Los niños nacidos a término se desarrollan mejor

Las mujeres que se deciden por un parto inducido o una cesárea sin haber completado la totalidad del proceso de embarazo, resulta interesante que conozcan los resultados arrojados por un estudio que fue desarrollado recientemente por especialistas de la Universidad de Michigan (Estados Unidos). Según los profesionales médicos, se considera normal que el parto se desencadene entre las 37 y las 41 semanas de gestación. Sin embargo, los investigadores determinaron que los bebés nacidos entre las 37 y las 38 semanas tienen un desarrollo inferior, que podría conllevar algún retraso u otro problema, respecto a los que nacen en las dos semanas siguientes.
Por este motivo, es necesario tener en cuenta la importancia de un parto a término. Si un embarazo se desarrolla sin problemas ni complicaciones habría que evitar las cesáreas sin motivo, para dejar que la gestación se desarrolle con normalidad y aguardar a que el parto se desencadene naturalmente. De lo contrario, los especialistas consideran que al truncar este proceso, por más que sea por poco tiempo, podrían surgir ciertos riesgos para el bebé.
Para arribar a esta conclusión, los investigadores efectuaron diversas pruebas a un grupo de 1.562 bebés de Chile con una edad promedio de 18 meses. Luego, se ocuparon de cotejar los resultados con las semanas de gestación que habían transcurrido hasta el momento del parto, comprobándose que en todos los casos los niños nacieron a término y con un promedio de peso de 3 kilos. Pero, a la vez, comprobaron a través de una prueba de desarrollo mental un ligero incremento de la puntuación cifrada en 0’8 puntos, por cada semana adicional que los bebés estuvieron en el vientre materno. Situación similar se evidenció en lo relacionado con la psicomotricidad, donde cada semana adicional estaba asociada a un aumento de 1,4 puntos.
Esta información fue dada a conocer, sobre todo, debido a la tendencia en alza entre las madres estadounidenses que optan por el parto inducido, que está tornándose en algo habitual.

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Salud bucal de nuestros niños

Al tener un bebé no sólo procuramos cumplir con las visitas periódicas al pediatra, para que nos vaya orientando acerca del crecimiento de nuestro hijo y realizarle los chequeos de rutina correspondientes, sino que también comenzamos a poner especial cuidado y observación en pos de lograr detectar cualquier síntoma de enfermedad o molestia del bebé.
La higiene dental es un factor muy importante para la salud del pequeño. La misma debe comenzar desde su nacimiento y no recién cuando aparecen los primeros dientes, como muchos creen. Para ello, se deben limpiar las encías con gasas húmedas o paños humedecidos, lo que permitirá cualquier posible infección en las mismas.
Al iniciarse el proceso de dentición, que generalmente se da alrededor de los seis meses de edad, es necesario continuar con el mismo sistema de limpieza. Ya a partir del año se recomienza empezar a utilizar el cepillo de dientes, solamente con agua o con un poco de pasta de dientes. Al efectuar este procedimiento, por un lado, le inculcaremos a nuestro pequeño hábitos de higiene adecuados y,  por el otro, podremos prevenir la presencia de infecciones o caries.
Sin embargo, a pesar de todos estos cuidados, existe la posibilidad de que surja algún problema vinculado con la salud bucal que requiera consultar con un especialista, ya sean caries, mal crecimiento de los dientes, etc.
De todas maneras, es importante destacar que con buenos hábitos y, sobre todo, mucha constancia, es posible asegurarles una óptima salud dental a nuestros hijos.

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Los bebés son capaces de saber cuando la madre va a abrazarlos

Gracias a una investigación reciente llevada a cabo por expertos de la Universidad de Portsmouth, en Reino Unido, hoy podemos conocer que los bebés de apenas dos o tres meses de vida saben cuando su madre va a recogerlo de la cuna y abrazarlo, motivo por el cual adoptan cierta rigidez para prepararse para ello. En efecto, este comportamiento evidencia dicho mecanismo que contrarresta el efecto desestabilizador de ser recogido.
La primera etapa de la investigación fue realizada con 18 bebés de tres meses, mientras que la segunda se hizo con 10 bebés de entre 2 y 4 meses de edad. Los resultados reflejaron que el mecanismo ya estaba desarrollado a los dos meses de vida, sobre todo cuando el bebé miraba a la madre y, al mismo tiempo, observaban sus manos al estirarse hacia ellos.
Si bien la prueba fue realizada con bebés de dos meses, los investigadores consideran que es probable que este mecanismo se desarrolle en los pequeños pocos días después de su nacimiento. Por eso, los expertos no descartan la posibilidad de repetir la prueba pero con bebés de solamente unas semanas de vida.
Según los especialistas, estos resultados dan cuenta de la necesidad de replantear la manera en la que es estudiado el desarrollo infantil, en especial tras descubrir que los bebés pueden comprender las acciones de otras personas que van dirigidas hacia ellos.
Además, dicho mecanismo, por el cual los bebés saben cuando sus madres están por abrazarlos y adoptan cierta rigidez, podría utilizarse como un método de diagnóstico para la detección de determinados problemas de desarrollo, como puede ser el autismo.
Por otro lado, se logró detectar la existencia de una evolución, pues los bebés van mejorando la coordinación de sus movimientos, tornándolos más suaves y menos rígidos, a medida que transcurre el tiempo.

Sugieren el uso de pañales ecológicos para el cuidado del medioambiente

La marca de pañales biodegradables BioBaby realizó un estudio, del cual se desprende que los pañales convencionales producen unas 900.000 toneladas de residuos que recién se descompondrán dentro de aproximadamente 400 años.
De acuerdo a este estudio, en un lapso de 36 meses un niño usa alrededor de 5.400 pañales tradicionales, cifra equivalente a más de una tonelada de residuos. De modo que sumando el número de bebés españoles, el cálculo asciende a 900.000 toneladas de desperdicios, con el efecto negativo sobre el medio ambiente que ello implica. Por esa razón, se sugiere la utilización de pañales 100% biodegradables o los clásicos de tela reutilizables.
En el caso de los pañales biodegradables, éstos demoran en descomponerse e integrarse nuevamente a la tierra unos 6 años, es decir, 700 veces menos que los pañales tradicionales que son fabricados con materiales derivados del petróleo y otras materias primas.
Según parece, la mayoría de las familias desconocen el nivel de contaminación que generan los pañales convencionales. En tal sentido, el estudio revela que el 85% de los padres no tiene conocimiento acerca de los efectos que producen este tipo de pañales en el medio ambiente.
Con respecto a la composición de los pañales, el 49% de los padres reconoce a la celulosa como uno de sus componentes, sin embargo alrededor del 50% no están al tanto de que los pañales están elaborados con productos derivados del petróleo, como es el caso de los plásticos, elásticos, el polipropileno y adhesivos. Es cierto que los datos arrojados por este estudio benefician claramente a BioBaby, marca que se especializa en la fabricación de pañales biodegradables, aunque a su vez favorece de manera significativa a todas aquellas marcas que ofrecen pañales fabricados con materiales respetuosos con el medio ambiente.
Considerando tales cifras y gracias a que cada día aumenta la conciencia ecológica en las familias, lo ideal es elegir pañales biodegradables o reutilizables para poder disminuir la proporción de residuos generados y, por ende, contribuir en el cuidado de la tierra.

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Relacionan el peso del bebé con el cociente intelectual que tendrá en edad escolar

Un equipo de investigadores de la Universidad de Adelaida (Australia), a través de un estudio realizado recientemente, dio a conocer la existencia de una relación entre el aumento de peso del bebé y el cociente intelectual que tendrá a futuro. Para arribar a dicha conclusión fueron analizados los datos de aproximadamente 13.800 niños nacidos a término. De acuerdo a los resultados obtenidos, aquellos bebés que durante el primer mes de vida experimentaron un aumento de un 40% de su peso, poseen un cociente intelectual que supera en 1,5 puntos respecto a los bebés que aumentaron su peso en un 15%. Vale destacar que la medición del cociente fue realizada a los 6 años de edad.
Al mismo tiempo, se logró constatar que el aumento mayor de la circunferencia de la cabeza está relacionado con un cociente intelectual más alto. En efecto, según  los expertos, la circunferencia de la cabeza indica el volumen cerebral, de modo que un mayor crecimiento de la cabeza es equivalente a un cerebro más desarrollado.
Si bien estudios anteriores han demostrado la existencia de una relación entre el cociente intelectual y la dieta postnatal temprana, esta es la primera investigación que vincula al cociente con el aumento de peso y el tamaño del cráneo. Por esa razón, los autores recomiendan a las embarazadas y a los profesionales médicos en general alimentar de manera adecuada a los recién nacidos para ayudar a que aumenten rápidamente de peso durante los primeros treinta días de vida, ya que así poseerán mayores probabilidades de tener un cociente más elevado.

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Cómo prevenir la «cabeza chata» en los bebés

Desde que la Sociedad Americana de Pediatría  comenzó a recomendar que los bebés duerman boca arriba, han disminuido los casos de muerte súbita en el mundo. Sin embargo, este cambio postural conlleva un efecto secundario, la plagiocefalia posicional, popularmente conocida como “cabeza chata”.
En tal sentido, la plagiocefalia se presenta cuando la cabeza del bebé se encuentra siempre en la misma posición al dormir, pues como el cráneo de los pequeños es demasiado blando este se puede deformar debido por acción de la fuerza de gravedad. De este modo, la parte de la cabeza que permanece siempre apoyada sobre el colchón, ya sea la nuca o el costado, se puede achatar. De todas formas, por lo general, este problema se soluciona naturalmente,  e incluso puede prevenirse, aunque es importante saber que el mismo no genera daños en el desarrollo ni en las funciones cerebrales del bebé.
Para prevenir la plagiocefalia lo ideal es colocar al pequeño en posición supina, es decir, boca arriba, para dormir, procurando ir alternando la posición de su cabeza  cada día.
Cuando se ya es evidente la existencia de una plagiocefalia, los especialistas recomiendan alternar a diario el extremo de la cuna en donde se coloca al bebé, de manera que su cabeza no esté siempre apoyada en el mismo lado. Otra opción sería  colocar un móvil donde se desea que el bebé observe
A partir del quinto mes de vida, el niño comienza a rolar y, por consiguiente, a cambiar de posición durante el sueño, por lo que los padres ya no deben preocuparse.

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¿Por qué no recordamos nuestros primeros años de vida?

El hecho de que los adultos no recordemos nuestros primeros años de vida tiene una explicación. En efecto, investigadores de la Universidad y el Hospital para Niños enfermos de Toronto (Canadá), sostienen que esto se debe a la alta producción de neuronas durante la primera etapa de nuestra vida.
El propósito de dicho estudio era conocer cuál es la relación que existe entre el proceso de generación de neuronas y el almacenamiento en la memoria en los primeros años de vida.
Vale destacar que las neuronas son células del sistema nervioso que se encargan de  la recepción de estímulos y que, al llegar a la madurez, en su mayoría ya no se dividen. Recordar nuestros primeros años de vida es complicado, en especial sabiendo que la producción de nuevas neuronas favorece la capacidad de aprendizaje, pero a la vez elimina viejos recuerdos de la mente.
Según la investigación, que fue presentada en la Asociación Canadiense de Neurociencia, la producción neuronal masiva tiene lugar antes y después de que nazca el bebé, y luego va disminuyendo de manera progresiva a medida que el niño  se desarrolla. Esto es lo que se conoce como neurogénesis en el desarrollo.
Para la investigación se usaron roedores jóvenes y adultos. De este modo, los investigadores lograron descubrir que al ralentizar la neurogénesis en los roedores jóvenes el grado de olvido era menor de lo normal. En tanto que en los roedores adultos, la aceleración de la neurogénesis posterior a haberse formado la memoria bastaba para olvidar o recordar con dificultad. Así, los científicos establecieron la existencia de un vínculo entre la formación de neuronas y el número de recuerdos. De manera que si intentamos recordar hechos de nuestros primeros años de vida, podemos comprobar que son muy escasos y algunos muy fugaces.
Es preciso señalar que en otros estudios se logró demostrar que los niños pueden recordar ciertos acontecimientos a corto plazo, aunque esta memoria no perdura con el paso del tiempo y se sufre lo que se conoce como amnesia infantil.

La composición de la flora intestinal de los bebés puede afectar su crecimiento

Mediante la realización de un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública (FHI) se ha logrado demostrar la relación que existe entre el crecimiento infantil y el desarrollo de la microbiota intestinal. Según parece, la composición de la microbiota de un bebé recién nacido puede impactar de manera significativa en su crecimiento durante sus primeros años de vida. Dicha conclusión se encuentra relacionada a un estudio anterior, según el cual el desarrollo temprano de la microflora, es decir, los microorganismos que se hallan en el intestino de un bebé, puede afectar la tasa de crecimiento y, por ende, padecer obesidad a futuro.
Para este nuevo estudio, los expertos analizaron e identificaron la microflora existente en el intestino de unos 218 niños en diferentes etapas; a los 4, 10, 30 y 120 días de edad. La intención era poder hacer un seguimiento de la evolución de la microflora, para así poder cotejar los resultados con el desarrollo de los pequeños.
A través de la investigación, los expertos han logrado encontrar indicios de que la composición de la flora bacteriana intestinal de los bebés puede estar asociada a un crecimiento lento o rápido en la primera infancia. De todos modos, hay otros factores que pueden llegar a afectar la composición de la microbiótica intestinal y la rapidez con que se desarrolla el bebé. De lo que sí hay certeza es que un mayor conocimiento de la composición de la microflora y de cómo ésta se desarrolla, es condición necesaria para poder manipular a estos microorganismos de forma exitosa. Es importante saber que de la colonización bacteriana depende la maduración de los sistemas inmunológico y endocrino.
Durante el estudio, los investigadores se encargaron de analizar las muestras fecales de los niños con el fin de conseguir identificar en cada etapa la presencia de grupos específicos de bacterias. De acuerdo a la información dada a conocer, se han detectado especies bacteroides a partir del mes de vida, que fueron asociadas a un desarrollo lento de los bebés. Sin embargo, a partir el día 4 y hasta el día 30, observaron la existencia de especies de E. coli, que se las vinculó a un desarrollo óptimo de los bebés.

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Asistir a los controles médicos de rutina reduce el riesgo de hospitalización

Los padres deben ser conscientes de lo importante que es cumplir con los controles médicos infantiles rutinarios, de lo contrario se duplica el riesgo de que los niños acaben hospitalizados, tal como lo señala el centro de investigación para la salud Kaiser Permanente (Estados Unidos) en un estudio. El hecho de que los pequeños se encuentren bien de salud no los exime de los controles pediátricos, pues a través de ellos es posible prevenir o detectar problemas futuros, reduciéndose de ese modo el riesgo de hospitalización y mejorando la calidad de vida de los niños.
Para arribar a dicha conclusión, los especialistas se encargaron de analizar los datos de unos 20.000 niños inscritos en Group Health Cooperative, una organización sin fines de lucro que brinda asistencia y cobertura médica a aproximadamente 700.000 personas. El seguimiento se realizó desde su nacimiento hasta que cumplieron los 42 meses de vida o hasta su primer ingreso al hospital.
En los niños que padecían ciertas enfermedades crónicas, como asma o algún problema cardíaco, se triplicaban las probabilidades de acabar hospitalizados si no concurrían a los controles pediátricos de rutina, mientras que en el caso de otras enfermedades el riesgo se multiplicaba por dos.
Así, los investigadores lograron determinar que el 76% de los niños concurrieron por lo menos unas 7 veces a las visitas con el pediatra.
A grandes rasgos, el 4% de los niños que formaron parte de la investigación y el 9% de los que padecían enfermedades crónicas terminaron hospitalizados, sobre todo por un ataque de asma o neumonía.
El riesgo aumentaba a medida que el número de visitas era menor. De este modo, aquellos que no asistieron a más del 50% de las visitas médicas de rutina  poseían 1,4 veces más posibilidades de ser hospitalizados, en contraste con los que concurrieron a la mayoría de los controles. Los niños con enfermedades crónicas y que no visitaron al médico, tenían entre 1,9 y 3,2 veces de probabilidades de ser hospitalizados.
Cabe aclarar que el estudio mencionado no puede ser usado como prueba para determinar la relación que existe entre el riesgo de hospitalización y el no asistir a las visitas rutinarias, aunque sí muestra que hay una clara asociación entre ambos factores.

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La saliva de los padres reduce el riesgo de alergias en los bebés

De acuerdo a los resultados arrojados por un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, el riesgo en los pequeños de padecer ciertas alergias podría reducirse mediante el traspaso de saliva de los padres a los bebés. Si bien no se trata de una práctica agradable, usar saliva de los padres para limpiar el chupete hace que los niños sean expuestos a bacterias inofensivas que son beneficiosas para estimular el sistema inmunológico, incrementándose así la protección contra las alergias.
No obstante, los expertos en odontopediatría consideran que los posibles beneficios de dicha práctica conllevan algunos efectos secundarios, dado que la flora bacteriana de los bebés es colonizada con millones de bacterias, algunas de las cuales podrían llegar a ser peligrosas.
En el estudio se buscó establecer a qué edad la exposición bacteriana podría influir sobre el sistema inmunológico y el desarrollo de alergias. Para ello, entre todas las opciones que se valoraron, la saliva de los padres en el chupete de los bebés se presentó como la mejor alternativa.
De este modo, se analizó a un grupo de 184 recién nacidos, realizándoles análisis a los 18 y 36 meses de edad con el fin de detectar distintos tipos de alergia. Y los resultados fueron reveladores, del 70% de los bebés que usaron chupete, aquellos cuyos padres limpiaban este objeto con su saliva fueron un 33% menos proclives a padecer asma, eczema o sensibilización a alérgenos, en comparación con los niños cuyos padres no limpiaron el chupete de ese modo.
En cuanto a las posibilidades de sufrir eczema, se observó que esta práctica permitía reducir de manera significativa el riesgo de su aparición si los padres limpiaban el chupete con su saliva durante los primeros seis meses de vida del bebé, dado que la colonización de bacterias inofensivas estimula el sistema inmunológico de los pequeños.
De todos modos, es importante señalar que en este estudio no se han tenido en cuenta los hábitos de higiene bucal que tenían los padres, así como tampoco se analizó cuál era la higiene bucal de los bebés al asomarse los primeros dientes, siendo que los especialistas odontopediatría consideran este procedimiento como un factor de riesgo.

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