Mitos sobre la dentición

En esta oportunidad profundizaremos lo que ya hemos viniendo hablando en otros post anteriores acerca del proceso de dentición en los bebés, en torno al cual existen ciertos mitos que son necesarios derribar. En ocasiones, se suelen asociar ciertos  síntomas a la dentición, los cuales no todos son ciertos. 
Es común escuchar que la dentición provoca diarrea, lo cual es falso. No existe conexión alguna entre cortar los dientes y que el bebé tenga diarrea. Lo que sí es real es que, en su afán de calmar el dolor, el bebé se lleva objetos a la boca que a veces no están higienizados, generándole en algunos casos malestar estomacal.
También, es común pensar que la etapa de dentición provoca fiebre y secreción nasal, síntomas que en realidad se encuentran más ligados a una infección viral que a la dentición misma. En tal sentido, vale decir que los bebés son más susceptibles a sufrir infecciones virales durante el proceso de dentición porque las encías están rotas, volviéndolos más vulnerables a las infecciones. Al mismo tiempo, es preciso destacar que cuando comienzan a salirles los dientes la mayor parte de los bebés también empieza a gatear, lo que implica un mayor acceso a una gran variedad de cosas que de seguro se llevarán a la boca, incrementando las probabilidades de infección.
Otra de las creencias es que la dentición genera dolor de oído. En efecto, la aparición de los dientes no produce directamente dolor de oídos, sino que el tímpano y los dientes, al compartir el mismo centro neurálgico, podrían hacer que se refleje el dolor que el bebé siente. A esta edad resultan más que normales las infecciones del oído, de modo que si el bebé se encuentra irritable y se tira de la oreja no implica que le estén saliendo los dientes, sino que tan sólo puede tratarse de una infección de oído.
Algo muy común es asociar la dentición a la producción excesiva de saliva. Y, en realidad, no es que haya más saliva, sino que el bebé permanece mayor cantidad de tiempo con la boca abierta sin tragar la saliva.
Por último, se suele creer que la salida de los dientes produce pérdida de peso. En esto hay algo de cierto, ya que cuando hay sensibilidad y dolor en las encías puede que el bebé se niegue a comer y, por ende, pierda algo de peso.

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Como prevenir la diarrea en los niños (II)

leche materna

La lactancia materna puede ser nuestra mejor aliada, en este caso. El niño que está siendo alimentado con la leche materna, tiene muchas menos posibilidades de padecer diarrea. La razón es que es la leche de más calidad y no está contaminada, además, no ha sido manipulada. Por otro lado, la leche materna posee sustancias que protegen al bebé, lo que hace que sea más fácil prevenir las infecciones intestinales. También, debemos lavar muy bien, tanto frutas como verduras y cocinar lo mejor posible, tanto las carnes como los huevos.

Las hamburguesas, por ejemplo, deben estar bien cocidas y, en el interior, debemos asegurarnos de que no están de color rosado. Además, no debemos usar la misma tabla a la hora de apoyar la carne cruda, si no la hemos lavado con agua y con algún tipo de desinfectante. Y, si comemos en un local, debemos asegurarnos de que todo está bien cocido.

Si nuestro bebé sufre diarrea, lo mejor es seguir amamantándolo, y si hace mucho calor, lo mejor es bañarlo y ponerlo en un lugar fresco, ya que a una temperatura alta hará que aumente el riesgo de deshidratación, y si vomita, debemos darle agua hervida templada, por cucharadas.

En la mayor parte de las diarreas, no es necesario el uso de medicamentos. Si nos aseguramos de que tenga una buena hidratación y una alimentación correcta, nuestro bebé se pondrá bien en 5 o 10 días.

Cómo prevenir la diarrea en los niños

diarrea bebéLos meses de calor son un poco complicados para los más pequeños, ya que es muy común que sufran de las tan molestas diarreas. Lo mejor es prevenir a través del conocimiento y con la máxima higiene. Se habla de diarrea cuando aumenta el número de deposiciones, se hacen de menor consistencia y, en la mayor cantidad de los casos, son más líquidas. En los lactantes y niños más pequeños provoca una importante pérdida de agua y de sales, lo que provoca un grave riesgo de sufrir deshidratación.

Si unido a la diarrea, se producen vómitos, habrá más problemas, por que el niño tendrá más complicado el hecho de reponer, por vía oral, la cantidad total de líquido que pierde. Si en la materia fecal nos encontramos con moco, pus o sangre, es un indicativo de que hay inflamación en el intestino grueso y debe haber más estudios y tratamientos. No debemos dejar pasar la diarrea, pues es un riesgo y, si hay sangre, pus, moco o fiebre alta, debemos ir al médico.

Para prevenir las diarreas y sus complicaciones, debemos lavarnos las manos antes de llevar a cabo cualquier manipulación de alimentos y los biberones, conservar todo en el frigorífico y no guardar restos de leche, en la nevera. Debemos hervir el agua antes de preparar leche en polvo, para que no haya ningún tipo de germen en el agua.