En ocasiones, durante el parto, es necesaria la utilización de ciertos elementos para ayudar en la expulsión del bebé, tal como es el caso del fórceps y la ventosa, los cuales solo pueden ser utilizados cuando la cabeza del feto se encuentra en el canal de parto y existen evidencias de sufrimiento fetal.
El parto con fórceps es efectuado durante la fase expulsiva, cuando el cuello del útero se halla completamente dilatado y la cabeza del feto ha descendido al canal de parto.
Los fórceps constituyen una especie de pinzas que son encajadas a los lados de la cabeza del bebé, que sirven de ayuda cuando el feto no logra continuar descendiendo por la pelvis de la madre o, también, cuando el bebé se encuentra de nalgas o en posición posterior. Asimismo, se usan cuando las contracciones son muy débiles y en los casos en los que la mujer carece de fuerzas para continuar pujando, al final del parto.
Por su parte, la ventosa obstétrica es utilizada como alternativa al fórceps. Es introducida por el médico hasta quedar fijada en la cabeza del feto y, con la ayuda de las contracciones, facilita sacar al bebé hacia el exterior.
Al igual que sucede con los fórceps, las ventosas solamente son empleadas cuando, durante la fase de expulsión, hay evidencias de sufrimiento fetal o en el caso de parto prolongado.
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Riesgos del trabajo de parto prolongado
El criterio que se utiliza para establecer si un parto es prolongado, y necesita intervención médica, se encuentra ligado a diversos factores. Por lo general, se considera que un trabajo de parto es demasiado largo cuando dura, en el caso de madres primerizas más de 14 horas y cuando supera las 9 horas en mujeres que han parido antes. El mayor riesgo del parto prolongado es el sufrimiento fetal.
Puede suceder que ciertas mujeres posean un parto prolongado y que las intensas contracciones no logren su propósito de expulsar al feto.
Según lo considerado por los médicos, un parto se prolonga cuando sobrepasa las 14 horas en las madres primerizas y se extiende por más de 9 horas en el caso de mujeres que ya han tenido hijos.
Otro criterio que suele ser utilizado por los médicos es el de no progresión en ningún centímetro de dilatación en un plazo de entre tres y seis horas. Es decir, el cuello del útero no llega a dilatar ningún centímetro durante un tiempo que va entre las tres y las seis horas.
La cantidad de horas es simplemente un criterio orientativo, pero no un diagnóstico. También, depende de la impresión personal de cada profesional médico, además de otros factores que deben ser tenidos en cuenta en cada paciente en particular, como por ejemplo una cesárea previa.
Esta clase de parto necesita obligatoriamente la intervención del médico, porque es muy probable que pueda haber algún fallo en la dilatación o que el feto se halle obstruido por alguna causa, ya sea porque se encuentre mal ubicado o porque posea una anormalidad congénita, como es el caso de la hidrocefalia. De presentarse esta clase de complicación, el médico apelará al uso de los fórceps o ventosas o, como último recurso, practicará una cesárea.
Si el parto se prolonga de manera excesiva, puede ocasionar el agotamiento de la madre e incluso sufrimiento fetal. De ahí, la importancia de la aplicación de criterios médicos para establecer cuando un parto se extiende más allá de lo normal, para dar solución por ejemplo con la realización de una cesárea no programada o de urgencia.