¿Sirve caminar para desencadenar el parto?

Hay muchas mujeres que piensan que realizar actividad física de manera intensa, como por ejemplo andar mucho en bicicleta, puede llegar a desencadenar el parto. Sin embargo, no se han encontrado estudios científicos que avalen dicha creencia.
Realizar grandes caminatas o comer picante, son sólo algunos de los consejos  provenientes del saber popular que las personas suelen dar cuando el bebé demora en nacer.
Pero si no es con una caminata o comiendo algo picante, ¿cómo se inicia el parto? El parto se desencadena por acción del feto, quien al producir determinadas genera las contracciones en el cuerpo de la madre.
En aquellos casos que es necesario provocar el parto, los médicos obstetras utilizan la maniobra de Hamilton, que se trata de realizar la separación en el cuello del útero de la membrana y la bolsa amniótica. Si en el lapso de pocas horas no se producen contracciones, entonces los profesionales optarán por administrarle a la madre prostglandinas por vía vaginal, cuando el cuello del útero no se encuentre maduro, u oxitocina por vía endovenosa, cuando ya está maduro el cuello uterino.
¿Qué pasa si el parto tarda en producirse? Si el embarazo se extiende hasta las 41 o 42 semanas de gestación, pues no hay motivos para preocuparse ya que esto suele ser normal cuando se calcula de manera errónea la fecha probable de parto, por lo que aún se encuentra dentro de los tiempos normalmente previstos. Además, el médico llevará a cabo intensos controles para tener la seguridad de que todo marcha bien.

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Se utilizarían nuevos métodos para prevenir los partos prematuros

Los resultados arrojados por nuevos estudios acerca de los partos antes de término propiciaron la realización de más pruebas sobre los riesgos que deben enfrentar los bebés prematuros, pues dada su condición poseen muchas probabilidades de sufrir todas clase de complicaciones, pudiendo llegar a comprometer seriamente su salud.

Con el objetivo manifiesto de retrasar el parto, para que los niños tengan más posibilidades de vivir y luego brindarle la mejor asistencia a estos bebés prematuros,  científicos de la Academia Sahlgrenska de la Universidad de Gotemburgo desarrollaron novedosas técnicas de predicción, que permiten determinar con una semana de anticipación si las embarazadas corren riesgo de parto prematuro en caso que ya experimenten contracciones dolorosas.

Los profesionales de la salud conocen perfectamente que los niños que nacen antes de  las 37 semanas de gestación tienen mayores problemas para salir adelante. En estos casos, el parto es determinante ya que el bebé corre serios riesgos de vida, y si supera esta situación las complicaciones pueden aparecer a corto o largo plazo.

Según las estadísticas, sólo el 30% de las embarazadas que presentan contracciones tempranas terminan por dar a luz de manera prematura.

Durante el desarrollo de la investigación, fueron evaluadas unas 142 embarazadas que ingresaron al Hospital Universitario Sahlgrenska, entre 1995 y 2005, con contracciones tempranas aunque sin presentar rotura de bolsa. Comúnmente, en estos casos se les administra cortisona a las mujeres para acelerar el desarrollo de los pulmones del bebé que está por nacer, procurando retrasar el desencadenamiento del parto por un par de días mediante un tratamiento tocolítico. Por ese motivo, resulta fundamental predecir a través de un simple análisis de sangre  si una mujer que presenta contracciones prematuras tendrá un parto antes de tiempo y, por consiguiente, precisa seguimiento y un tratamiento.

De todos modos, este método tiene una efectividad de entre el 75 y 80 %. Por lo que todavía deben seguir estudiando cuáles son los tratamientos que podrían ser de ayuda para prevenir los partos prematuros.

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Perder el miedo al parto

Muchos factores influyen para que las embarazadas, y las mujeres en general, sientan temor a los dolores del parto. Lo que solemos ver en las telenovelas y en las películas, así como lo que escuchamos de los relatos exagerados de nuestras amigas, nos suelen dar una idea equivocada del parto, bastante alejada de la realidad.  Pero es bueno saber que no todo es como nos quieren hacer creer.
Saber si el parto será o no doloroso es algo imposible de determinar, ya que cada parto es diferente, inclusive en una madre que ha dado a luz repetidas veces. El dolor siempre irá a depender de quién lo califique, porque hay personas para las cuales el dolor de las contracciones es soportable y para otras no.  Por lo general, el primer parto suele más difícil y demora más tiempo en nacer el bebé, aunque no en todos los casos es así.
A medida que se va aproximando la fecha de parto, aumenta la ansiedad y hasta es posible experimentar sentimientos encontrados entre el desear que tu hijo nazca y el temor al parto. De modo que es sumamente importante que la madre se encuentre bien informada sobre el parto, para poder sentirse más segura y liberarse de de tensiones, lo cual es útil para poder manejar mejor el dolor. Para ello, puedes realizar un curso psicoprofiláctico, evacuar todas tus inquietudes con tu médico y visitar el hospital o clínica donde vas a dar a luz, para recorrer las instalaciones y la sala de partos. Todo esto, te dará mayor  confianza y seguridad para cuando llegue el día tan esperado.
Las contracciones hacen que el cuello del útero se dilate  para que el bebé pueda nacer. Al principio, se siente una mínima  incomodidad, y luego se puede sentir dolor en la espalda, el abdomen y, por último, en el útero y bajo el vientre. Las contracciones son más intensas conforme avanza la dilatación, la cual debe llegar a 10 centímetros para que poder expulsar el bebé. En este punto, es cuando las contracciones se vuelven más frecuentes y poseen mayor duración.
Gracias a los avances de la medicina, actualmente existen modernos equipos de diagnóstico prenatal.  Incluso, una alternativa para el dolor es la anestesia epidural, permitiendo que la madre se concentre en pujar y no así en el dolor.
Por supuesto, que resulta casi imposible que las madres primerizas lleguen casi sin temor al momento del parto. Lo importante es conservar la calma y la concentración, y pensar que luego de ese dolor, tolerable para muchas y no tanto para otras, llegará lo mejor que le puede ocurrir a toda mujer: un hijo. Les aseguro que al oír el llanto de su bebé y verle su carita, el dolor desaparecerá casi de inmediato. 

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Parto en el agua

El parto en el agua, encuentra defensores y detractores por igual. Quienes defienden esta práctica, manifiestan que el sufrimiento del feto en el parto es mínimo. En cambio, sus detractores, sostienen que puede ser contraproducente ya que el bebé demora en aprender a respirar por sí solo. En cualquiera de los casos, debe efectuarse en condiciones específicas y siempre bajo la supervisión de un médico especialista, para evitar cualquier tipo de riesgos.
A diferencia de lo que sucede en el parto convencional, cuando comienzan las contracciones, la mujer se sumerge en una bañera, donde el agua, que debe encontrarse a una temperatura de 37 grados centígrados, facilita la dilatación.
En estos casos, la madre logra una mayor relajación gracias al contacto de su cuerpo con el agua. De este modo, el organismo segrega un mayor número de endorfinas, que constituyen las hormonas que atenúan el dolor.
Llegado el momento del nacimiento, hay algunas mujeres que deciden salir de la bañera para parir a su hijo en una cama o, incluso, sentadas en una silla. No obstante, por lo general, el nacimiento del bebé se produce en el agua.
La cuestión de que la cabeza del bebé, al asomarse, se encuentre unos minutos boca abajo dentro del agua, no supone ningún riesgo para su salud debido a que aún respira por medio del cordón umbilical.
Luego de que el cuerpo del recién nacido ha salido, a veces con ayuda de  una episiotomía,  el médico saca al bebé del agua, momento en que empieza a respirar por sí mismo.
Hay quienes consideran que en esta clase de partos, cuando los bebés se hallan en el exterior y establecen su primer contacto en el agua, casi no sufren porque el nacimiento se produce en un ambiente bastante parecido al que tuvo durante los nueve meses de gestación, mientras se encontraba en el interior de la bolsa de líquido amniótico.
Hay que tener en cuenta que estos nacimientos sólo son posibles en aquellos casos en que el embarazo haya transcurrido con absoluta normalidad, sin que hayan surgido ningún tipo de problemas durante la gestación.
De todos modos, algunos expertos se animan a sostener que los bebés que nacen mediante este tipo de práctica pueden presentar dificultades para respirar por sí solos porque vienen al mundo adormilados.

Riesgos del trabajo de parto prolongado

El criterio que se utiliza para establecer si un parto es prolongado, y necesita intervención médica, se encuentra ligado a diversos factores. Por lo general, se considera que un trabajo de parto es demasiado largo cuando dura, en el caso de madres primerizas más de 14 horas y cuando supera las 9 horas en mujeres que han parido antes. El mayor riesgo del parto prolongado es el sufrimiento fetal.
Puede suceder que ciertas mujeres posean un parto prolongado y que las intensas contracciones no logren su propósito de expulsar al feto.
Según lo considerado por los médicos, un parto se prolonga cuando sobrepasa las 14 horas en las madres primerizas y se extiende por más de 9 horas en el caso de mujeres que ya han tenido hijos.
Otro criterio que suele ser utilizado por los médicos es el de no progresión en ningún centímetro de dilatación en un plazo de entre tres y seis horas. Es decir, el cuello del útero no llega a dilatar ningún centímetro durante un tiempo que va entre las tres y las seis horas.
La cantidad de horas es simplemente un criterio orientativo, pero no un diagnóstico. También, depende de la impresión personal de cada profesional médico, además de otros factores que deben ser tenidos en cuenta en cada paciente en particular, como por ejemplo una cesárea previa.
Esta clase de parto necesita obligatoriamente la intervención del médico, porque es muy probable que pueda haber algún fallo en la dilatación o que el feto se halle obstruido por alguna causa, ya sea porque se encuentre mal ubicado o porque posea una anormalidad congénita, como es el caso de la hidrocefalia. De presentarse esta clase de complicación, el médico apelará al uso de los fórceps o ventosas o, como último recurso, practicará una cesárea.
Si el parto se prolonga de manera excesiva, puede ocasionar el agotamiento de la madre e incluso sufrimiento fetal. De ahí, la importancia de la aplicación de criterios médicos para establecer cuando un parto se extiende más allá de lo normal, para dar solución por ejemplo con la realización de una cesárea no programada o de urgencia.

Técnicas para reducir el dolor durante el parto

Tras 9 meses de gestación, tu cuerpo se encuentra preparado para dar a luz a tu bebé, lo cual implica que tengas algunos dolores intensos a causa de las contracciones.
Muchas veces, hemos escuchado de boca de otras madres acerca de tales dolores  y nos genera temor el solo pensar en ello. Por suerte,  existen ciertas técnicas que nos permiten dar a luz sin dolor
Por un lado, cabe mencionar a la epidural, una anestesia que bloquea las sensaciones de dolor de la zona de la cintura para abajo, dado a que se inyecta en la parte baja de la espalda. Gracias a la epidural, no se sienten los tan temidos dolores de las contracciones, aunque sí sentirás una sensación de alerta para cuando debas pujar. Lo importante es que no afecta al bebé, e incluso puede resultar beneficioso ya que, al ser aplicada previo a dar a luz, el bebé dispondrá de un buen suministro de oxígeno porque tú no tendrás dificultades para respirar.
Otra técnica muy utilizada es el parto en el agua, lo cual favorece a la disminución del dolor. En este caso, el espacio en que tiene lugar el parto es más íntimo, evitando así que te pongas más nerviosa. El contacto con el agua caliente ayuda a que se relajen los músculos de la cintura para abajo, por lo que el dolor se reduce considerablemente. Esto se debe a que el nivel de endorfinas sube, ya que permanecer en la tina con agua te ayudará a sentirse más relajada; quitándote el estrés y los dolores intensos de las contracciones.
También, para el momento del parto se puede optar por el bloqueo espinal, la cual consiste en una inyección similar a la epidural, pero con efectos más efímeros (entre 1 y 2 horas). Este método se puede emplear si lo que deseas es que se te quite el dolor de las contracciones y del parto, pero no quieres que se prolongue por mucho rato esa sensación que te da la anestesia, como por ejemplo el adormecimiento. Luego de la anestesia, puedes presentar algunos síntomas como dolores de cabeza o presión baja, bastantes parecidos a los que tendrás con una epidural.

Tipos de respiración para el parto

 

En las clases de preparación para el parto es posible aprender muchas cosas. Entre ellas,  una de las más importantes son los tipos de respiración. Algo que, tanto en la teoría como en la práctica, es necesario que sea bien comprendido y asimilado por la mamá, así como por el papá o el acompañante.
Conocer los diferentes tipos de respiración te servirán para ejercitarlos en el momento del parto, ya que además de ayudar a aprovechar la energía de la madre hacen que ésta centre su atención en la respiración y no así en el dolor que pueda llegar sentir producto de las contracciones.
Para cada una de las fases del parto, existen tres tipos básicos de respiración que bien valen la pena conocer.
Por un lado, se encuentra la respiración lenta, la cual se halla destinada a la dilatación. Consiste en tomar aire por la nariz y exhalarlo por la boca, y debe realizarse  a un ritmo de entre diez y quince respiraciones por minuto, demorando más tiempo en soltar el aire que en cogerlo.
Mientras que la respiración soplante rápida; es usada para cuando no debemos pujar. Similar a la anterior, se basa en tomar aire y expulsarlo de manera rápida por la boca en el lapso que dura cada contracción. Dicha respiración es muy cansada, de modo sólo es recomendable para esos momentos.
Por último, se halla la respiración de expulsión, la cual, como su nombre lo indica, debe realizarse en el momento mismo en que el bebé está saliendo. Se trata de tomar aire por la nariz, tratando de llenar al máximo los pulmones, y empujarlo fuertemente hacia abajo.