La leche materna: el mejor refuerzo para nuestro bebé

A pesar de que muchas madres no quieran dar el pecho a sus bebes, la gran mayoría sabe que se trata de la mejor forma de prevenirlos contra gran parte de organismos externos que amenacen su salud durante los primeros meses de vida. Y es que, la leche materna es rica en vitaminas esenciales.

Hablamos de vitaminas como la A, B12, C y E, además de llevar consigo sustancias únicas como la proteína leptina, encargada de regular al organismo. De esta forma podemos darle un buen soporte inmunológico, aportarle los nutrientes necesarios para su correcto desarrollo y prevenir a nuestro pequeño contra enfermedades alérgicas, además de reducir predisposición a la obesidad.

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Los bebés aprenden a comer sano desde antes de nacer

Investigadores del Centro Monell de Química de los Sentidos, en Filadelfia, descubrieron que los bebés son capaces de aprender  a comer nutritivamente desde que están en el vientre materno, siempre y cuando la madre lleve una dieta saludable y equilibrada durante la gestación.
Por eso, los especialistas les aconsejan a las embarazadas comer saludable, incluyendo en su dieta generosas porciones de verduras y frutas, pues cuando el niño crezca reconocerá esos alimentos y los seguirá eligiendo.
De modo que, según las investigaciones realizadas, todo lo que la madre come durante la gestación incidirá luego en los hábitos alimentarios de su hijo.  De ahí que cuando los pequeños no quieren comer verduras seguramente se deba a que las madres no suelen incluirlas en su alimentación.
Lo positivo de esta investigación es que demuestra que los bebés pueden aprender precozmente a comer alimentos saludables, inclusive antes de su nacimiento, puesto que están familiarizados con los sabores desde que están en la matriz mediante el líquido amniótico y, posteriormente, por la leche materna.
Para que la investigación fuera posible fueron estudiados unos 46 bebés, con edades comprendidas entre los seis meses y un año. A raíz de ello, pudo identificarse que las madres que solían consumir regularmente jugo de zanahoria  durante el embarazo o la lactancia tenían hijos que, en comparación con aquellos cuyas madres no acostumbraban a tomar este jugo, aceptaban hasta dos veces más las frutas, verduras y cereales.
A la vez, es muy importante que el niño lleve una dieta nutritiva desde el momento del destete, dado que los pequeños son capaces de explorar los distintos sabores de las comidas  a la par de sus padres. Por lo que si desde un comienzo se le ofrecen con regularidad frutas y verduras, en poco tiempo acabá por aceptar tales alimentos.

Las fórmulas lácteas contienen altos niveles de azúcar

Los profesionales de la salud alertaron que algunas marcas de leche en polvo para consumo infantil contienen altos porcentajes de azúcar, lo cual puede perjudicar  el desarrollo del bebé, a corto y largo plazo. De modo que, antes de alimentar a los niños con estos productos, es importante conocer cuáles son sus factores negativos.
En tal sentido, la organización El Poder del Consumidor de América Latina, dirigida por Alejandro Calvillo, ha realizado un estudio, cuyos resultados arrojaron que la leche de fórmula en general contiene entre un 28% y un 54% de azúcares añadidos, lo cual hace que los lactantes consuman de 3 a 6 cucharadas diarias de azúcar.
Esta información impacta fuertemente en la lucha que los profesionales de la salud vienen librando en pos de una nutrición óptima durante la infancia, a la vez que repercute en los esfuerzos destinados a intentar reducir el riesgo de padecer obesidad, uno de los principales problemas que actualmente afectan la salud de los niños.
Por ese motivo, los expertos coinciden en que no existe ningún otro alimento mejor que la leche materna para los bebés, sobre todo hasta los primeros seis meses de vida.
Lamentablemente, por diferentes cuestiones, la leche materna está siendo desplazada por productos industrializados que pueden ser nocivos para la vida de los pequeños, puesto que pueden provocarles enfermedades y hasta incluso la muerte. El hecho de que las fórmulas lácteas y demás productos industrializados, que son usados para la alimentación complementaria, incluyan entre sus componentes altos niveles de azúcares añadidos, inexistentes en la leche materna, es un dato preocupante.
El problema de estos alimentos reside en que poseerían una ruta metabólica radicalmente diferente a la que hace la leche materna.

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Cuidados de la mujer durante la lactancia

Durante el proceso de lactancia es importante que las mujeres se mantengan bien alimentadas e hidratadas, pues sus bebés dependen de ellas. Por eso es importante saber cómo debe ser la dieta y el tipo de agua que más se aconseja para las madres.
La lactancia materna es vital para la vida del bebé durante los primeros seis meses de vida, puesto que lo nutre y le proporciona el nivel de hidratación necesaria, protegiéndolo de mucrobios y bacterias al aumentar sus defensas.
Comparados con los niños e incluso con los adultos, los lactantes poseen mayor cantidad de agua por kg de masa corporal, la sudoración menos desarrollada y menor capacidad para exteriorizar que tienen sed. Los bebés que toman el pecho no necesitan tomar agua, pues la leche materna contiene los niveles necesarios de agua. Asimismo, la lactancia materna fortalece el sistema inmunológico de los pequeños, colabora en el desarrollo cerebral y los hidrata durante los primeros 6 meses de vida, por lo que no precisan beber agua adicional.
Pero para que la leche que la mujer le ofrece a su bebé sea la mejor, es importante que se mantenga bien hidratada, en especial en épocas de demasiado calor. Según los profesionales de la salud, deben añadirse 700 ml de agua diarios durante el proceso de lactancia, preferiblemente de agua mieral, así se optimizará la leche y preservará la salud de la madre.
En el verano las necesidades de agua son mayores, dado que se precisa 1 litro para se se metabolicen correctamente los nutrientes indispensables para producir leche. Por su composición, el agua mineral es la más adecuada porque posee propiedades saludables. Con respecto a la alimentación, se aconseja aumentar el consumo de frutas y verduras, no sólo por los nutrientes que aportan sino por el agua que contienen.
Al dar el pecho, las madres pierden mucho líquido, eso explica la necesidad de que se mantengan bien hidratadas aumentando el consumo de líquidos. En caso de deshidratación puede verse afectada la composición de la leche o reducir la producción de leche.

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La lactancia reduce el riesgo en las mujeres de desarrollar hipertensión

La lactancia protege a las mamás de la hipertensión. Al menos así lo ha demostrado un estudio realizado por investigadores de la University of North Carolina, en Estados Unidos, según el cual las mujeres que dan de mamar a sus bebés durante por lo menos seis meses, tendrían menos posibilidades de desarrollar hipertensión a futuro. De todos modos, la investigación no ha logrado probar que la lactancia brinde una protección a largo plazo.

Para la realización de este estudio, el equipo de investigadores observó una muestra de unas 56.000 mujeres estadounidenses que tenían al menos un hijo y que participaron en el “Nurses Health Study II”.

Los resultados obtenidos indicaron que las mujeres que alimentaron con leche materna a sus hijos, tenían menos riesgo de desarrollar hipertensión en los siguientes 14 años que aquellas que solamente les dieron a sus bebés leche de fórmula.

Aproximadamente a unas 8.900 mujeres se les diagnosticó hipertensión. Sin embargo, las posibilidades aumentaban un 22 por ciento en aquellas que no amamantaron a su primer hijo, en comparación con las que sí lo hicieron. En tanto que las mujeres que jamás dieron de mamar o sólo lo hicieron durante un lapso de tres meses o menos, tenían un 25 por ciento más de probabilidades de desarrollar hipertensión que las que alimentaron a sus bebés con leche materna por un año. Para la obtención de dichos resultados se contemplaron otros factores como el ejercicio, la dieta y el tabaquismo.

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Los bebés aprenden a alimentarse impulsados por el olor de sus madres

Un estudio desarrollado recienemente por investigadores del Wellcome Trust Sanger Institute, en el Reino Unido, sobre cómo los bebés recién nacidos se prenden intuitivamente al pecho de la madre para alimentarse, dio a conocer que los pequeños reconocen el olor de sus madres para alimentarse.

Aprender a succionar con tan sólo unas pocas horas de vida constituye un paso elemental para la supervivencia de los recién nacidos, puesto que los mamíferos, entre los que se encuentran los humanos, tienen que empezar a alimentarse practicamente de manera inmediata tras su nacimiento. Y dicho proceso se da gracias a la biología del instinto.

Al realizar el mencionado estudio, los investigadores aguardaban hallar una feromona que controle la succión en ratones, sin embargo han descubierto un mecanismo completamente distinto. De modo que pudieron demostrar que los ratones no reaccionan a una feromona sino más bien a una respuesta aprendida, la cual se basa en una combinación de olores: el olor de la madre.

Para dar con los olores que participan en el aprendizaje de la lactancia, los especialistas trabajaron con ratones recién nacidos mediante cesárea, que fueron acercados a senos que habían sido previamente lavados y sumergidos en fluidos, como la leche materna, la saliva de las madres, el líquido amniótico y la orina, que son básicamente los olores a los que los bebés están expuesto al nacer. Según los resultados obtenidos, sólo los pechos que habían sido sumergidos en líquido amniótico fueron los que impulsaban a las crías a amamantarse.

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Vacunas para prevenir la Hepatitis B

Es importante que las embarazadas sean conscientes de que deben cuidar a su bebé por nacer de ciertas enfermedades que pueden influir en su desarrollo, como es el caso de la Hepatitis B. Sobre todo, considerando que los bebés afectados por dicha enfermedad poseen un 90% de posibilidades de desarrollar una infección crónica de por vida.

Se trata de una enfermedad hepática que es causada por un virus, el cual reacciona distinto en cada persona puesto que es sabido que hay casos de individuos que tienen la capacidad de combatir la infección, eliminando el virus de forma exitosa. En tanto que en otras personas el virus persiste en su organismo, dando lugar a una enfermedad crónica que puede acarrear diversas complicaciones para toda la vida.

El contagio de la Hepatitis B puede darse como producto de mantener relaciones sexuales sin protección, o por el contacto con sangre contaminada con el virus, que suele ocurrir al compartir cepillos de dientes, agujas u hojas de afeitar. Pero también este virus se puede transmitir de la madre al bebé durante el parto, ya sea vía vaginal o cesárea.

Según los expertos, hay un gran número de mujeres que a la hora de dar a luz desconocen que están infectadas, pues a veces no suelen presentarse síntomas. De manera que se corre un gran riesgo de que los pequeños sean contagiados sin saberlo. Por lo que es obligatorio realizarle un análisis de sangre a todas las embarazadas para determinar si están infectadas.

Tras producirse el nacimiento, los bebés deben ser vacunados contra la Hepatitis B, y recibir una segunda aplicación entre el primero y el segundo mes de vida. La última dosis debe ser aplicada entre los 6 y 18 meses de nacido. En efecto, la vacuna ayuda considerablemente a disminuir en un 90% la cantidad de niños infectados con esta enfermedad.

Es bueno saber que el virus no puede transmitirse a través de la leche materna, por lo que la lactancia puede ser iniciada sin problema alguno.

El bache de los 2 meses

Una de las primeras crisis que afrontan todos los bebés en su primer año de vida es el «bache de los 2 meses«, lo cual hace  que se los note más llorones de lo normal y que demanden más leche para estar satisfechos. Esto es producto de lo que se conoce como ritmo de crecimiento.

La cuarentena es una fecha que mucho tiene que ver en esto. Por un lado, porque la madre ya se encuentra recuperada del parto y, por ende, retorna a su vida normal.  Y, por el otro,  porque la lactancia ya se encuentra establecida. Si bien esto no se produce a los 40 días exactos, lo cierto es que habitualmente los bebés experimentan un bache o una suerte de crisis al llegar a las 5 -7 semanas de haber nacido.

En nuevas investigaciones se corroboró que la ayuda de un psiquiatra infantil puede ser muy importante. En cierto periodo, los pequeños exhiben un comportamiento diferente al habitual, suelen llorar más y se muestran incómodos. Esto es debido a que el cerebro del bebé no madura de manera homogénea, sino que de repente aprende nuevas cosas y comienza a ver que su mundo está cambiando. Estos «baches», por así decirlo, tienen lugar en varias oportunidades durante el primer año. Es bueno saber que  cada «bache» es seguido luego por un periodo de tiempo de calma, en el que es  posible disfrutar de todo lo nuevo que haya aprendido el bebé.

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Hacer ejercicio durante la lactancia no supone riesgos para los bebés

Aquellas mujeres que están en la etapa de lactancia pueden hacer ejercicio físico sin que ello suponga un riesgo para el bebé, puesto que no influye de ninguna manera en el desarrollo del pequeño. Dicha afirmación, se desprende de un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Birmingham, del Reino Unido.
La investigación se basó en el estudio de una serie de ensayos clínicos que analizaban el crecimiento de los bebés de aquellas mujeres que estaban en proceso de lactancia y realizaban ejercicio físico. De manera que, al confrontar los resultados, se logró comprobar que no hay evidencia alguna que de cuenta que el ejercicio realizado por la madre pueda significar un retraso en el aumento del peso de sus hijos.
En efecto, los bebés nacidos de mujeres que realizaban una rutina de ejercicio podían engordar incluso un poco más que aquellos bebés de madres que no realizaban ningún tipo de actividad y llevaban una vida sedentaria. Según los expertos, dicha diferencia podría deberse tan solo al azar, puesto que solamente se verificó una diferencia de  18,6 gramos en promedio.
De este modo, las mujeres pueden hacer actividad física tras el parto sin que ello suponga ningún problema, a pesar de que los profesionales médicos sostienen que deben empezar con tales actividades de manera paulatina un par de semanas luego de haber iniciado el proceso de la lactancia.
Para corroborar los datos se tuvieron en cuenta ciertos ensayos clínicos, realizados entre 1994 y 2009, que se basaban en un grupo de mujeres sedentarias que se hallaban amamantando a sus hijos y que se les fue indicado a algunas de ellas que empezaran una rutina de ejercicio diaria.

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Las embarazadas deben beber 3 litros de agua diarios

La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (Senc), para mantener una adecuada hidratación, recomienda a las futuras mamás beber aproximadamente tres litros de agua al día. Es decir, un litro más que la población general.
Los cambios fisiológicos del embarazo hacen que las mujeres se vuelvan más vulnerables a la deshidratación y al déficit de nutrientes. Esto se puede prevenir bebiendo más agua en la gestación.
Beber diariamente una cantidad apropiada de agua es muy útil para prevenir unos cuantos problemas en las futuras mamás, como infecciones urinarias, estreñimiento y la formación de cálculos renales. También, sirve para mantener el líquido amniótico.
Desde ya, la salud del feto también se encuentra afectada por la proporción de agua que bebe su madre, pues el agua es el factor responsable de que los nutrientes ingeridos por lleguen hasta el niño en gestación.
La recomendación de cuidar la ingesta de agua a la vez debe aplicarse a la lactancia, ya que el 90% de la leche materna está compuesta por agua.
De este modo, tanto las embarazadas como las mujeres en periodo de lactancia deben beber suficiente agua a diario, para su propio bien y el de sus hijos.

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