Últimamente, se ha generalizado la teoría del cólico, el cual es tradicionalmente conocido en pediatría como cólico vespertino o cólico de los tres meses, que se manifiesta como llanto inexplicable.
Los cólicos por lo general son asociados con las molestias vinculadas con el aparato digestivo, todavía inmaduro, que ocasionan dolores de panza, retorcijones o gases.
Si bien es poco probable evitar los cólicos, es posible aliviar el dolor del bebé mediante algunas técnicas.
Es importante observar la succión del bebé, corrigiéndola en caso de que trague mucho aire al amamantar, ayudando de ese modo a que tenga menos gases.
También, es bueno hacer movimientos suaves con sus piernitas, imitando el movimiento de pedaleo.
Sostenerlo boca abajo, sobre el antebrazo, masajear su pancita con movimientos circulares, darle un baño de agua tibia o mecerlo y arrullarlo, son otras de las cosas que suelen calmar al pequeño.
Generalmente, los cólicos tienden a desaparecer cerca de los 3 meses, momento en que madura el intestino.
Una de las creencias más extendidas es aquella que sienta por hecho la relación entre los cólicos del lactante y los alimentos que ingiere la mamá. Sin embargo, los cólicos son normales en todo lactante y, hasta tanto no madure su intestino, es poco lo que podemos evitar.
Es bueno aclarar que los alimentos que ingiere la madre no pasan de manera directa al bebé, pero existen algunos alimentos, como el ajo o los picantes, que por su fuerte sabor pueden alterar de algún modo el gusto de la leche, generando en el bebé un rechazo momentáneo de la misma.
Algunas mamás, han notado que cuando ellas comen alimentos que les ocasionan gases, sus bebés se ponen más molestos y suelen tener más cólicos de lo habitual. Esto quizá se trate de algo más psicológico que fisiológico en sí.
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Las claves de la lactancia materna (II)
Un hecho curioso es que, cuando más mame el bebé, más leche va a crear la madre. Pero, debemos tener en cuenta que hay un equilibrio natural, que no debemos forzar. Es el bebé el que marca las pautas, el que va a mamar, según lo necesite o no. No tenemos por que tener la sensación de tener el pecho lleno de leche. La naturaleza ha hecho que la leche se produzca, de manera principal, durante el momento de la toma, gracias a que la succión que realiza el bebé lo estimula. Debemos evitar, de la mayor manera posible, los biberones “de ayuda” o el suero glucosador.
Este tipo de productos llevan al bebé y hacen que los bebés pasen de hacer la acción de mamar. Este hace que el bebé no quiera succionar y, al hacerlo menos, provoca que las glándulas mamarias de la madre produzcan menos leche. También, debemos evitar el chupete. Por lo menos, las primeras semanas de su vida, hasta que el estado de lactancia esté muy bien establecido. Debemos tener en cuenta que los pequeños deben aprender a mamar el pecho y, claro, las tetinas de manera artificial, como pueden ser los chupetes o el biberón hacen más difícil el aprendizaje. Los bebes no sólo succionan por culpa del hecho, también lo hacen por que necesitan succionar o por que quieren consuelo, o sea, sólo quieran un poco de cariño, de amor de su madre. Si queremos calmar a nuestro pequeño, lo mejor es darle un poco de pecho. También, tenemos que tener tiempo para cuidarnos, mientras nuestro pequeño está durmiendo. Y, son tenemos alguna duda, lo mejor es consultar a las enfermeras, en el hospital; o, en las mujeres de la familia que ya han tenido algún hijo.
Almacenamiento de leche
La madre puede, si se ve obligada, extraer la leche para poder darle de comer al pequeño, en otro momento del día. Extraer leche, de manera manual o con la ayuda del sacaleches. De todas maneras, hay que advertir que se necesita un poco de práctica para hacerlo; pero, cada vez son más las mujeres que deciden realizar esto, para dar a sus hijos la leche materna, si no van a poder estar con él, en el momento de la toma. La clave para que esto sea efectivo, está en el hecho de que debemos conseguir que el efecto de la succión sea el doble, para conseguir que la leche salga. Para conseguir esto se aconseja hacerlo en un lugar íntimo, tranquilo y donde podamos pensar en el pequeño.
Debemos elegir un lugar donde no haya muchas interrupciones, donde podamos estar tranquilas. Tenemos distintos métodos en el mercado de extracción de leche, que van a ir dependiendo de las causas de la separación y de la edad del bebé. También, debemos tener mucho cuidado con el tema de la limpieza, como el buen lavado de las manos y de todos los utensilios que vamos a usar, tanto en la extracción, en la recolección y en el almacenamiento de nuestra leche. Dicha extracción se puede hacer de manera manual, que es como se hacía antiguamente, en los pueblos primitivos -y, no tan primitivos-. Esta es la mejor opción si la separación va a ser por un período corto de tiempo. Si va a ser por un período de tiempo largo, entonces, lo mejor es un sacaleches eléctrico.
Dentro, también, de los sacaleches, los hay de tipo manual, que se basan en imitar la acción de una jeringa, o que se pueden usar de una sola manera. Entre los eléctricos, nos encontramos con algunos que nos ofrecen la posibilidad de extraer de un pecho, o de los dos a la vez -lo que hace que nos ahorremos la mitad del tiempo-.