Cuánto medirán nuestros hijos de grandes

La edad ósea no coincide en todos los casos con la edad real del niño, de ahí que hay unos más altos que otros en relación a su edad cronológica. El crecimiento del esqueleto no posee un patrón fijo, por lo que varía de una persona a otra. Se considera que se trata de una característica que se hereda.
Para saber si la edad ósea se encuentra retrasada o adelantada, el pediatra acostumbra pedir una radiografía de la mano y de la muñeca izquierda, en la cual es posible apreciar la cantidad de cartílago que todavía  queda disponible. Cuando los cartílagos se cierran, el hueso ya no puede crecer más. De modo que para saber si hay un adelanto o retraso de la edad ósea, se calcula la calcificación de los huesos de esta zona, con el fin de determinar su maduración y, por ende, su edad aproximada.
Siempre que no haya enfermedades preexistentes que puedan llegar a influir en el crecimiento, los niños generalmente alcanzan la talla correspondiente por su herencia genética, a pesar de que esto puede suceder antes o luego de lo previsto.
Para conocer cuánto medirá de grande, hay diversas fórmulas, como es el caso de la «talla diana«, la cual resulta de la talla del padre más la talla de la madre más 13 / 2. En el caso de los varones, se agrega 13 a la suma de las tallas de los progenitores, mientras que en las mujeres se resta 13 a dicha suma.
Otro método que existe reside en calcular la «talla proyectada», teniendo en cuenta una gráfica de percentiles, hasta alcanzar los 18 años de edad. Asimismo, hay otros cálculos que tienen en cuenta la edad cronológica, así como la talla, la edad ósea, la velocidad de crecimiento en el último año y el nivel de desarrollo puberal. Con este método, es posible predecir la talla definitiva con un margen de error es de 2 a 4 cm.
Los resultados de tales fórmulas pueden variar en función a la carga genética de sus padres.

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La altura de los niños

El estirón de los niños es algo que resaltamos con orgullo en las reuniones sociales. Hay que tener en cuenta que la cuestión de la altura de los niños está transformándose en una preocupación, la cual puede derivar en complejos, no sólo en los niños sino también en los padres.
Hay muchos factores que influyen en el crecimiento de un niño: los genéticos, que están  determinados desde la concepción y que tienen que ver con la talla de los padres, el sexo y la raza; la alimentación, el ejercicio, los hábitos de vida y las enfermedades que padeció el niño, entre otros factores externos.
En la primera infancia, el crecimiento se da como un proceso homogéneo, a pesar de que  hay algunos períodos en los que se puede acelerar provocando un estirón repentino. Está comprobado que la fiebre también estimula la hormona del crecimiento, por lo que es muy común que después de una enfermedad se note que el niño ha pegado un estirón. De todos modos, es bueno saber que un niño bajito puede llegar a ser alto cuando alcance la vida adulta, pues existen niños que, debido a distintas razones ya sean ambientales u hormonales, crecen a un ritmo más lento y, en cierto momento, alcanzan el ritmo normal logrando así una altura correcta. Asimismo, hay niños que, por diferentes causas patológicas, padecen una maduración ósea acelerada, que luego se detiene sin alcanzar mucha estatura. Después, durante la pubertad, el niño experimenta un crecimiento muy marcado producto de la acción de las hormonas y al concluir dicha etapa los cartílagos de los huesos se cierran, finalizando el proceso de crecimiento.
Una alimentación rica en lácteos, frutos secos,  sal yodada y huevos, favorecerá la fabricación de la hormona del crecimiento que, sumada al ejercicio regular, puede elevar la talla de los niños.

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