Obligar a los niños a compartir los juguetes afectaría su conducta social

Obligar a los niños a compartir sus juguetes no sería positivo para ellos. Al menos así lo sostiene un grupo de expertos de la Universidad de Cornell (Estados Unidos), quienes a través de una curiosa investigación determinaron que los niños serán más generosos a futuro si se les da la posibilidad de elegir y respetar su decisión.

Ahora bien, ¿qué padre no ha instado a sus hijos a que compartan los juguetes con el propósito de inculcarles generosidad y que a futuro sean más sociables? Sin embargo, los investigadores establecieron que dicha acción no arrojaría resultados positivos a largo plazo.

Según los expertos, darles la posibilidad a los niños de elegir si desean o no compartir los juguetes es más beneficioso, pues de ese modo los pequeños logran percibirse a sí mismos como personas a las cuales les agrada compartir, tornándose más propensos a la sociabilidad en un futuro. De lo contrario, si el hecho de compartir no es una opción sino más bien una obligación, esto acabará repercutiendo con el tiempo en su conducta social.

Para arribar a esta conclusión, los expertos analizaron a tres grupos de niños de entre 3 y 5 años de edad. Al primer grupo se le dio la opción de compartir los juguetes con otros noños, al segundo se le ofreció la posibilidad de compartir solamente uno de los juguetes, mientras que el tercer grupo fue obligado a compartir la totalidad de los juguetes. Así, lograron establecer que aquellos niños que son obligados a compartir no querrán hacerlo nuevamente, ya que tampoco tendrán la necesidad de hacerlo. No obstante, quienes tengan la libertad de elegir compartirlos, no solamente serán más generosos sino que además tenderán a repetir la acción en otro momento.

El sexo después de la cuarentena

Luego de transcurrir algunas semanas desde el nacimiento de un hijo, es momento que la madre comience a buscar la amante que lleva adentro para retomar la vida sexual con su pareja.  Claro que al principio no es tan fácil, pues es muy normal que la mujer se sienta cansada, ya que está dedicada por completo a su hijo, a lo cual se suma el hecho de que probablemente aún no haya recuperado la figura que tenía antes del embarazo. Y en esas condiciones, puede que la madre no tenga muchas ganas de hacer el amor.

Lo cierto es que no hay que culpabilizarse. Recuperar el deseo lleva un tiempo, en función de cada persona. Es una etapa más que la flamante madre deberá superar con la ayuda de su pareja. Cuando menos lo espere, podrá disfrutar nuevamente del placer del amor físico que experimentaba antes de tener a su bebé. Sólo es cuestión de darse tiempo.

Hay que tener en cuenta que durante el postparto la mujer debe afrontar cambios hormonales, además de nuevas responsabilidades, pocas horas de sueño y la recuperación de la episiotomía o cesárea, entre otras cuestiones, lo cual en un principio pueden significarle un trastorno a su ritmo de vida habitual.

Aquellas que han tenido una episiotomía, es frecuenten que sientan cierto miedo a retomar las relaciones sexuales. Cabe señalar que es necesario que pase aproximadamente un mes para que el dolor desaparezca completamente durante un acto sexual, o seis semanas en el caso de la cesárea.

También es muy común que durante las primeras semanas posteriores al parto la mujer sufra de dispareunia, que se da básicamente cuando la vagina no está lubrificada. Para aliviar el dolor que ello supone, es sugerible usar un gel lubrificante o una cápsula.

A pesar que el nacimiento de un hijo supone un momento de máxima felicidad, con frecuencia las madres, sobre todo las primerizas, no reconocen su cuerpo. Es importante darse el tiempo necesario para recobrar la figura, que en la mayoría de los casos suelen ser 9 meses e incluso más.  Al mismo tiempo, es indispensable enfocarse en la reeducación perineal, lo que no sólo permitirá recuperar la vida sexual sino que además servirá de ayuda para tonificar las paredes de la vagina.

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¿Qué hacer para que los niños duerman siesta en verano?

Durante las vacaciones de verano es muy común que los niños se resistan a dormir la siesta, sobre todo porque en este periodo los hábitos y rutinas son modificados, por lo que en general suelen comer y dormir a deshoras. Sin embargo, lo más recomendable es que los pequeños duerman la siesta en verano, en especial los menores de tres años, porque ello hará que estén menos nerviosos e inquietos, y que cuenten con la energía para afrontar la tarde.

Para lograr que los niños duerman la siesta es sugerible acostarlos en un sitio fresco y ventilado para que no los afecte tanto el calor dificulta. Asimismo, es  importante que el ambiente tranquilo para ayudarlos a conciliar el sueño.

También, los padres pueden optar por leerles un cuento, poner un poco de música que propicie un clima de relajación o permanecer junto a ellos hasta que se duerman, por dar un ejemplo. A su vez, resulta indispensable que se sientan cómodos, para lo cual es necesario vestirlos con ropa ligera y holgada, evitando taparles con ropa de cama en caso que la la temperatura sea confortable.

La siesta puede ser definida como una práctica beneficiosa, cuya duración debe oscilar entre los 20 minutos y las 2 horas. Generalmente, los más pequeños son más propensos a  tener un sueño más largo. Según la opinión de los expertos, la siesta es indispensable para los menores de cinco años, porque les ayuda en su crecimiento y desarrollo.

En normas generales, los menores de tres años son quienes poseen mayor facilidad para poder dormirse. Pero a partir de esa edad los niños desean continuar jugando, sin importar cuán cansados estén.  Por supuesto que todo depende de cada niño en particular. Algunos se quedan dormidos automáticamente después de almorzar, mientras que otros precisan algo de ayuda para poder conciliar el sueño. Por ese motivo, cada padre seguramente cuenta con las herramientas necesarias para lograr que su hijo desista de continuar despierto.

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Los niños pasan las mismas horas frente a la televisión que sus padres

De acuerdo a una investigación desarrollada por un equipo de expertos de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), los niños imitan los hábitos de los padres cuando consumen televisión. En base a esto, los investigadores sostienen que los pequeños pasan ante el televisor el mismo tiempo que sus progenitores. Por ese motivo, recomiendan a los padres dar el ejemplo para que los niños vean menos televisión. Los especialistas consideran que si los padres miran televisión cuando disponen de tiempo libre, los niños adoptarán ese comportamiento y harán lo mismo.

De todos modos, es necesario señalar que en el estudio no se especifica el tipo de programas que veían los niños, lo cual es importante porque si el contenido es de calidad el consumo de televisión no puede ser considerado negativo. Por otro lado, es necesario resaltar que la investigación se basó en una encuesta efectuada a través de internet, por lo que los padres que no tienen acceso a dicho medio fueron dejados afuera.

Es sabido que pasar muchas horas al día frente al TV es un hábito que se encuentra asociado al sedentarismo, lo cual conlleva más probabilidades de sufrir sobrepeso u obesidad, entre otras enfermedades. Los expertos dejan en claro que ver televisión no es algo malo, sino que el problema reside en el tiempo de exposición, de ahí que recomiendan hacerlo con moderación. Años atrás, la Academia Americana de Pediatría aconsejaba que los menores de dos años no debían ver televisión, mientras que los que superaran esa edad podrían hacerlo durante sólo dos horas cuando el contenido no fuera educativo.

En concreto, a través de este trabajo los expertos analizaron los resultados de la encuesta efectuada a 1.550 padres con hijos de diferentes edades y, tras examinar los datos, observaron que los niños pasan el mismo tiempo que sus padres viendo la televisión. Es por ello que recomiendan proponerles otras actividades a los hijos, como salir a pasear, jugar o hacer deporte, lo que resultará beneficioso no sólo para los niños sino para toda la familia.

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El 44% de los niños españoles tiene exceso de peso

España encabeza en Europa el registro de casos de obesidad infantil, de acuerdo a un estudio desarrollado por la “Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad”. En concreto, aproximadamente el 44% de los niños españoles padecen sobrepeso. Los especialistas aseguran que esta es una problemática que debe empezar a ser combatida desde casa, reemplazando la bollería industrial por  frutas y zumos naturales a la hora de la merienda.
Según dicho estudio, al contrario de lo que debería ser, en los hogares españoles con niños pequeños se consumen menos frutas que en aquellos donde no se tienen niños pequeños.
En este caso, la fruta perfecta para incorporar en la dieta de los niños es, sin dudas, la manzana, puesto que, además de su aporte nutricional, les brinda la energía que necesitan y es muy saciante.  Lo bueno es que se la puede comer de diversas formas, ya sea cruda o cocida, al horno, en puré, cortada en trozos en ensaladas, etc.
Asimismo, una manzana cortada en rodajas puede ser una excelente opción para que los niños consuman en la escuela durante el recreo, así como en la merienda o como tentempié. Es interesante saber también que esta fruta ayuda a mantener los dientes limpios y prevenir ciertas enfermedades, como la hipertensión, diabetes, colesterol, etc.
A medida que los niños crecen, se les puede ofrecer zumos de manzana natural como alternativa para disminuir el consumo de refrescos azucarados, que no sólo les aportan muchas calorías sino que además les provocan “subidones” y bajadas de energía.
En fin, la incorporación de frutas en la dieta de los niños es de gran ayuda para evitar que ganen peso, con el consecuente problema para su salud que ello implica.

El 28% de los niños españoles tiene sobrepreso u obesidad

Aproximadamente el 28% de los niños españoles tiene sobrepreso u obesidad, según lo ha revelado un estudio realizado por la Fundación Thao. Esto se debe a que los niños juegan menos que antes y practican poco deporte, lo cual hace que tengan una vida por demás sedentaria.
Aparte de no llevar una dieta saludable, hoy en día los niños no juegan o sólo hacen una hora diaria de ejercicio físico, algo que aumente inevitablemente la tasa de sobrepeso y obesidad infantil.
Según los expertos, en el colegio solamente se realizan dos o tres horas semanales de educación física, lo cual resulta claramente insuficiente. De todos modos, debido a las limitaciones de esta área en la educación, los niños no pueden hacer educación física todos los días, por lo que es necesario realizar ejercicio o jugar algún juego que requiera de esfuerzo físico fuera del ámbito educativo.
Es muy importante prevenir la obesidad infantil, dado a que se trata de un problema que afecta el desarrollo de los niños, a nivel físico y psicológico. A ello hay que sumarle el hecho de que la salud se va degradando conforme pasan los años.
En aquellas localidades en las que se puso en práctica el programa Thao salud infantil se han obtenido resultados satisfactorios, a tal punto que el sobrepeso sólo aumentó un 0,9%, mientras que la obesidad solamente  lo hizo en un 0,1%, de lo cual se desprende que un 1% del total de los niños sufren sobrepeso u obesidad. La situación es bastante diferente en las localidades donde no se ha implementado el programa en cuestión.
De acuerdo a los datos arrojados por el estudio, el sobrepeso y la obesidad afectan a los niños desde muy pequeños. Lo más alarmante de todo es que a mayor edad la incidencia de este problema se incrementa notablemente.

Los niños prefieren mirar tv a jugar

Los tiempos inevitablemente van cambiando, y los niños de antes poco y nada se parecen a los de hoy, sobre todo en lo que respecta a los hábitos relacionados con el  juego y el entretenimiento, pues actualmente los expertos revelan que los niños juegan mucho menos que los de épocas pasadas.
Un estudio denominado Aladino, que se desarrolló acerca de la Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad, ofrece datos preocupantes de las nuevas tendencias de los niños en cuanto al estilo de vida que adoptan, pues prefieren mirar televisión o navegar por internet en vez de jugar y aprender por sí mismos, lo cual los torna más propensos a convertirse en obesos.
El sedentarismo posee una vinculación estrecha con el aumento significativo de peso en un escaso periodo de tiempo, sobre todo en los niños de entre 6 y 9 años que pasan un promedio de 6 horas como mínimo mirando televisión los fines de semana, dedicándole tan sólo 4 horas a jugar.
En este estilo de vida, sin dudas, tienen mucho que ver los padres, quienes deberían rever las rutinas de su familia para prestarle mayor atención a las actividades que realizan sus hijos, pues en muchos casos los pequeños optan por refugiarse en la televisión, Internet y en los juegos de consola debido a que sus padres pasan muchas horas fuera de casa por el trabajo y no hay nadie que los controle realmente.
Lo ideal es empezar a regular los programas que los niños pueden ver en la televisión así como la cantidad de tiempo que pueden permanecer expuestos frente a la misma, procurando combinar la tv con otras actividades, como juegos al aire libre, deportes, juegos de ingenio y cualquier otra alternativa que favorezca el desarrollo de los pequeños y los mantenga alejados del sobrepreso.

Los niños prefieren comer las frutas en gajos

De acuerdo un estudio elaborado por la Universidad de Cornell (Estados Unidos), divulgado en la revista digital American Journal of Preventative Medicine, hay que ofrecerles la fruta en gajos a los niños para aumentar significativamente su consumo. Para realizar dicho estudio, los investigadores le solitaron permiso a un grupo de escuelas primarias norteamericanas para colocar máquinas expendedoras de manzanas, cortadas en gajos en tan solo unos pocos segundos.
La investigación incluyó además una segunda etapa, en la cual se usaron expendedoras que ofrecían la fruta entera, analizándose luego el consumo que registró cada grupo de expendedoras y controlando inclusive si los niños desechaban parte de la fruta, tanto si estuviera entera o cortada en gajos.
De este modo, se pudo observar que en las escuelas primarias el consumo de fruta aumentó hasta en un 71% por ofrecerla cortada en gajos, más del doble del consumo regristado en las escuelas que ofrecían las frutas enteras. Cifras similares se registraron en las escuelas secundarias, donde el consumo de la fruta troceada aumentó un 73% entre los estudiantes. Tales resultados indican la necesidad de facilitarles a los niños las frutas de un modo más cómodo, sin que tengan que pelarlas, pues se trata de alimentos sanos que no deben faltar en su dieta.
Al mismo tiempo, se logró constatar que al cortar las piezas en gajos se reduce el desperdicio de fruta, ya que cuando los estudiantes comían la pieza entera siempre acababan tirando a la basura parte de ella porque no se la terminaban.
En general, los niños suelen preferir la fruta pelada y cortada. Según los expertos, esto se debe a que la fruta entera les parece demasiado grande y, por ende, molestas para comer.

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Claves para enseñarles a comer a los niños

Lograr que los niños adopten hábitos alimenticios salubles no es tan fácil como parece. Sin embargo, existen algunas claves que pueden ser de gran ayuda para que no posean problemas de alimentación.
A medida que el niño vaya creciendo, es un importante hacer que partícipe de los preparativos de la comida, ya sea poniendo la mesa, colaborando en el armado de la lista de compras, eligiendo el menú, ayudando a hacer la comida, etc.
Resulta fundamental, además, crearles a los hijos un hábito de alimentación, lo cual implica comer a la misma hora, en el mismo sitio y de la misma forma. Sólo una vez que hayan adoptado este hábito, podrán comenzarse a hacerse algunas excepciones.
Para fortalecer su autonomía, es necesario dejar que el niño coma solo, pues no lo aprenderá a hacer si sus padres le dan de comer, aunque ello pueda ser la opción más rápida.
También, es recomendable intentar comer en familia al menos unas tres o cuatro veces a la semana, procurando hacer que la hora de la comida sea un momento de absoluta distensión. De ese modo, el pequeño aprenderá imitando lo que el resto come, así como el comportamiento y la forma como se relacionan en la mesa.
Lo ideal es que la comida no sea el eje de las conversaciones, mejor es dedicar este momento para planificar actividades o hablar acerca de lo que cada uno hizo durante el día.  Jamás hay que ver la tele o llevar juegos a la mesa porque se perderá la atención en la comida.
El error común en que suelen caer la mayoría de los padres es prepararle otro menú a su hijo cuando a éste no le agrada lo que hay de comer. En ese caso si no quiere comer entonces que no lo haga, en la próxima comida seguramente tendrá tanto apetito que ya no se resistirá.
Cada vez que los pequeños muestren algún avance, ya sea por si prueba alguna comida nueva o demora menos en comer, es importante que se lo reconozca por mínimo que sea el progreso. Así, el niño tendrá ganas de repetirlo para ganarse la atención de los padres.
Aprender a comer no es algo que pueda hacerse en un día. Por ello, es importante ir planteándose objetivos de a poco y, en especial, tener paciencia y ser firme.

Los niños malcomedores pueden tener un menor rendimiento cognitivo

Una de las cosas de la que más suelen quejarse los padres es que sus niños comen mal. En efecto, las estadísticas indican que entre un 20 y un 60% de los niños son malcomedores.
De acuerdo a un estudio realizado tras el relevamiento de 1.101 niños de entre 3 y 6 años que asisten a siete colegios de Madrid, el 70% de los niños considerados malcomedores poseían un nivel de atención muy inferior en comparación con los niños que tenían hábitos alimenticios saludables.
La investigación, que ha sido publicada en The Open Nutrition Journal, evalúa la relación que existe entre la conducta de los malcomedores, el grado de irritabilidad del grupo familiar, los niveles de atención y la alimentación en niños españoles.
De acuerdo a los resultados obtenidos, la malnutrición se halla asociada a un déficit del desarrollo cognitivo, lo que se traduce en un pobre rendimiento escolar.
Los especialistas definieron a los niños malcomedores como aquellos que consumían por día un 65%  menos de las cantidades recomendadas de carne, legumbres, lácteos, frutas, verduras y carbohidratos.
Con respecto a los hábitos alimentarios de los niños considerados malcomedores, los investigadores concluyeron que se trata de niños que son quisquillosos con la comida, se llenan con rapidez, no experimentan un disfrute al probar nuevos alimentos, e incluso es factible que rechacen comerlos y decidan que no les gustan sin que los hayan llegado a probar antes.
Los malos hábitos alimenticios conllevan una serie de consecuencias a corto y a largo plazo. Así, por ejemplo, al ingerir menos cantidades de frutas, carnes y verduras que las recomendadas, a corto plazo se pueden producir deficiencias nutricionales y trastornos del crecimiento. Mientras que a largo plazo es probable que el niño posea un menor rendimiento cognitivo.

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