La ansiedad de los padres durante el embarazo repercute en el futuro bebé

Uno de los problemas que afrontan las parejas actualmente es el de la ansiedad durante el embarazo, situación que influirá en la vida del futuro bebé. Al menos así lo revela un estudio que fue publicado en Pediatrics, el cual analiza la existencia de una relación entre los síntomas de los trastornos psicológicos de los padres y el comportamiento de sus bebés cuando alcanzan los 36 meses de vida.

El objeto de análisis en el cual se centraron los investigadores fueron los datos referentes al desarrollo socioemocional y conductual que resultaron de una muestra de 31.663 niños noruegos. Además, recopilaron información sobre la salud mental de los futuros padres en las semanas 17 y 18 de gestación, así como datos acerca de la salud mental de las madres antes y después del parto. De este modo, se logró demostrar que un 3% de los padres presentaban alguna clase de trastorno vinculado con la ansiedad, a la vez que se comprobó que dicho problema se trasladaba de algún modo a los bebés, quienes a los 36 meses de edad tenían problemas de tipo social y emocional, además de problemas de conducta. Al mismo tiempo, se constató la existencia de un paralelismo entre el nivel de ansiedad o trastorno psicológico de los futuros padres y los problemas ya mencionados en sus bebés.

Los investigadores tomaron en cuenta otros factores que podían alterar los resultados del estudio, como el entorno de los padres, su nivel socioeconómico, su estilo de vida, entre otros. Sin embargo, los resultados no se vieron alterados por estos factores, ya que en todos los casos la ansiedad de los padres durante el embarazo repercutió de manera negativa en los niños.

A partir de este descubrimiento, los profesionales médicos podrán diagnosticar la salud mental de los padres para que reciban la asistencia necesaria durante el periodo perinatal, para prevenir por ende los efectos negativos en la salud de los niños.

Técnicas para mejorar la calidad del sueño en los bebés

La mayoría de los expertos no dudan en sostener la importancia de adoptar ciertas técnicas para enseñarle a dormir al recién nacido, puesto que es un procedimienco de suma eficacia que, con el tiempo, ayuda a mejorar la calidad del sueño de los pequeños así como a disminuir los síntomas ocasionados por la depresión materna.
Un estudio realizado recientemente por investigadores del Murdoch Childrens Research Institute, de Australia, ha comprobado la efectividad de las técnicas de entrenamiento para conciliar el sueño en los infantes, a pesar de que aún hay quienes sostienen que  intervenir en la conducta de los recién nacidos pueden provocar a futuro daños en  su desarrollo emocional y, por consiguiente, en su salud mental.
Del estudio participaron unos 225 bebés, a los cuales se les efectuó un seguimiento durante sus primeros seis años de vida con el fin de analizar las técnicas conductuales de sueño, para evaluar, entre otras cosas, la salud mental no sólo del pequeño sino también de su madre.
A la mitad de los participantes, se les brindó la opción de someterse un programa de sueño que consistía básicamente en el empleo de rutinas al momento de dormir, así como la utilización de una de las dos técnicas conductuales de sueño: confort controlado, en la que los padres responden al llanto nocturno de su bebé a períodos cada vez más prolongados, para que éste puede aprender a autoconsolarse;  y acampar,  técnica según la cual la madre o el padre debe sentarse cerca de su hijo para ayudarlo a que aprenda a dormirse solo, hasta llegado el momento en que su presencia no sea necesaria.
Los resultados arrojados por dicho estudio han sido elocuentes, pues se evidenciaron grandes mejoras en la salud mental así como en la calidad del sueño, sobre todo al llegar a los dos años de edad.

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La falta de vitamina D implicaría mayor riesgo de padecer esquizofrenia

Diversos estudios coincidieron en que la falta de vitamina D está vinculada a un mayor riesgo de padecer esquizofrenia, una de las enfermedades mentales más frecuentes.
Concretamente, se logró determinar que las personas nacidas en la posguerra, es decir, hasta el año 1959, o durante el invierno, así como también aquellos que nacieron en regiones nórdicas, suelen desarrollar más esta enfermedad.
Lo que sucede es que la vitamina D ingresa al organismo a través de los alimentos, pero se sintetiza mediante la exposición a los rayos UV. Incluso, hay estudios que demostraron que existe un riesgo mayor de desarrollar esquizofrenia a causa de una privación nutricional prenatal, cuando la madre posee bajo peso o cuando sufre un déficit de hierro o de vitamina D. De modo que la buena alimentación y el aporte de vitaminas tiene que empezar con la gestación.
Respecto a los nacidos en la época de posguerra, se vincula este periodo con menos cuidados prenatales y con carencias alimentarias.
Si bien se desconoce el mecanismo por el cual la falta de vitaminas influiría en la salud mental, se cree que el cerebro resultaría dañado desde el desarrollo, a pesar que la manifestación se produciría años después, con un cerebro maduro.
Por eso se le recomienda a las mamás comer sano, exponerse con regularidad al sol,  aunque solo unos pocos minutos y en ciertos horarios, y efectuarse todos los controles prenatales.

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