Las embarazadas que trabajan muchas horas de pie tienden a tener bebés con una cabeza más pequeña

Un grupo de investigadores de la Universidad de Erasmo, en Rótterdam, llegó a la conclusión de que las mujeres que permanecen muchas horas de pie y trabajan a tiempo completo son más proclives a tener bebés con una cabeza más pequeña.

Es cierto que las embarazadas solamente ansían descansar y estar tranquilas, debido a los cambios por los que atraviesa su cuerpo. No obstante, las necesidades económicas les impiden a las futuras mamás descansar el tiempo que necesitan. Inclusiva, algunas deben trabajar muchas horas diarias hasta antes del parto, lo cual en muchos casos supone permanecer de pie demasiado tiempo.

Independientemente del agotamiento, pasar mucho tiempo de pie o trabajar más de 40 horas semanales durante la gestación podría relacionarse con el hecho de que los bebés nazcan con una cabeza de un tamaño inferior que lo normal.

Para el estudio, los expertos se dedicaron a analizar los datos de la situación laboral de unas 4.600 embarazadas. Mediante la investigación, los especialistas holandeses descubrieron que los bebés de aquellas mujeres que durante el embarazo se desempeñaban como docentes, trabajaban en el área de ventas o en guarderías y que, por ende, pasaron muchas horas de pie, nacieron con la cabeza un 3% más pequeña en comparación con los pequeños de las mujeres que realizaban otro tipo de trabajo. De todos modos, los investigadores señalaron que este hallazgo no detalla de qué forma esta situación puede llegar a afectar el desarrollo del bebé a futuro, aunque afirmaron que las facultades cognitivas pueden ser menos favorables.

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Relacionan el peso del bebé con el cociente intelectual que tendrá en edad escolar

Un equipo de investigadores de la Universidad de Adelaida (Australia), a través de un estudio realizado recientemente, dio a conocer la existencia de una relación entre el aumento de peso del bebé y el cociente intelectual que tendrá a futuro. Para arribar a dicha conclusión fueron analizados los datos de aproximadamente 13.800 niños nacidos a término. De acuerdo a los resultados obtenidos, aquellos bebés que durante el primer mes de vida experimentaron un aumento de un 40% de su peso, poseen un cociente intelectual que supera en 1,5 puntos respecto a los bebés que aumentaron su peso en un 15%. Vale destacar que la medición del cociente fue realizada a los 6 años de edad.
Al mismo tiempo, se logró constatar que el aumento mayor de la circunferencia de la cabeza está relacionado con un cociente intelectual más alto. En efecto, según  los expertos, la circunferencia de la cabeza indica el volumen cerebral, de modo que un mayor crecimiento de la cabeza es equivalente a un cerebro más desarrollado.
Si bien estudios anteriores han demostrado la existencia de una relación entre el cociente intelectual y la dieta postnatal temprana, esta es la primera investigación que vincula al cociente con el aumento de peso y el tamaño del cráneo. Por esa razón, los autores recomiendan a las embarazadas y a los profesionales médicos en general alimentar de manera adecuada a los recién nacidos para ayudar a que aumenten rápidamente de peso durante los primeros treinta días de vida, ya que así poseerán mayores probabilidades de tener un cociente más elevado.

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La deficiencia de yodo en el embarazo afectaría el cociente intelectual del bebé

El yodo es indispensable en el embarazo, ya que se trata del elemento que hace posible la formación de las hormonas que son sintetizadas por la tiroides. También es importante para el bebé en gestación, dado que ayuda a que su cerebro se desarrolle de manera adecuada. A ello, ahora se le agrega que la deficiencia de yodo durante el embarazo puede influir en el cociente intelectual de los bebés, de acuerdo a lo revelado en dos nuevos estudios.
En tal sentido, ambas investigaciones, que fueron realizadas en Reino Unido y Australia, concluyeron que las madres que no toman los niveles necesarios de yodo aumentan el riesgo de que sus hijos posean un cociente intelectual menor. Pero los resultados van más allá de la gestación, los expertos señalan que la deficiencia de yodo en la lactancia materna también tendría efectos sobre el desarrollo cerebral y a la inteligencia de los niños. Coinciden además en que es un serio problema de salud que debe ser tratado para favorecer el desarrollo adecuado de los bebés.
El trabajo llevado a cabo en el Reino Unido establece la existencia de una relación entre la deficiencia extrema de yodo y los problemas en el desarrollo cognitivo de los bebés. Según la información dada a conocer, un nivel reducido de yodo en el embarazo y la lactancia fue asociado a una menor fluidez verbal a los 8 años de edad y un nivel de lectura y comprensión también inferior a los 9 años, en contraste con los niños cuyas madres poseían niveles normales de yodo.
Por su parte, la investigación australiana develó que la carencia de yodo durante el período gestacional se relacionaba con un efecto negativo prolongado en la alfabetización de los niños, que no podría ser revertido con una dieta con suplementos de yodo durante la niñez.
Afortunadamente, este problema puede remediarse con una planificación adecuada del embarazo. Para eso, las futuras mamás necesitan tomar los suplementos para que sus futuros hijos tengan un desarrollo cognitivo correcto. 

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Los bebés aprenden más cuando están sentados

Desde el preciso momento de su nacimiento los bebés empiezan a incorporar conocimientos y a aprender a descubrir a su modo el mundo que los rodea, desde formas, colores y sensaciones, hasta aromas. De esa manera, consiguen desarrollarse mejor.

Con el propósito de conocer la manera en la cual los bebés interpretan su entorno, diversas universidades realizaron una investigación, de la cual se desprende que los pequeños cuando están sentados aprenden más pues la postura está relacionada con la facilidad de aprendizaje, el desarrollo cognitivo y la aprehensión de conocimientos.

Este estudio, que supone un avance en el descubrimiento del mundo infantil, señala que la postura que adoptan los bebés mientras aprenden y observan el entorno posee un rol clave en su capacidad mental y en su desarrollo cognitivo.

Los investigadores de las universidades de Dakota del Norte, Texas A & M. y Fargo, indican que lo mejor es que el bebé esté sentado puesto que de ese modo aprende más. La razón reside en que la facilidad que poseen los niños para sentarse por sus propios medios repercute directamente en la capacidad de los pequeños para incorporar nuevos conocimientos.

Además, los expertos han logrado descubrir que aquellos niños que no se pueden sentar por si mismos aprenden al mismo ritmo que aquellos que lo pueden hacer solos.

Para la investigación se llevaron a cabo dos experimentos con bebés pequeños, llegando a comprobar que, entre los cinco meses y medio y los seis meses y medio de vida, los bebés no utilizan todavía patrones para identificar los objetos por si mismos, sino que sólo lo empiezan a hacer desde el medio año de vida.

En el momento en que los niños se pueden sentar solos y sin apoyo es cuando crece la capacidad de aprender de los objetos pues como el niño ya no tiene que preocuparse en mantener el equilibrio puede concentrar por completo su atención en explorar los objetos que lo rodean, así como las cosas que observa, los sonidos que oye y lo que le dicen.

Una buena estrategia para ayudar a los niños en su proceso de aprendizaje es sentarlos en sitios cómodos y seguros para que aprendan a mantenerse solos. Así, pueden desarrollarse mejor con los procesos de aprendizaje mediante los objetos, en especial cuando se trata de niños con retrasos cognitivos.