Los bebés que comen sano son menos propensos a las alergias alimentarias

Hay evidencias que demuestran la existencia de una relación entre los hábitos alimenticios que mantienen los niños durante el primer año de vida y la aparición de alergia a los alimentos en torno a los dos años de edad, al menos así lo indica un estudio realizado por un grupo de expertos de la Universidad de Southampton (Reino Unido).

Aproximadamente el 8% de los niños padecen algún tipo de alergias alimentarias, motivo por el cual es importante ofrecerles a los bebés alimentos naturales y saludables.

Para el estudio se evaluó la dieta diaria de unos 1.140 bebés durante el primer año de vida y se realizó una comparación entre lo que consumían aquellos pequeños que padecían alergia y los que no. 41 de los cuales presentaron algún tipo de alergia alimentaria. Así, los expertos pudieron determinar que los que seguían una dieta saludable, a base de frutas, verduras, carne y pescado, eran menos propensos a desarrollar una alergia.

Los investigadores concluyeron que la dieta infantil puede ser un factor determinante en el desarrollo de una alergia alimentaria. Además, establecieron que los alimentos frescos para bebés, es decir, naturales y sin añadidos, como las frutas y verduras; producirían menos alergias que los procesados o congelados. La razón residiría probablemente en los distintos minerales, antioxidantes, vitaminas, ácidos grados y minerales que le aportan a los bebés.

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Crece el porcentaje de niños con presión arterial elevada por consumo abusivo de sal

Hace un tiempo, los profesionales de la salud comenzaron a recomendar la presión arterial de los niños mayores de 5 años, sobre todo en aquellos que padecen sobrepeso u obesidad o tienen cierta predisposición a desarrollar este problema. En tal sentido, en los últimos años ha aumentado un 27% el riesgo de presión arterial elevada en niños y adolescentes. En este marco, expertos de la Facultad de Medicina de Harvard (Estados Unidos) realizaron un estudio acerca de la presión arterial elevada en los niños, en el cual hicieron especial hincapié en el abuso del consumo de sal como factor de riesgo.

Tiempo atrás, la presión arterial elevada era directamente asociada a las personas mayores. Sin embargo, actualmente se ha convertido en un problema común entre niños y adolescentes. Una presión arterial elevada propicia el aumento de probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular, así como insuficiencia renal o enfermedades coronarias. Y si bien se trata de un problema que puede pasar inadvertido, sus consecuencias son muy peligrosas.

En la investigación se establece que una presión arterial normal en adultos mayores de 20 años es de 120/80 mm Hg. No obstante, en el caso de los niños y los adolescentes no es tan sencillo de determinar pues suelen tener una presión arterial elevada, la cual varía en función al sexo, la altura o la edad. Por ese motivo, para diagnosticar presión arterial elevada en un niño, los valores deben ser tres veces mayores.

En el trabajo, los expertos examinaron los datos de 3.248 niños entre 1998 y 1994, y de otros 8.388 niños del periodo comprendido entre 1999-2008. Ambas muestras, tomadas de niños de 8 y 17 años, formaban parte del estudio “National Health and Nutrition Examination Survey III”, programa desarrollado por el centro Nacional de Estadísticas de salud estadounidense mediante el cual se pretende constatar el nivel grado de salud y nutrición de niños y adultos.

Ambos estudios determinaron que los niños que consumían mayor cantidad de sal  tenían un 36% más de riesgo de padecer presión arterial elevada, en comparación con aquellos que ingerían sal de forma moderada. Lo más alarmante es que el 80% de los niños de ambos estudios consumían más de 2.300 miligramos de sal por día, mientras que en un pequeño grupo la ingesta sobrepasaba los 3.450 miligramos de sal diarios, es decir, más del doble de lo que recomienda la Asociación Americana del Corazón.

Teniendo en cuenta estos datos, los padres deben controlar muy de cerca la ingesta de sal en los niños para disminuir las probabilidades de que padezcan una presión arterial elevada y la predisposición a las enfermedades asociadas a este problema.

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Claves para enseñarles a comer a los niños

Lograr que los niños adopten hábitos alimenticios salubles no es tan fácil como parece. Sin embargo, existen algunas claves que pueden ser de gran ayuda para que no posean problemas de alimentación.
A medida que el niño vaya creciendo, es un importante hacer que partícipe de los preparativos de la comida, ya sea poniendo la mesa, colaborando en el armado de la lista de compras, eligiendo el menú, ayudando a hacer la comida, etc.
Resulta fundamental, además, crearles a los hijos un hábito de alimentación, lo cual implica comer a la misma hora, en el mismo sitio y de la misma forma. Sólo una vez que hayan adoptado este hábito, podrán comenzarse a hacerse algunas excepciones.
Para fortalecer su autonomía, es necesario dejar que el niño coma solo, pues no lo aprenderá a hacer si sus padres le dan de comer, aunque ello pueda ser la opción más rápida.
También, es recomendable intentar comer en familia al menos unas tres o cuatro veces a la semana, procurando hacer que la hora de la comida sea un momento de absoluta distensión. De ese modo, el pequeño aprenderá imitando lo que el resto come, así como el comportamiento y la forma como se relacionan en la mesa.
Lo ideal es que la comida no sea el eje de las conversaciones, mejor es dedicar este momento para planificar actividades o hablar acerca de lo que cada uno hizo durante el día.  Jamás hay que ver la tele o llevar juegos a la mesa porque se perderá la atención en la comida.
El error común en que suelen caer la mayoría de los padres es prepararle otro menú a su hijo cuando a éste no le agrada lo que hay de comer. En ese caso si no quiere comer entonces que no lo haga, en la próxima comida seguramente tendrá tanto apetito que ya no se resistirá.
Cada vez que los pequeños muestren algún avance, ya sea por si prueba alguna comida nueva o demora menos en comer, es importante que se lo reconozca por mínimo que sea el progreso. Así, el niño tendrá ganas de repetirlo para ganarse la atención de los padres.
Aprender a comer no es algo que pueda hacerse en un día. Por ello, es importante ir planteándose objetivos de a poco y, en especial, tener paciencia y ser firme.

Los niños malcomedores pueden tener un menor rendimiento cognitivo

Una de las cosas de la que más suelen quejarse los padres es que sus niños comen mal. En efecto, las estadísticas indican que entre un 20 y un 60% de los niños son malcomedores.
De acuerdo a un estudio realizado tras el relevamiento de 1.101 niños de entre 3 y 6 años que asisten a siete colegios de Madrid, el 70% de los niños considerados malcomedores poseían un nivel de atención muy inferior en comparación con los niños que tenían hábitos alimenticios saludables.
La investigación, que ha sido publicada en The Open Nutrition Journal, evalúa la relación que existe entre la conducta de los malcomedores, el grado de irritabilidad del grupo familiar, los niveles de atención y la alimentación en niños españoles.
De acuerdo a los resultados obtenidos, la malnutrición se halla asociada a un déficit del desarrollo cognitivo, lo que se traduce en un pobre rendimiento escolar.
Los especialistas definieron a los niños malcomedores como aquellos que consumían por día un 65%  menos de las cantidades recomendadas de carne, legumbres, lácteos, frutas, verduras y carbohidratos.
Con respecto a los hábitos alimentarios de los niños considerados malcomedores, los investigadores concluyeron que se trata de niños que son quisquillosos con la comida, se llenan con rapidez, no experimentan un disfrute al probar nuevos alimentos, e incluso es factible que rechacen comerlos y decidan que no les gustan sin que los hayan llegado a probar antes.
Los malos hábitos alimenticios conllevan una serie de consecuencias a corto y a largo plazo. Así, por ejemplo, al ingerir menos cantidades de frutas, carnes y verduras que las recomendadas, a corto plazo se pueden producir deficiencias nutricionales y trastornos del crecimiento. Mientras que a largo plazo es probable que el niño posea un menor rendimiento cognitivo.

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El sobrepeso en las embarazadas predispone a los bebés a sufrir obesidad

Según los profesionales médicos, los problemas de sobrepeso o de obesidad en las madres constituyen un factor de riesgo en la gestación debido a que existe la posibilidad de que sufran complicaciones, que pueden llegar a afectar incluso al bebé que se está gestando.

En efecto, investigadores colombianos realizaron un nuevo estudio según el cual los problemas de sobrepeso en las embarazadas predispone al bebé que está en el vientre a padecer lo mismo, es decir, la mayoría de las mujeres obesas dan a luz a bebés obesos, algo pudiendo llegar a afectar su desarrollo desde su nacimiento.

Del estudio, que ha sido llamado «Factores de riesgo perinatales para sobrepeso y obesidad en escolares en una población bogotana», participaron unas 528 mujeres y sus respectivos niños cuyas edades oscilaban entre los 5 y los 10 años.

Uno de los ítems más importantes de la investigación ha sido el de la programación fetal, que da cuenta cómo el ambiente al que es expuesto un feto influirá indefectiblemente en él durante su desarrollo.

De esta manera, se verificó que aquellas mamás que sufrían de sobrepeso antes de quedar embarazadas poseían casi el doble de riesgo de que sus hijos padecieran obesidad entre los 5 y 10 años de edad. Por lo que el cuidado inapropiado de la mujer influye en la vida de los niños.

Las mujeres obesas corren el riesgo de tener bebés demasiado grandes. Incluso, es sabido que cuanto mayor sea el peso del pequeño al momento de nacer mayores serán las posibilidades de padezca obesidad, ya sea a corto como largo plazo, pues necesitará más calorías para poder mantenerse y las continuará almacenando.

Una alimentación inadecuada produce alteraciones hormonales que, cuanto antes comiencen, se volverán permanentes. En caso que el niño nazca con un peso normal también será susceptible de ser obeso, ya que adoptarán las malas costumbres alimenticias de sus madres que, sumado a una vida sedentaria, los expondrá a padecer serias enfermedades.

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