Los bebés que comen sano son menos propensos a las alergias alimentarias

Hay evidencias que demuestran la existencia de una relación entre los hábitos alimenticios que mantienen los niños durante el primer año de vida y la aparición de alergia a los alimentos en torno a los dos años de edad, al menos así lo indica un estudio realizado por un grupo de expertos de la Universidad de Southampton (Reino Unido).

Aproximadamente el 8% de los niños padecen algún tipo de alergias alimentarias, motivo por el cual es importante ofrecerles a los bebés alimentos naturales y saludables.

Para el estudio se evaluó la dieta diaria de unos 1.140 bebés durante el primer año de vida y se realizó una comparación entre lo que consumían aquellos pequeños que padecían alergia y los que no. 41 de los cuales presentaron algún tipo de alergia alimentaria. Así, los expertos pudieron determinar que los que seguían una dieta saludable, a base de frutas, verduras, carne y pescado, eran menos propensos a desarrollar una alergia.

Los investigadores concluyeron que la dieta infantil puede ser un factor determinante en el desarrollo de una alergia alimentaria. Además, establecieron que los alimentos frescos para bebés, es decir, naturales y sin añadidos, como las frutas y verduras; producirían menos alergias que los procesados o congelados. La razón residiría probablemente en los distintos minerales, antioxidantes, vitaminas, ácidos grados y minerales que le aportan a los bebés.

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La saliva de los padres reduce el riesgo de alergias en los bebés

De acuerdo a los resultados arrojados por un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, el riesgo en los pequeños de padecer ciertas alergias podría reducirse mediante el traspaso de saliva de los padres a los bebés. Si bien no se trata de una práctica agradable, usar saliva de los padres para limpiar el chupete hace que los niños sean expuestos a bacterias inofensivas que son beneficiosas para estimular el sistema inmunológico, incrementándose así la protección contra las alergias.
No obstante, los expertos en odontopediatría consideran que los posibles beneficios de dicha práctica conllevan algunos efectos secundarios, dado que la flora bacteriana de los bebés es colonizada con millones de bacterias, algunas de las cuales podrían llegar a ser peligrosas.
En el estudio se buscó establecer a qué edad la exposición bacteriana podría influir sobre el sistema inmunológico y el desarrollo de alergias. Para ello, entre todas las opciones que se valoraron, la saliva de los padres en el chupete de los bebés se presentó como la mejor alternativa.
De este modo, se analizó a un grupo de 184 recién nacidos, realizándoles análisis a los 18 y 36 meses de edad con el fin de detectar distintos tipos de alergia. Y los resultados fueron reveladores, del 70% de los bebés que usaron chupete, aquellos cuyos padres limpiaban este objeto con su saliva fueron un 33% menos proclives a padecer asma, eczema o sensibilización a alérgenos, en comparación con los niños cuyos padres no limpiaron el chupete de ese modo.
En cuanto a las posibilidades de sufrir eczema, se observó que esta práctica permitía reducir de manera significativa el riesgo de su aparición si los padres limpiaban el chupete con su saliva durante los primeros seis meses de vida del bebé, dado que la colonización de bacterias inofensivas estimula el sistema inmunológico de los pequeños.
De todos modos, es importante señalar que en este estudio no se han tenido en cuenta los hábitos de higiene bucal que tenían los padres, así como tampoco se analizó cuál era la higiene bucal de los bebés al asomarse los primeros dientes, siendo que los especialistas odontopediatría consideran este procedimiento como un factor de riesgo.

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La higiene infantil extrema aumenta el riesgo de sufrir alergias

La higiene infantil extrema, es decir, cuando los padres cuidan de manera desmedida que todos los objetos que están en contacto con sus niños se encuentren bien limpios, no es recomendada porque al crear un ambiente aséptico puede acarrear ciertas consecuencias, como por ejemplo un menor desarrollo del sistema inmunológico o mayores posibilidades de padecer distintos tipos de alergias.
Los expertos en salud infantil indican que hay que evitar la higiene infantil excesiva, pues esta es una de las causas que hace que el índice de niños con alergias aumente cada  año. En el caso del asma infantil, los especialistas sostienen que se ha duplicado el número de casos en las últimas tres décadas.
La higiene extrema, al igual que las medidas preventivas como la vacunación y la inexistencia del riesgo de infecciones, entre otras cosas, hace que el sistema inmunológico no active las defensas y aumente el riesgo de sufrir alergias.
Hay algunos estudios que revelan que la exposición de los niños a ciertos gérmenes del ambiente ayuda al desarrollo del sistema inmune, fortaleciendo al organismo para que esté más preparado y reduciendo las posibilidades de padecer alergias.
Según los especialistas, los niños de los países en vías de desarrollo, que viven en un ambiente repleto de gérmenes y con carencias sanitarias, nacen con la respuesta inmunológica TH2, células que propician la aparición de infecciones virales o cuadros de alergias. No obstante, las mismas se transforman en TH1, un tipo de células que ayudan al sistema inmunológico a combatir infecciones y disminuir los riesgos de alergias. En cambio, en los bebés que son concebidos en ambientes extremadamente higiénicos, su sistema inmune se desarrolla con menos capacidades.
Algunos datos estadísticos reflejan que los casos de alergia infantil prevalecen un 18,3% en las familias que poseen mayores ingresos, en tanto que sólo el 14,9%  de los niños de familias que se encuentran por debajo del umbral de pobreza padecen menos alergias.

 

La lactancia exclusiva reduce el riesgo de infecciones respiratorias

La lactancia exclusiva, al menos durante los primeros seis meses de vida, es de gran importancia ya que de ese modo los bebés se hallan protegidos, disminuyendo el riesgo de contraer infecciones respiratorias que pueden ser muy perjudiciales para su salud.
Los especialistas médicos señalan que incluso los bebés que son alimentados con leche de fórmula, reemplazando la lactancia materna,  son menos saludables y más propensos  a enfermarse de las vías respiratorias, presentando cuadros de tos y alergias.
En el caso de los niños que son alimentados a base de leche materna poseen más defensas contra las infeccioes respiratorias agudas, como es el caso de bronquitis, gripe, neumonía o resfrío, cuya aparición se produce sobre todo cuando cambia el clima. En efecto, la leche materna le aporta al organismo de los pequeños las vitaminas, proteínas, grasas y minerales suficientes para reforzar su sistema inmunológico.
El calostro, que es la primera leche, no sólo ofrece inmunidad contra las infecciones respiratorias, sino que también protege contra las digestivas y previene los cuadros alergias en la etapa de la adultez.

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Los bebés nacidos por cesárea son más propensos a ciertas complicaciones

Los profesionales médicos afirman que las futuras mamás sólo deben someterse a una cesárea en caso que sea necesario, pues los bebés nacidos por este medio se tornan más proclives a determinadas complicaciones, como por ejemplo las alergias y las enfermedades respiratorias.
Al respecto, un estudio desarrollado recientemente logró establecer que los bebés que nacen por cesárea tienen cinco veces más posibilidades de sufrir alergias, en comparación con los niños que nacen por parto normal, cuyos desencadenantes pueden ser el pólen de las flores, los ácaros del polvo o el pelaje de las mascotas.
Los expertos del Hospital Henry Ford en Detroit, de los Estados Unidos, creen que esto ocurre porque al no pasar por el canal de parto, tal como sucede durante la cesárea, el pequeño no se expone a las bacterias que están presentes en el cuerpo de la madre y que sirven para volverlo más resistente a las enfermedades e  infecciones.
Para arribar a dicha conclusión, se llevaron a cabo pruebas en unos 1.258 bebés, de los cuales algunos nacieron por vía vaginal mientras que otros lo hicieron por cesárea. Este grupo de bebés fue examinado al cumplor el primer mes de vida, y se repitió a los seis meses, al año y a los dos años de edad. De ese modo, lograron determinar que los que habían nacido por cesárea tenían una propensión mayor a sufrir alergias.
De este modo, comprobaron que la exposición durante la primera infancia a los microorganismos incide el desarrollo del sistema inmunológico y la aparición de cuadros de alergias. Por eso, los investigadores sostienen que pasar por el canal de parto hace que los bebés queden expuestos a ciertas bacterias, hecho que fortalece su sistema inmunitario.

Novedoso tratamiento para niños alérgicos al huevo y la leche

Un equipo de expertos, entre pediatras y alergólogos, del Hospital Universitario Quirón Dexeus de Barcelona realizó un ensayo médico, del que participaron unos 200 pacientes, a través del cual se pudo demostrar que existen posibilidades reales de que los niños con alergia a la leche y al huevo puedan volverse tolerantes a dichos alimentos y superar sus síntomas.
El propósito de este proyecto, denominado “Tratamiento de inducción de tolerancia oral o desensibilización”, ha sido intentar modificar los tratamientos que son utilizados hasta el momento para los casos de alergias a los alimentos. De este modo, se logró que los niños dejen de ser alérgicos al huevo o la leche, entre otros productos, de una manera muy novedosa.
Básicamente, el tratamiento reside en administrar de a poco por vía oral pequeñas porciones del alimento al que son alérgicos los pacientes, para evitar producir un cuadro de alergia, hasta llegar a una ración normal o a la dosis máxima que toleren los pacientes, teniedo en cuenta la edad de los mismos.
La diferencia con los tratamientos empleados hasta el momento radica en que es suministrado el alimento problemático. También, lo que se ha modificado es la edad de comienzo de las pruebas en los niños que sufren de alergias, pues el tratamiento ha sido probado en pequeños menores de un año, para que de ese modo puedan desarrollarse sin la mencionada alergia.

Alimentos prohibidos para menores de un año

Los bebés nos permiten aprender cosas nuevas todos los días, pues requieren de muchos cuidados para su óptimo desarrollo. En lo que respecta a la alimentación del bebé, es sabido que los médicos recomiendan la lactancia materna al menos dentro de los primeros seis meses de vida, debido a que constituye la principal fuente de nutrientes que se le puede brindar.

Pero cuando llega el momento de incorporar alimentos sólidos, es importante saber que hay diversos productos que deben ser evitados, en especial durante el primer año de vida del bebé ya que su sistema digestivo no se encuentra todavía desarrollado.

Uno de los alimentos prohibidos son  los lácteos, porque la leche de vaca contiene proteínas que pueden generarle al bebé problemas gástricos, como diarrea o descomposturas, corriendo el riesgo de que se deshidraten fácilmente y eso puede ser  muy peligroso.

Asimismo, tampoco se les debe ofrecer chocolate porque a pesar que puede resultar tentador para los pequeños se trata de un producto altamente alérgico, por lo que puede desencadenar en un brote. Esa es la razón  por la cual es necesario aguardar a que el niño sea un poco más grande para que lo pruebe.

Otros alimentos que pueden producir alergias y que, por ende, son bastante peligrosos son los frutos secos, como las almendras, el maní o las nueces, debido a que la piel de los mismos se puede adherir a las paredes del estómago del pequeño, sin poder digerirlos.

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Convivir con mascotas reduciría el riesgo de sufrir alergias en los niños

Hay familias que creen que mantener a sus bebés lejos los animales es fundamental para cuidar su salud. Aunque en realidad es todo lo contrario, pues cada día más estudios confirman que lo más conveniente es que los niños estén en contacto con las mascotas desde edades tempranas.
En efecto, un estudio reciente sostiene que los bebés que conviven con mascotas, como los perros y los gatos, son menos propensos a desarrollar alergias a esos animales domésticos durante su vida, pero esto solo sucede si ese animal convive con el niño desde recién nacidos. Para arribar a dicha conclusión, esos niños fueron comparados con otros que habían nacido en hogares libres de la presencia de gatos y perros.
Esto se debe a que la exposición a los animales durante el primer año de vida de los pequeños implicaría una exposición a los alérgenos y bacterias del animal, los cuales fortalecen su sistema inmunológico.
Los investigadores no lograron detallar cambios en los niños que fueron expuestos después del primer año de vida, por lo que no pareció existir ninguna influencia sobre el riesgo de alergia, lo que da cuenta de que el tiempo puede resultar clave en lo que respecta a la prevención de las alergias a lo largo de su vida.
La suciedad, resulta buena en cierto modo cuando el niño es expuesto a ella con criterio, ya que los pequeños acostumbran sus cuerpos tanto al pelo como a las bacterias de las mascotas, sin que esto les implique problemas en su salud sino que sirve para prevenir alergias o enfermedades vinculadas a los animales.

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Exponer a los niños a los microbios serviría para prevenir enfermedades a futuro

Un estudio realizado por investigadores del Brigham and Women’s Hospital, en Estados Unidos,  ha logrado probar que la “hipótesis de la higiene” sería pasible de poner en práctica, ya que aseguran que  la hiperprotección con la que hoy en día se trata a los niños los vuelve seres cada vez más vulnerables.
Actualmente, la mayoría de las familias limpia casi con obsesión cada uno de los objetos y ambientes con los cuales los niños están en contacto. A pesar de ello, esta nueva teoría promovería no proteger demasiado a los niños, pues no permitirles estar expuestos a los microorganismos los torna más enfermizos y débiles. Esto explicaría el incremento global del desarrollo de enfermedades alérgicas durante la infancia, así como de enfermedades autoinmunes en los entornos urbanos.
De esta manera, los estudios sostienen que exponer a los pequeños a los microbios, durante sus primeros años de vida, es un factor decisivo para la calidad de su salud a futuro.
Dicha hipótesis cuenta con un sustento biológico con base médica, lo cual permite su comprobación. En las pruebas, que se llevaron a cabo experimentos con ratones de laboratorios, los especialistas pudieron comprobar que la exposición de los ratones libres de gérmenes a ciertos microbios durante la primera semana de vida los llevó a desarrollar un sistema inmunológico normal, previniendo así enfermedades.
El factor determinante, de acuerdo a la hipótesis de la higiene, es que la protección que implica la exposición temprana a los microbios es de larga duración, por lo que en base a ello los científicos podrán empezar a intentar identificar los factores microbianos importantes en la determinación de la protección contra las enfermedades autoinmunes y alérgicas en las personas.

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Primeras enfermedades del bebé

Desde el cuarto mes de vida, el bebé puede comenzar a sufrir algunas enfermedades, puesto que los anticuerpos que la mamá le ha traspasado por medio de la placenta se fueron agotando. Aunque los bebés alimentados con leche materna se encuentran protegidos por más tiempo.
No debes dudar en consultar al pediatra en caso que tu bebé pierda peso, ya que ésta es una de las señales más comunes de enfermedad en el bebé.
A partir del cuarto mes, el bebé empieza a entrar en contacto con los objetos: agarrándolos, chupándolos y arrojándolos al piso. De modo que está más expuesto a gérmenes y bacterias y puede empezar a enfermarse.
Si incluso hay más niños en el hogar, lo más seguro es que el bebé contraiga las mismas enfermedades que sus hermanos. En la mayor parte de los casos, el sistema inmunológico del bebé se encuentra preparado para dar respuesta a una gran cantidad de agentes infecciosos, de manera que muchos trastornos desaparecen sin necesidad de ser tratados. Lo bueno es que, de a poco, el pequeño irá construyendo su propio sistema de defensas.
En caso que el bebé concurra a una guardería desde edades tempranas, lo más conveniente es asegurarse de que la cantidad de cuidadores sea la adecuada para que cada bebé reciba la atención necesaria y para que no haya un gran hacinamiento de niños, lo que favorece en muchos casos la proliferación de enfermedades.
De todas formas, no siempre resulta sencillo saber cuándo el bebé está enfermo o qué le duele cuando llora de manera persistente, pero existen determinadas señales que nos pueden indicar que algo está sucediendo, como languidez, palidez, presencia de ojeras, irritabilidad, llanto incesante y falta de apetito. En ese caso, los padres deben consultar con el pediatra.
Ciertas enfermedades, como por ejemplo las pulmonares o las renales, son complicadas de detectar, ya que el único síntoma que se puede observar es la pérdida de peso. El bebé, además puede bajar de peso a causa de trastornos digestivos o alergias alimentarias.

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