Besar a los niños en la boca aumenta el riesgo de contagio de meningitis

Los adultos acostumbran demostrarles cariño a los bebés a través de los bebés, incluso mucho suelen besarlos en la boca, algo que los especialistas recomiendan evitar pues la salud de los pequeños se podría ver comprometida.
La boca de un adulto posee un porcentaje de bacterias que los bebés no tienen. De modo que, al darles un beso en la boca, se los expone de manera temprana a ciertos agentes que pueden disminuir sus defensas, haciendo que se enfermen más fácilmente. Pero, a su vez, un estudio reciente determinó que besar tanto a los bebés como a los niños en la boca incrementa el riesgo de contagio de meningitis, enfermedad muy severa que afecta a personas que poseen las defensas bajas o que sufren de alguna otra enfermedad y que se transmite por la saliva.
La meningitis es una infección que afecta la meninge del cerebro y que se puede expandir con facilidad al resto del cuerpo, complicando la circulación sanguínea y provocando dolores de cabeza y cuerpo intensos, llegando inclusive a poder poner en riesgo la vida de los niños pequeños.
Actualmente, el 30% de los lactantes y niños pueden presentar un cuadro serio de meningitis, todo depende de cuan rápido reciben asistencia médica, es decir, son diagnosticados y reciben el tratamiento necesario. Lo que sucede es que se trata de una enfermedad bastante difícil de diagnosticar. Para su detección es preciso hacer una punción lumbar para identificar si existe presencia de pus.
Dada la vulnerabilidad del sistema inmunológico de los niños, se vuelven más propensos a padecer esta enfermedad. Según datos estadísticos, el 30% de los pacientes que la sufrieron quedan con secuelas de por vida, como por ejemplo, parálisis, sordera, retardo mental o la posible amputación de alguna de sus extremidades.
Los síntomas que suelen acompañar esta enfermedad son fiebre alta, vómitos, náuseas y manchas púrpuras  en todo el cuerpo.

Vacunas para prevenir la Hepatitis B

Es importante que las embarazadas sean conscientes de que deben cuidar a su bebé por nacer de ciertas enfermedades que pueden influir en su desarrollo, como es el caso de la Hepatitis B. Sobre todo, considerando que los bebés afectados por dicha enfermedad poseen un 90% de posibilidades de desarrollar una infección crónica de por vida.

Se trata de una enfermedad hepática que es causada por un virus, el cual reacciona distinto en cada persona puesto que es sabido que hay casos de individuos que tienen la capacidad de combatir la infección, eliminando el virus de forma exitosa. En tanto que en otras personas el virus persiste en su organismo, dando lugar a una enfermedad crónica que puede acarrear diversas complicaciones para toda la vida.

El contagio de la Hepatitis B puede darse como producto de mantener relaciones sexuales sin protección, o por el contacto con sangre contaminada con el virus, que suele ocurrir al compartir cepillos de dientes, agujas u hojas de afeitar. Pero también este virus se puede transmitir de la madre al bebé durante el parto, ya sea vía vaginal o cesárea.

Según los expertos, hay un gran número de mujeres que a la hora de dar a luz desconocen que están infectadas, pues a veces no suelen presentarse síntomas. De manera que se corre un gran riesgo de que los pequeños sean contagiados sin saberlo. Por lo que es obligatorio realizarle un análisis de sangre a todas las embarazadas para determinar si están infectadas.

Tras producirse el nacimiento, los bebés deben ser vacunados contra la Hepatitis B, y recibir una segunda aplicación entre el primero y el segundo mes de vida. La última dosis debe ser aplicada entre los 6 y 18 meses de nacido. En efecto, la vacuna ayuda considerablemente a disminuir en un 90% la cantidad de niños infectados con esta enfermedad.

Es bueno saber que el virus no puede transmitirse a través de la leche materna, por lo que la lactancia puede ser iniciada sin problema alguno.

La toxoplasmosis en el embarazo III

Los gatos son los únicos animales que transmiten el parásito de la toxoplasmosis a partir de sus heces. De ahí que haya que tener cuidado al limpiar su arenal, alimentarlo con comida especial para gatos y mantenerlo lejos de la cocina, entre otras cosas, para evitar el contagio sin tener que deshacerse de él.
Sin embargo, tanto la carne de cerdo como de cordero y las presas de caza también albergan este parásito, aunque cualquier tipo de carne puede encontrarse infectada, por ende siempre debe cocinarse y manipularse de forma adecuada, pues si comes carne cruda o poco cocida puedes infectarte.
Algunas de las pautas para preparar la carne de manera segura son: congelar la carne en los días previos a cocinarla para reducir las posibilidades de una infección, cocinar bien la carne ya que es el único modo de eliminar la toxoplasmosis;  evitar el consumo de carne curada en sal o ahumada, excepto que antes los calientes hasta que humeen.
También, para evitar la infección no debes beber leche que no esté pasteurizada, evita comer huevos crudos, lava o pela las frutas y los vegetales,  y mantén bien conservada la comida.
Por otro lado, hay que mantener constantemente limpios los mostradores y utensilios de la cocina, no tocarse la boca, la nariz ni los ojos cuando se esté preparando la comida, lavarse las manos antes de comer, usar guantes al trabajar en el jardín y evitar los areneros públicos.

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Bebés con síndrome congénito de la rubéola

Los tres primeros meses de gestación son de vital importancia ya que  es en esta etapa cuando se desarrollan los órganos y sistemas principales del bebé. Por eso, en caso que la madre durante ese periodo contraiga rubéola, una enfermedad viral, existe el riesgo de contagiar al bebé, pudiendo llegar a ocasionar un aborto espontáneo o el síndrome congénito de la rubéola, provocándole defectos congénitos al feto.
Los bebés con síndrome congénito de la rubéola, por lo general presentan defectos congénitos, como bajo peso al nacer, neumonía, diarrea, meningitis, anemia, irritabilidad y letargo; que irán superando tras el nacimiento.  También, pueden padecer leucocoria, tono muscular anormal, manchas en la cara y/o cuerpo y tendencia sangrar por anomalías de la sangre, pudiendo comprometer también el hígado y bazo.
Los bebés que han nacido con defectos congénitos pueden llegar a desarrollarse con normalidad, superando con cirugías y terapias los problemas, de forma parcial o total. En realidad, todo irá a depender del tipo de defecto que presente y la intensidad del mismo, excepto los problemas que atacan el sistema nervioso, los cuales son irreversibles.
El síndrome congénito de la rubéola, puede ocasionar problemas visuales, auditivos, cardíacos y daños en el  sistema nervioso central.
Pero hay bebés que nacen con el síndrome y no presentan ningún tipo de síntoma, aunque es necesario hacerle un seguimiento en su desarrollo pues existe la posibilidad de  que puedan presentar problemas a futuro, como ser problemas de visión, audición, aprendizaje y comportamiento, que se vuelven visibles a una edad más avanzada.
La mayoría de las mujeres son inmunes a la rubéola, por haber sido vacunadas durante la infancia o haber padecido dicha enfermedad. Pero en caso que se tenga alguna duda, se puede realizar una prueba de sangre para ver si posee anticuerpos contra la enfermedad, en especial antes de buscar un embarazo.
En cuanto a la vacuna, vale decir que la misma se debe administrar 3 meses antes de la concepción, no pudiendo administrarse, bajo ningún punto de vista, durante el embarazo excepto que la madre haya estado en contacto directo con un enfermo y el médico se lo indique. Aquellas  mujeres que dan de lactar pueden ser vacunadas, pues no perjudicará la leche ni a su hijo.
Un dato que vale la pena destacar, si la madre sufre rubéola en el primer trimestre del embarazo, existe un 25 por ciento de probabilidades de que el bebé posea defectos congénitos. Después de las 20 semanas de embarazo, los riesgos se reducen considerablemente.

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Primeras enfermedades del bebé

Desde el cuarto mes de vida, el bebé puede comenzar a sufrir algunas enfermedades, puesto que los anticuerpos que la mamá le ha traspasado por medio de la placenta se fueron agotando. Aunque los bebés alimentados con leche materna se encuentran protegidos por más tiempo.
No debes dudar en consultar al pediatra en caso que tu bebé pierda peso, ya que ésta es una de las señales más comunes de enfermedad en el bebé.
A partir del cuarto mes, el bebé empieza a entrar en contacto con los objetos: agarrándolos, chupándolos y arrojándolos al piso. De modo que está más expuesto a gérmenes y bacterias y puede empezar a enfermarse.
Si incluso hay más niños en el hogar, lo más seguro es que el bebé contraiga las mismas enfermedades que sus hermanos. En la mayor parte de los casos, el sistema inmunológico del bebé se encuentra preparado para dar respuesta a una gran cantidad de agentes infecciosos, de manera que muchos trastornos desaparecen sin necesidad de ser tratados. Lo bueno es que, de a poco, el pequeño irá construyendo su propio sistema de defensas.
En caso que el bebé concurra a una guardería desde edades tempranas, lo más conveniente es asegurarse de que la cantidad de cuidadores sea la adecuada para que cada bebé reciba la atención necesaria y para que no haya un gran hacinamiento de niños, lo que favorece en muchos casos la proliferación de enfermedades.
De todas formas, no siempre resulta sencillo saber cuándo el bebé está enfermo o qué le duele cuando llora de manera persistente, pero existen determinadas señales que nos pueden indicar que algo está sucediendo, como languidez, palidez, presencia de ojeras, irritabilidad, llanto incesante y falta de apetito. En ese caso, los padres deben consultar con el pediatra.
Ciertas enfermedades, como por ejemplo las pulmonares o las renales, son complicadas de detectar, ya que el único síntoma que se puede observar es la pérdida de peso. El bebé, además puede bajar de peso a causa de trastornos digestivos o alergias alimentarias.

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Cómo prevenir la aparición de hongos en la boca del bebé

La boca del bebé recién nacido es una zona muy proclive para la aparición de hongos, como la «candida albicans«, un hongo que aparece en la boca del bebé y ocasiona una infección llamada «muguet«. Normalmente, no genera molestias al bebé, pero debe tratarse para que no provoque dolores en el pecho de la madre.
En ocasiones, se puede observar en el labio superior del bebé un pequeño callo que se desprende cada tanto. Es algo habitual en los bebés amamantados y desaparece con el tiempo, especialmente con el uso de la cuchara.
Según la zona donde aparece, el muguet recibe distintos nombres, como «sapillo», «hollín», «aljolí.
Para prevenir su aparición, si el bebé utiliza biberones o chupetes , resulta conveniente hervirlos con frecuencia para erradicar los hongos.
 Se debe tener especial cuidado en caso que la madre padezca una vaginitis o si se encuentra tomando antibióticos, ya que de la madre pueden contagiarse al bebé.
Para el tratamiento de estos hongos, el pediatra seguramente recomendará un líquido o una pasta que contenga un antimicótico para aplicar en la boca siempre después de las tomas para que permanezca por más tiempo en la boca.
Con respecto a las complicaciones que pueden surgir en una infección de este tipo residen en la aparición de hongos en heces, las cuales pueden causar una dermatitis del pañal muy molesta y complicada de aliviar si no se conoce la causa. Otra de las complicaciones es el contagio del pecho de la madre, quien puede llegar a sentir un intenso dolor en los pechos en cada toma. La candidiasis mamaria es bien molesta, por lo que se precisa tratar al bebé y a la madre a la vez.