más extendido, es la hidratación oral que ayuda al organismo a recuperar el líquido perdido. De todos modos, los médicos generalmente optan por la  hidratación intravenosa para el tratamiento de la enfermedad. 
Además, existe una vacuna que previene el rotavirus. Consiste en dos dosis, siendo administrada la primera a partir de las seis semanas de vida, mientras que la segunda debe aplicarse antes de las 24 semanas, cuidando que haya un intervalo mínimo de cuatro semanas entre una y otra dosis.

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Síntomas que ponen en riesgo la vida de un recién nacido

Según lo publicado en la revista The Lancet, la primera semana de vida del bebé es la etapa en que se producen más muertes infantiles. Dicha afirmación se desprende de una investigación que realizó esa publicación, a través de la cual se precisaron algunos síntomas que sirven para diagnosticar a tiempo enfermedades que pueden ocasionar el fallecimiento del bebé en su primera semana de vida.
Uno de los síntomas de los que hace referencia la investigación se centra en la dificultad del recién nacido para alimentarse. Por ello, si el bebé regurgita demasiado, debido a que poseen un exceso de ácido estomacal, o posee abundante moco espumoso en la boca, pueden ser un síntoma que indique la presencia de una enfermedad denominada atresia y fístula, la cual se desencadena cuando el esófago y la tráquea no se encuentran del todo desarrollados.
Por su parte, las convulsiones pueden ser síntoma de que el pequeño sufre de epilepsia así como de algún trastorno neurológico.
También, cuando el recién nacido presenta letargo, es decir, cuando solamente se mueve al ser estimulado, puede estar indicando diversas enfermedades, como por ejemplo la hipoglucemia, la cual se desata cuando la cantidad de glucosa en la sangre se encuentra por debajo de lo normal.
En cuanto a la temperatura corporal, si ésta es igual o mayor a 37,5 grados puede suponer alguna enfermedad o infecciones; mientras que si se sitúa por debajo de los 35,5 grados también es peligroso en especial si se trata de bebés prematuros.
Si la respiración es igual o mayor a 60 alientos por minuto, no es un buen indicador. La tasa de respiración de un bebé es de 40 alientos por minuto, por lo que se si el bebé mantiene una respiración agitada gran parte del tiempo es un síntoma que necesita ser estudiado por un profesional médico ya que el pequeño podría padecer algún problema respiratorio.
Por último, la investigación publicada por The Lancet señala que en caso que el pequeño posea una retracción grave del esternón da cuenta de la existencia de una dificultad en la inhalación del oxígeno, por la cual se retrae el tórax hacia las costillas por debajo del esternón o por encima de la clavícula.