¿Hasta cuándo es recomendable que los niños crean en Papá Noel y los Reyes Magos?

Cada vez que llega la Navidad es común escuchar a los niños hablar sobre los regalos que recibieron de Papá Noel , una ilusión infantil que es superada en el transcurso de la niñez cuando caen en la cuenta de que los padres son quienes les bridan esos regalos. Pero ¿hasta cuándo es recomendable que los niños crean en Papá Noel y en los Reyes Magos?

La mayoría de los padres se suelen preguntar si estas creencias inculcadas durante la infancia resultan importantes para su desarrollo y hasta cuándo es conveniente que los padres alimenten esa fantasía para que esto no repercuta negativamente en sus vidas.

 Los psicólogos consideran que es una sana costumbre creer en Papá Noel, siempre que se lo cuenten a los niños como si fuera un mito o parte de una tradición. No es conveniente que se los cuente como si fuera real, pues los pequeños toman todo lo que le dicen sus padres como verdad y más tarde o más temprano acabarán por descubrir que esta historia es un invento, por lo que puede restarles confianza en los padres. Por eso, los especialistas aconsejan no decirle que va a venir un Papá Noel como si se tratara de alguien real; sino intentar explicarles que se trata de un mito.

De todos modos, existen opiniones encontradas en el tema, pues hay expertos que consideran ideal mantener las fiestas lo máximo posible dentro de la tradición ya que resulta importante para el desarrollo infantil, dado que no sólo aumenta la imaginación, sino también la recreación, estructurando la mente infantil. De ahí que se habla de que las enseñanzas de los padres influyen en la vida psíquica, fomentando la función moral. El regalo anhelado viene a recompensar  el esfuerzo del pequeño por “portarse bien”.

Desde siempre se ha pensado que descubrir la verdad puede hacerle sufrir al niño un impacto emocional, además de experimentar sentimientos contradictorios respecto a su crianza, pues desde muy pequeños se les inculcó que no está bien mentir. Pensar así es  bastante extremo, los padres cuentan con muchas herramientas para poder explicarles que esa historia es una linda tradición y que lo importante es compartir la costumbre de hacerse obsequios.

Aquellos que tienen hijos más grandecitos suelen preguntarse cuándo es el momento de contarles la verdad. Lo ideal es hacerlo antes de que exista el riesgo de que sus compañeritos, amigos o hermanos les revelen la incógnita. Un niño se encuentra en condiciones de conocer la verdad sobre Papá Noel cuando percibe la realidad. De modo que, cuando el pequeño le empieza a preguntar a sus padres acerca de su existencia, ya se encuentra preparado para que le develen el secreto.

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La velocidad estimula a los bebés a aprender a caminar

Investigadores de la Universidad de Nueva York realizaron un estudio centrado en el desarrollo infantil, según el cual la velocidad constituye uno de los factores que estimula a los bebés a aprender a caminar.

Dicho estudio, que estuvo a cargo de la doctora Karen E. Adolph, logró comprobar que los niños con edades comprendidas entre los 12 y 19 meses que están aprendiendo a caminar se pueden llegar a caer alrededor de unas 17 veces por hora y, a pesar de ello, no dejan de intentar ponerse de pie para poder conseguirlo. Para ello, resulta fundamental que su entorno le permita intentar caminar libremente.

El gran porcentaje  de caídas no parece no influir ni frenar la necesidad de los pequeños de aprender a desplazarse de un sitio a otro sin gatear, pues caminando se trasladan a más velocidad y eso es algo que les atrae mucho.

Durante el proceso de investigación se les permitió gatear a los bebés e incluso intentar caminar con libertad en sitios seguros para, de esa manera, grabar y analizar las situaciones.

De acuerdo a lo observado por los especialistas, jugando libremente el niño adquiere mucha experiencia. En efecto, los niños que participaron del estudio caminaron aproximadamente 2.368 pasos en una hora, con un promedio de 17 caídas en el mismo lapso de tiempo.

Entre los patrones de conducta de los bebés estudiados, sobresalía la cuestión de que los mismos aceleraban sus pasos al tiempo que iban afianzando su posición erecta, algo toalmente nuevo para ellos. Asimismo, los pequeños apuraban sus pasos a medida que comenzaban a caerse menos porque adquirían confianza. Al tiempo que los bebés que solo gateaban también aumentaban la velocidad al ver a los otros niños que caminaban más rápido. Por lo que se advirtió que esa sensación de velocidad era justamente lo que los impulsaba a intentar dar sus primeros pasos.

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Efectos de la depresión materna en el desarrollo infantil

Según los especialistas, la depresión materna puede influir en el desarrollo del bebé durante el embarazo e incluso después de su nacimiento, lo cual se relacionaría con las bajas expectativas para el niño en función a una desatención durante su crianza por parte de la madre, quizá desarrollada involuntariamente.
Al mismo tiempo, la Academia Estadounidense de Pediatría sostiene que la depresión postparto puede afectar de manera negativa en los pequeños, perjudicando su desarrollo físico, lo cual repercutiría directamente en su crecimiento, incidiendo de este modo en la estatura de los mismos. Por este motivo, los expertos subrayan la importancia de llevar a cabo un tratamiento apropiado para combatir la depresión materna durante el primer año de haberse producido el parto, para así prevenir que los niños tengan baja estatura.
Al respecto, Pamela J. Surkan, de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg, en Baltimore, en una nueva investigación sobre el tema postula que si bien investigaciones anteriores lograron demostrar que la depresión materna puede influir negativamente en el desarrollo de los niños, retardando incluso su crecimiento durante los primeros dos años de vida, no hay mucha información que de cuenta acerca de cómo estos síntomas inciden en los niños mayores.
Durante la realización del estudio, se comprobó que los síntomas de depresión materna después de haber transcurrido nueve meses del parto tendrían efectos negativos sobre el crecimiento de los niños de más de tres años de edad, pues se ha logrado comprobar que  los hijos de madres que sufren una depresión severa poseían un 48% de probabilidades de situarse por debajo de la media de estatura apropiada en torno a los cuatro y cinco años, en comparación con otros pequeños cuyas madres no padecían depresión.
Las causas de la depresión materna podrían estar relacionadas con una alimentación pobre, como sería el caso de  una breve lactancia materna, así como una falta de apego entre madre-hijo, algo vital para que el desarrollo del bebé sea adecuado.

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