Según la teoría de una pediatra estadounidense, la fiebre ocasionada por determinadas enfermedades, si son correctamente controladas y no son peligrosas, ayudan a los niños afectados a recuperarse.
Se considera fiebre cuando la temperatura corporal sobrepasa los 37,5º, por lo que los padres deben permanecer atentos puesto que puede estar indicando una enfermedad. Si la temperatura del niño es mayor a los 40º es importante concurrir inmediatamente a un centro de salud para su asistencia.
Durante la etapa de la infancia, las fiebres altas son muy habituales a causa de diversas enfermedades, pero al parecer les serviría de ayuda para recuperarse, mediante sensaciones de fatiga que lo inducirían a descansar y dormir más, lo cual resulta clave para que la enfermedad pase y los remedios hagan efecto.
Ante la fiebre elevada de los pequeños, los padres se preocupan y consultan con el médico para poder bajar la temperatura, porque la consideran peligrosa. Pero, según parece, lo que buena parte de los padres no logran darse cuenta es que muchas veces la fiebre no es negativa para el niño, sino todo lo contrario pues lo ayuda a quedarse en la cama, agilizando de ese modo la recuperación, sobre todo en aquellos casos de enfermedades virales. Incluso, estudios anteriores ya daban cuenta de que no hay que combatir la fiebre porque los remedios que se emplean para bajar la temperatura en ocasiones extienden el proceso de recuperación.
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