Confirman que la duración de los embarazos es muy variable

Lo que más suelen preguntarles a las embarazadas es cuándo nacerá su bebé, dato que confirma el obstetra con la primera ecografía. Y si bien siempre se ha hablado que un embarazo dura 9 meses, hace tiempo que es sabido que eso no es más que un mito. Lo cierto es que hasta el momento aún no es posible anunciar con exactitud cuándo va a dar a luz una mujer, pues la fecha establecida por el médico en la primera visita es aproximada. En efecto, los datos demuestran que solamente el 4% de las embarazadas da a luz cuando cumplen 40 semanas gestación,  mientras que el 70% lo hace dentro de los 10 días previos o posteriores a la fecha de parto.

Existen muchos mitos acerca del momento de dar a luz. Es común oír que si sos primeriza seguro se te va a retrasar, mientras que si vas por el segundo hijo parirás antes. En fin, la cuestión es que cuando se sobrepasan las 37 semanas, todos permanecen a la expectativa porque el bebé puede nacer en cualquier momento.

Al respecto, gracias a un estudio publicado en la revista científica ‘Human Reproduction’, y contra todas las previsiones, ahora se sabe que la fecha de parto puede llegar a variar hasta en 37 días. Para arribar a esta conclusión, un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental (NIEHS) de EEUU realizó un estudio con el fin de establecer cuánto puede variar la duración del embarazo. A la vez que buscaron dilucidar si los cambios hormonales que tienen lugar al comienzo de la gestación afectan su duración.

Para resolver tales interrogantes, evaluaron los datos de un grupo de 125 mujeres, las cuales participaron entre 1982 y 1985 del Estudio del Embarazo Precoz tras haber dejado de  tomar anticonceptivos para buscar un embarazo. En base a ello, los expertos confirmaron que la duración de los embarazos es muy variable.

No obstante, la investigación plantea otras cosas que deberían usar los ginecólogos para predecir la fecha real de parto. En primer lugar, las mujeres de mayor edad, así como las que pesaron más al nacer, son más propensas a dar a luz más tarde. Asimismo, los embarazos anteriores sirven también como factor predictivo.

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Oligohidramnios en el embarazo

Normalmente, la cantidad de líquido amniótico va aumentando hasta el inicio del tercer trimestre del embarazo, llegando a su punto máximo etre las 34 y 36 semanas, que suele ser de alrededor de un litro. A partir de entonces y hasta el momento del parto, comienza a disminuir gradualmente.
La presencia de poco líquido amniótico es un problema que se denomina oligohidramnios. Por el contrario, cuando se tiene demasiada cantidad se llama hidramnios o polihidramnios. En tal sentido, cerca del 4 por ciento de las embarazas poseen niveles bajos de líquido amniótico en alguna etapa de la gestación, generalmente durante el tercer trimestre.
La pérdida de líquido, el tamaño del útero menor a lo normal para el momento del embarazo que se esté transitando o la disminución de los movimientos fetales, son sólo algunos de los indicios que pueden llevar al médico a pensar que la mujer posee poco líquido amniótico. Además, el profesional realizará un mayor seguimiento en aquellas embarazadas que hayan tenido ya un bebé con bajo crecimiento, padezcan de hipertensión arterial crónica, lupus, preeclampsia o diabetes, e incluso cuando se ha sobrepasado la fecha de parto.
No siempre es posible saber que es lo que está causando la existencia de un nivel bajo de líquido amniótico. Lo cierto es que cuanto más tarde surja esta complicación, menos consecuencias tendrá para el bebé.
Entre las causas más comunes de oligohidramnios se encuentran la rotura de membranas, que incrementa el riesgo de infección por el ingreso de bacterias al saco amniótico, problemas de placenta, como puede ser el desprendimiento parcial de la misma, ciertas afecciones, como preeclampsia, hipertensión, lupues o diabetes. A ellas se le agregan los embarazos múltiples y las anomalías congénitas del feto.

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Vivir la experiencia de un segundo embarazo

En el segundo embarazo, la madre se encuentra más preparada tanto física como psicológicamente. No obstante, el desarrollo del embarazo y el parto no son iguales al primero, por lo que existen ciertos aspectos que es preciso tener en cuenta.
Los trastornos típicos del embarazo disminuyen a causa de que los tejidos poseen mayor elasticidad. Incluso, el dolor de espalda, al igual que las náuseas, la ciática o los problemas de circulación en las piernas, puede que aparezcan de manera diferente.
Además, el trabajo de parto suele ser más liviano. Por lo general, si para un primer hijo es posible que transcurran hasta 24 horas desde el inicio del trabajo hasta el parto, para el segundo, el tiempo se acorta a la mitad. La fase de dilatación generalmente es más breve ya que el cuello uterino se borra con rapidez. A su vez, las paredes vaginales se encuentran más distendidas y con mayor elasticidad.
Por su parte, el parto normalmente es más corto también debido a que el tiempo de adaptación del cuerpo de la mujer disminuye, puesto que el cuello del útero y los tejidos circundantes se hallan más blandos, facilitando así la dilatación y la expulsión del bebé. Al mismo tiempo, la mujer ya sabe cómo pujar, por lo que colabora mejor con el ginecólogo.
Por otro lado, en un segundo embarazo la barriga se nota antes, porque los músculos del abdomen están más relajados y se adaptan antes a los cambios del embarazo; los movimientos del bebé se perciben alrededor de la semana 14 de gestación, siendo que en las madres primerizas esto no ocurre hasta la semana 20 o 22; normalmente se adelanta la fecha de parto,  a causa de que el cuello del útero se halla más blando y le cuesta más permanecer cerrado hasta el final de la gestación; y hay menores posibilidades de episiotomía,  por la correcta distensión del tejido del periné.
En cuanto a la lactancia, como el pecho y los pezones se encuentran más curtidos y la piel posee menos sensibilidad,  la madre se adapta con mayor seguridad a las necesidades de su bebé.
Además de todas estas ventajas, en el segundo embarazo tienen lugar algunos inconvenientes. Por un lado, el útero demora más en regresar a su tamaño original por la distensión muscular. Asimismo, recuperar la línea no es tan fácil como la primera vez, aunque con  la ayuda de una dieta sana y ejercicio, el cuerpo vuelve a su peso anterior.
Por último, el cansancio es más notorio, ya que dormir pocas horas y de manera interrumpida por la lactancia y, a la vez, atender al hijo mayor genera un mayor cansancio.
De todos modos, más allá de todo esto, un segundo embarazo, aunque es bien diferente al primero, representa una experiencia maravillosa que vale la pena vivir. No hay nada que empañe la inmensa felicidad que conlleva la llegada de un nuevo hijo. Se los puedo asegurar.

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