Los niños que van a la guardería están más expuestos a las infecciones

Los niños menores de dos años que concurren a la guardería corren más riesgo de contraer infecciones, tales como neumonía, otitis, etc. Al menos así lo demuestra un estudio de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), el cual fue publicado el pasado mes de julio.

La investigación demuestra que los niños que van a la guardería no sólo consumen más medicamentos sino que incluso comienzan a necesitarlos más frecuentemente. En el caso de los pequeños menores de un año de vida, tienen 2,5 más posibilidades de necesitar recibir corticoides inhalados.

De todos modos, esto no significa que los niños menores de 2 años no deban asistir a la guardería, ya que los especialistas aseveran que la exposición a determinados gérmenes puede resultar positiva, en especial para la estimulación del el sistema inmunológico pues lo vuelve capaz de reaccionar ante el ataque de los mismos microorganismos patógenos a futuro. Además, es necesario tener en cuenta que las condiciones higiénicas son de suma importancia, sin embargo la higiene excesiva es tan o más contraproducente que la deficiencia de la misma.

Vale recordar que este tema fue tratado hace un tiempo en el XXXVII Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergia y Asma Pediátrica (SEICAP). Durante dicho encuentro, se hizo especial hincapié en que la sobreprotección de los bebés para evitar que contraigan virus y bacterias afecta negativamente el desarrollo del sistema inmunológico, a la vez que aumenta el riesgo de que los pequeños sufran alergias.

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El uso de antibióticos puede provocar eczema infantil

La utilización de antibióticos durante el primer año de vida de los niños incrementa el riesgo de que padezcan un eczema a futuro, así lo afirma un grupo de expertos de la Facultad de Medicina de Northwestern (Estados Unidos) en un nuevo estudio. La investigación, que se basa en otros estudios que se desarrollaron anteriormente, concluye que el riesgo de sufrir un eczema infantil por la ingesta de antibióticos asciende al 40%.

Este nuevo trabajo abona la teoría de que los antibióticos destruyen la flora bacteriana intestinal, que es básicamente de la que depende el desarrollo del sistema inmunológico de los bebés. A ello hay que sumarle otra hipótesis vinculada a la higiene, según la cual el sistema inmune de los pequeños no es expuesto a suficientes desafíos como para desarrollarse con mayor fuerza, situación que sucede en ambientes limpios en exceso y que aumentaría el riesgo de sufrir asma y alergias.

La mencionada investigación establece la existencia de una relación entre los antibióticos y el eczema infantil. En efecto, este tipo de fármacos no ayudarían al sistema inmunológico a que se desarrolle de manera adecuada, por lo que sólo deberían ser usados por indicación médica.

Fueron analizados unos 20 estudios en total, para evaluar la utilización de antibióticos en el embarazo y el uso de estos fármacos en los bebés menores de un año de edad. En el primer caso, no se pudo constatar relación alguna entre los fármacos tomados por las madres y el riesgo de eczema en los bebés. Por el contrario, en el segundo caso sí se pudo constatar dicha vinculación, incluso se comprobó que el riesgo aumentaba en equivalencia, es decir, cuanto mayor fuera el uso de antibióticos mayor era el riesgo de que se manifestara esta enfermedad.

Cabe señalar que un eczema es una afección de la piel que provoca la aparición de  placas irregulares, que se caracterizan por su color rojo y que producen picor. Al rascarse, estas vesículas se rompen y sale pus, formándose costras amarillentas.

Los expertos, lograron determinar que la amoxicilina es el antibiótico que mayor riesgo acarrea de padecer la enfermedad.

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La lactancia exclusiva reduce el riesgo de infecciones respiratorias

La lactancia exclusiva, al menos durante los primeros seis meses de vida, es de gran importancia ya que de ese modo los bebés se hallan protegidos, disminuyendo el riesgo de contraer infecciones respiratorias que pueden ser muy perjudiciales para su salud.
Los especialistas médicos señalan que incluso los bebés que son alimentados con leche de fórmula, reemplazando la lactancia materna,  son menos saludables y más propensos  a enfermarse de las vías respiratorias, presentando cuadros de tos y alergias.
En el caso de los niños que son alimentados a base de leche materna poseen más defensas contra las infeccioes respiratorias agudas, como es el caso de bronquitis, gripe, neumonía o resfrío, cuya aparición se produce sobre todo cuando cambia el clima. En efecto, la leche materna le aporta al organismo de los pequeños las vitaminas, proteínas, grasas y minerales suficientes para reforzar su sistema inmunológico.
El calostro, que es la primera leche, no sólo ofrece inmunidad contra las infecciones respiratorias, sino que también protege contra las digestivas y previene los cuadros alergias en la etapa de la adultez.

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Los bebés nacidos por cesárea son más propensos a ciertas complicaciones

Los profesionales médicos afirman que las futuras mamás sólo deben someterse a una cesárea en caso que sea necesario, pues los bebés nacidos por este medio se tornan más proclives a determinadas complicaciones, como por ejemplo las alergias y las enfermedades respiratorias.
Al respecto, un estudio desarrollado recientemente logró establecer que los bebés que nacen por cesárea tienen cinco veces más posibilidades de sufrir alergias, en comparación con los niños que nacen por parto normal, cuyos desencadenantes pueden ser el pólen de las flores, los ácaros del polvo o el pelaje de las mascotas.
Los expertos del Hospital Henry Ford en Detroit, de los Estados Unidos, creen que esto ocurre porque al no pasar por el canal de parto, tal como sucede durante la cesárea, el pequeño no se expone a las bacterias que están presentes en el cuerpo de la madre y que sirven para volverlo más resistente a las enfermedades e  infecciones.
Para arribar a dicha conclusión, se llevaron a cabo pruebas en unos 1.258 bebés, de los cuales algunos nacieron por vía vaginal mientras que otros lo hicieron por cesárea. Este grupo de bebés fue examinado al cumplor el primer mes de vida, y se repitió a los seis meses, al año y a los dos años de edad. De ese modo, lograron determinar que los que habían nacido por cesárea tenían una propensión mayor a sufrir alergias.
De este modo, comprobaron que la exposición durante la primera infancia a los microorganismos incide el desarrollo del sistema inmunológico y la aparición de cuadros de alergias. Por eso, los investigadores sostienen que pasar por el canal de parto hace que los bebés queden expuestos a ciertas bacterias, hecho que fortalece su sistema inmunitario.

Exponer a los niños a los microbios serviría para prevenir enfermedades a futuro

Un estudio realizado por investigadores del Brigham and Women’s Hospital, en Estados Unidos,  ha logrado probar que la “hipótesis de la higiene” sería pasible de poner en práctica, ya que aseguran que  la hiperprotección con la que hoy en día se trata a los niños los vuelve seres cada vez más vulnerables.
Actualmente, la mayoría de las familias limpia casi con obsesión cada uno de los objetos y ambientes con los cuales los niños están en contacto. A pesar de ello, esta nueva teoría promovería no proteger demasiado a los niños, pues no permitirles estar expuestos a los microorganismos los torna más enfermizos y débiles. Esto explicaría el incremento global del desarrollo de enfermedades alérgicas durante la infancia, así como de enfermedades autoinmunes en los entornos urbanos.
De esta manera, los estudios sostienen que exponer a los pequeños a los microbios, durante sus primeros años de vida, es un factor decisivo para la calidad de su salud a futuro.
Dicha hipótesis cuenta con un sustento biológico con base médica, lo cual permite su comprobación. En las pruebas, que se llevaron a cabo experimentos con ratones de laboratorios, los especialistas pudieron comprobar que la exposición de los ratones libres de gérmenes a ciertos microbios durante la primera semana de vida los llevó a desarrollar un sistema inmunológico normal, previniendo así enfermedades.
El factor determinante, de acuerdo a la hipótesis de la higiene, es que la protección que implica la exposición temprana a los microbios es de larga duración, por lo que en base a ello los científicos podrán empezar a intentar identificar los factores microbianos importantes en la determinación de la protección contra las enfermedades autoinmunes y alérgicas en las personas.

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Primeras enfermedades del bebé

Desde el cuarto mes de vida, el bebé puede comenzar a sufrir algunas enfermedades, puesto que los anticuerpos que la mamá le ha traspasado por medio de la placenta se fueron agotando. Aunque los bebés alimentados con leche materna se encuentran protegidos por más tiempo.
No debes dudar en consultar al pediatra en caso que tu bebé pierda peso, ya que ésta es una de las señales más comunes de enfermedad en el bebé.
A partir del cuarto mes, el bebé empieza a entrar en contacto con los objetos: agarrándolos, chupándolos y arrojándolos al piso. De modo que está más expuesto a gérmenes y bacterias y puede empezar a enfermarse.
Si incluso hay más niños en el hogar, lo más seguro es que el bebé contraiga las mismas enfermedades que sus hermanos. En la mayor parte de los casos, el sistema inmunológico del bebé se encuentra preparado para dar respuesta a una gran cantidad de agentes infecciosos, de manera que muchos trastornos desaparecen sin necesidad de ser tratados. Lo bueno es que, de a poco, el pequeño irá construyendo su propio sistema de defensas.
En caso que el bebé concurra a una guardería desde edades tempranas, lo más conveniente es asegurarse de que la cantidad de cuidadores sea la adecuada para que cada bebé reciba la atención necesaria y para que no haya un gran hacinamiento de niños, lo que favorece en muchos casos la proliferación de enfermedades.
De todas formas, no siempre resulta sencillo saber cuándo el bebé está enfermo o qué le duele cuando llora de manera persistente, pero existen determinadas señales que nos pueden indicar que algo está sucediendo, como languidez, palidez, presencia de ojeras, irritabilidad, llanto incesante y falta de apetito. En ese caso, los padres deben consultar con el pediatra.
Ciertas enfermedades, como por ejemplo las pulmonares o las renales, son complicadas de detectar, ya que el único síntoma que se puede observar es la pérdida de peso. El bebé, además puede bajar de peso a causa de trastornos digestivos o alergias alimentarias.

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