La diabetes gestacional aumenta los riesgos de malformaciones congénitas en el bebé

Según nuevos hallazgos, la diabetes gestacional aumenta de manera notable el riesgo de malformaciones congénitas en el bebé. Por lo que resulta necesario que, antes de pensar en quedarse embarazada, las mujeres con glucosa alta, de entre 150 o 160 miligramos de glucosa en sangre, e incluso aquellas que posean antecedentes familiares pero aún no padezcan  la enfermedad, tienen que realizarse todos los controles y mantenerse bajo vigilancia médica.
En el marco del “Día Mundial de la Diabetes, la Coordinación de Prevención y Atención a la Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tabasco, señaló que existen tres tipos de pacientes diabéticos: tipo uno, las mujeres que necesitan la insulina de forma permanente; tipo dos, aquellas que no necesitan  insulina y controlan la enfermedad con una dieta equilibrada y medicamentos; y  tipo tres, las que padecen diabetes gestacional, la cual desaparece luego del alumbramiento.
La embarazada que posee diabetes gestacional presenta un incremento en los valores normales de glucosa en sangre debido generalmente a la influencia de factores negativos como es el caso de la obesidad, los malos hábitos o los antecedentes de diabetes en la familia que predisponen a la mujer a padecer dicho cuadro. Normalmente, el problema se soluciona al término del embarazo, aunque algunas mujeres desarrollan una forma de diabetes para el resto de su vida. La diabetes gestacional, al igual que la diabetes tipo dos, produce presión alta e hinchazón, así como la eliminación de proteínas por la orina, provocando en algunos casos preeclampsia y frecuentes infecciones urinarias, por lo que en la gran mayoría de los casos debe incurrirse al parto po  cesárea. Si durante la gestación la glucosa aumenta, las madres corren grandes riesgos de tener bebés con malformaciones congénitas.
De manera que lo mejor es siempre estar informada y actuar con cautela, además de realizarse los estudios y controles pertinentes para poder precisar si existe alguna predisposición en la mujer de desarrollar diabetes por antecedentes clínicos o si ya ha tenido otros hijos con malformaciones congénitas.

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Control del peso en el embarazo

Si hay algo natural en todas las embarazadas es el aumento de peso, debido lógicamente a la nueva vida que se está gestando. Sin embargo, algunas mujeres suelen experimentar la  pérdida de peso durante el embarazo.
Por lo general, la pérdida de peso en el primer trimestre del embarazo es algo bastante común, debido a las náuseas y vómitos que aparecen durante esos meses. Incluso, la pérdida de peso puede deberse a otros problemas gastrointestinales, como es el caso de la diarrea. Comúnmente, la mayoría de las mujeres que presentan estos síntomas, suelen recuperar su peso y ganar algunos kilos a medida que avanza la gestación.
De todas maneras, es importante saber que la pérdida progresiva de peso no es algo que se produce comúnmente sino que se produce especialmente en mujeres que poseen sobrepeso. Si bien se supone que en el embarazo las mujeres ganan peso para acumular las grasas y energías necesarias para el momento del parto y para favorecer la lactancia, en el caso de las mujeres con sobrepeso sus cuerpos ya poseen estas reservas.
Por consiguiente, cuanto más gruesa te encuentres al momento de la concepción menos kilos habrás de aumentar. Inclusive, tu organismo emplea mayor cantidad de calorías durante la gestación, puesto que la prioridad de tu cuerpo es alimentar a tu bebé, por lo que si no modificas tu dieta tal vez tu cuerpo esté utilizando las reservas que tenía para ti.
No obstante, en caso de que engordes o adelgaces más de 4 kilos en una semana, es necesario que consultes con tu obstetra ya que puede estar indicando la existencia de algún problema.
De modo que durante el embarazo lo más adecuado es llevar una dieta sana y equilibrada, tratando de controlar los antojos y sin realizar ningún tipo de dietas caseras, por tu salud y la de tu bebé.

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Lo que hay que saber sobre la diabetes en el embarazo

La diabetes se produce por una disfunción del páncreas, órgano que se encarga de regular los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo. Durante la gestación, suele darse un aumento de los niveles de azúcar en sangre, lo cual es conocido como diabetes gestacional y desaparece luego del parto. Si eres diabética y estás esperando un bebé, debes prestar mucha atención a tus niveles de glucosa.
La diabetes surge cuando el páncreas no produce insulina suficiente, una hormona que ayuda a usar la glucosa que se necesita para que el organismo obtenga energía.
En el embarazo, se da un incremento de los niveles de azúcar en la sangre de la mujer con el propósito de satisfacer las necesidades del feto. En la mayoría de los casos, el organismo responde a este incremento fabricando más cantidad de insulina.
No obstante, las mujeres diabéticas o con tendencia a la diabetes no producen la insulina suficiente para metabolizar la elevación de los niveles de azúcar, que pasa a la orina y la sangre. Los síntomas de la diabetes son hambre y sed en exceso, ganas de orinar frecuentemente e infecciones vaginales, así como presión sanguínea alta o hipertensión.
Cabe destacar que el embarazo en mujeres diabéticas puede ser seguro, siempre que se realice un estricto control médico.
La diabetes puede ser anterior al embarazo o aparecer a lo largo del mismo, en cuyo caso hablamos de una diabetes gestacional.
La diabetes preexistente al embarazo, que es tratada generalmente con insulina, requiere un aumento de las dosis de insulina de acuerdo los controles de glucemia. La mujer diabética tiene tendencia a padecer más alteraciones durante la gestación por las variaciones en los niveles de azúcar. Por ello, es sumamente importante realizar un control estricto de la enfermedad a través de la dieta, el ejercicio y una dosificación apropiada de insulina.
Por su parte, la diabetes gestacional en mujeres resulta más sencilla de controlar y los riesgos son menores. No en todos los casos resulta necesario tratarla con insulina. Cuando se presenta de manera leve, se puede corregirla realizando ejercicio y haciendo una dieta de entre 2000 y 2300 Kcal. diarias. Luego del parto, el nivel de azúcar en la mujer suele regresar a la normalidad.
En cualquiera de los dos casos, por lo general, el parto se realiza por cesárea. Incluso, la madre diabética puede amamantar a su hijo sin ningún tipo de problemas, ya que la lactancia materna reduce las posibilidades de que el bebé desarrolle esta enfermedad, además de prevenir la hipoglucemia en el bebé después de su nacimiento.
Si una mujer diabética o con diabetes gestacional controla su enfermedad adecuadamente, se reducen los riesgos de infecciones renales y vaginales, hipertensión, aumento del líquido amniótico conocido como polihidramnios, parto prematuro, bebé demasiado grande, mayores probabilidades de malformaciones cardíacas, digestivas, nerviosas y esqueléticas en el feto, y exceso de fabricación de insulina por el páncreas del bebé.

Cálculo de días fértiles para lograr un embarazo

Quedar embarazada no es tan sencillo como parece. El tiempo normal aproximado para lograr un embarazo es de entre seis meses a un año, aunque existen algunas mujeres que lo consiguen en el primer intento.
La concepción sólo es posible durante los días fértiles de la mujer, momento en que se produce la ovulación, lo cual ocurre cuando un óvulo se desprende de uno de los ovarios, a la mitad del ciclo menstrual.
Durante la menstruación, las mujeres no pueden quedar embarazadas debido a que el óvulo se ha degenerado y no puede ser fecundado. Asimismo, el sangrado existente y el ambiente hostil en el interior del útero impiden el paso de los espermatozoides y la supervivencia de los mismos.
Lo que sí suele ocurrir es que una mujer haya quedado embarazada mientras tenía pérdidas y que estas sean confundidas con la menstruación, pero sólo se trata de un sangrado irregular que coincide con la ovulación, y que definitivamente no es la regla.
Si pasa más de un año y no se consigue un embarazo, lo mas conveniente es consultar al médico  para realizarse pruebas que permitan descartar cualquier problemas de infertilidad o de otro tipo, ya sea en la mujer como en el hombre.
Para calcular la ovulación, se deben contar 14 días a partir del primer día de la regla. El 13 y 15, esto es, el día previo y posterior a la ovulación, son los más idóneos para que pueda producirse la concepción.
Un dato a tener en cuenta es que la vida fértil de un óvulo dura entre 12 y 24 horas, en tanto que la fertilidad del espermatozoide es de unas 72 horas.
Algunos médicos ginecólogos piensan que existen mayores probabilidades de concebir si se tienen relaciones sexuales en días alternos, justo antes del momento de la ovulación y luego de la misma. Según esta consideración, para un ciclo menstrual regular de 28 días, lo usual sería ovular el día 14, con lo que deberían mantenerse relaciones sexuales los días 13 y 15.
Mientras que otros especialistas recomiendan tener relaciones los tres días previos a la ovulación, porque es cuando el moco cervical toma una textura más líquida y transparente, siendo más apropiado para la supervivencia del espermatozoide.