La obesidad y la diabetes triplican el riesgo de defectos congénitos

En las mujeres con problemas de obesidad y que padezcan diabetes tipo 2 se triplica el riesgo de que tengan bebés con defectos congénitos, de acuerdo a un estudio realizado por investigadores del Boston University School of Medicine, en Massachussets, que fue publicado en la revista Epidemiología.
Los autores del estudio determinaron que la obesidad y la diabetes pueden incrementar considerablemente los riesgos de problemas en los recién nacidos, a nivel craneofacial o malformación de las extremidades.
Para la realización de la investigación los especialistas analizaron los datos de aproximadamente 23 mil mujeres. De esa información se desprendió que alrededor  del 65 por ciento de los problemas en los hijos que dieron a luz mujeres que presentaban ambos cuadros fueron ocasionados por la combinación de estos. Además, casi el 6 por ciento de las pacientes con diabetes tipo 2 tuvo bebés con algún defecto congénito, mientras que en las mujeres que no padecían dicha enfermedad  el porcentaje sólo llegó al 1,34. Las anomalías más comunes que se registraron fueron craneofaciales y musculoesqueléticos.
Por otro lado, se observó que las mujeres que padecían obesidad pero no así diabetes no presentaron un aumento en las probabilidades de dar a luz a niños con problemas congénitos, al igual que las embarazadas de peso normal con diabetes gestacional.

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Bebés con síndrome congénito de la rubéola

Los tres primeros meses de gestación son de vital importancia ya que  es en esta etapa cuando se desarrollan los órganos y sistemas principales del bebé. Por eso, en caso que la madre durante ese periodo contraiga rubéola, una enfermedad viral, existe el riesgo de contagiar al bebé, pudiendo llegar a ocasionar un aborto espontáneo o el síndrome congénito de la rubéola, provocándole defectos congénitos al feto.
Los bebés con síndrome congénito de la rubéola, por lo general presentan defectos congénitos, como bajo peso al nacer, neumonía, diarrea, meningitis, anemia, irritabilidad y letargo; que irán superando tras el nacimiento.  También, pueden padecer leucocoria, tono muscular anormal, manchas en la cara y/o cuerpo y tendencia sangrar por anomalías de la sangre, pudiendo comprometer también el hígado y bazo.
Los bebés que han nacido con defectos congénitos pueden llegar a desarrollarse con normalidad, superando con cirugías y terapias los problemas, de forma parcial o total. En realidad, todo irá a depender del tipo de defecto que presente y la intensidad del mismo, excepto los problemas que atacan el sistema nervioso, los cuales son irreversibles.
El síndrome congénito de la rubéola, puede ocasionar problemas visuales, auditivos, cardíacos y daños en el  sistema nervioso central.
Pero hay bebés que nacen con el síndrome y no presentan ningún tipo de síntoma, aunque es necesario hacerle un seguimiento en su desarrollo pues existe la posibilidad de  que puedan presentar problemas a futuro, como ser problemas de visión, audición, aprendizaje y comportamiento, que se vuelven visibles a una edad más avanzada.
La mayoría de las mujeres son inmunes a la rubéola, por haber sido vacunadas durante la infancia o haber padecido dicha enfermedad. Pero en caso que se tenga alguna duda, se puede realizar una prueba de sangre para ver si posee anticuerpos contra la enfermedad, en especial antes de buscar un embarazo.
En cuanto a la vacuna, vale decir que la misma se debe administrar 3 meses antes de la concepción, no pudiendo administrarse, bajo ningún punto de vista, durante el embarazo excepto que la madre haya estado en contacto directo con un enfermo y el médico se lo indique. Aquellas  mujeres que dan de lactar pueden ser vacunadas, pues no perjudicará la leche ni a su hijo.
Un dato que vale la pena destacar, si la madre sufre rubéola en el primer trimestre del embarazo, existe un 25 por ciento de probabilidades de que el bebé posea defectos congénitos. Después de las 20 semanas de embarazo, los riesgos se reducen considerablemente.

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Beneficios del ácido fólico en el desarrollo del bebé

Un estudio reciente, realizado por el Instituto Noruego de Salud Pública, ha podido determinar los beneficios del ácido fólico luego del parto. De modo que, además de prevenir defectos congénitos, también puede disminuir las probabilidades de que un bebé presente retraso en el aprendizaje del lenguaje.
Para arribar a esta conclusión, los investigadores analizaron los datos de 38.954 niños noruegos, estudiando los casos en los que las madres tomaron ácido fólico y madres que, aparte del ácido fólico, tomaron suplementos vitamínicos durante todo el embarazo. En comparación con las madres que no tomaron los suplementos, los resultados indicaron una importante disminución del riesgo de que el bebé padezca retraso severo en la adquisición del lenguaje. De este modo, los investigadores sostienen que los beneficios se extienden más allá del nacimiento del bebé.
Un 0,9% de los niños, cuyas madres solamente tomaron suplementos vitamínicos, padecieron un retraso significativo del lenguaje, lo mismo sucedía con las madres que no tomaron nada durante el embarazo. En el segmento de mujeres que tan solo tomaron ácido fólico junto con suplementos vitamínicos, el retraso se redujo hasta un 0,4%.
Como es bien sabido, el ácido fólico constituye uno de los suplementos que los médicos especialistas recomiendan a todas las embarazadas en pos de una correcta formación del feto, previniendo así problemas tales como la espina bífida, los defectos congénitos en el corazón, el labio leporino o el paladar hendido, etc.
De acuerdo a los resultados obtenidos, el ácido fólico cumple un papel muy importante tanto en el desarrollo neurológico del bebé como en la comprensión de los procesos biológicos asociados al desarrollo neurológico alterado.
Este estudio sirve para respaldar la necesidad de tomar el suplemento a lo largo de la gestación, aunque algunos expertos señalan que serán necesarios nuevos estudios.

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Nueva técnica no invasiva para la detección de anomalías congénitas cardíacas en los recién nacidos

Hay una prueba rápida y no invasiva, que sirve para medir los niveles de oxígeno en sangre en los recién nacidos y que puede detectar más casos de anomalías congénitas cardiacas que los hasta ahora detectados por los actuales métodos.
De acuerdo a un estudio que fue publicado en The Lancet, una publicación británica, tendría que implementarse como examen de rutina en los recién nacidos antes de ser dados de alta en la maternidad.
Actualmente, los defectos congénitos cardíacos constituyen una de las principales causas de fallecimiento de bebés.
Las técnicas de detección que existen actualmente consisten en una ecografía de ultrasonidos, efectuada durante el primer trimestre de gestación, y un examen físico rutinario luego del nacimiento. Sin embargo, a pesar de todo ello, una cifra importante de niños no es diagnosticada y son dados de alta sufriendo después complicaciones o incluso la muerte.
El estudio realizado en el Reino Unido, ha medido el papel de la oximetría de pulso en la detección de las cardiopatías congénitas en un gran número de recién nacidos. La oximetría del pulso o, lo que es lo mismo, la pulsioximetría consiste en la medición, no invasiva, del oxígeno que es transportado por la hemoglobina en los vasos sanguíneos.
Gracias a esta prueba, se ha conseguido detectar el 75% de los casos críticos y el 49% de las cardiopatías congénitas mayores. De este modo, la tasa de detección de la oximetría de pulso ha sido del 58% de los casos críticos y el 28% de los casos importantes.
Según los especialistas que llevaron a cabo dicho estudio, la oximetría de pulso es una prueba no invasiva, factible y razonablemente precisa, que resulta más efectiva que la del diagnóstico prenatal y la exploración clínica convencional. En realidad, representa un valor agregado a las técnicas ya existentes y puede que resulte útil para la detección de los casos críticos de defectos congénitos del corazón, que de otro modo no se podrían detectar.