Mirarse al espejo después del parto

 

Luego del parto resulta muy común que la flamante mamá no consiga reconocer su nueva e inesperada figura frente al espejo. Verse gorda, quejarse del tamaño de las caderas o de los pechos, es un factor común que se desprende de los comentarios que realizan las madres al contemplarse frente al tan temido espejo, el cual nos entrega la imagen de un nuevo cuerpo que es muy difícil reconocer como propio.
Una de las cuestiones que tornan difícil dicho reconocimiento es que se trata del reflejo de un cuerpo, por decirlo de alguna manera, asexuado. La ropa de embarazada nos queda enorme, y la de “mujer” es muy pequeña.
Inmediatamente después del parto se pierden alrededor de 5 kilos y medio, que comprenden el peso del bebé más la placenta, la sangre y el líquido amniótico. Después, se va perdiendo peso de manera gradual a medida que se vaya eliminando el líquido extra que las células han retenido durante el embarazo, aparte del líquido correspondiente al exceso de sangre en tu cuerpo. Es común orinar y transpirar más de lo normal y, al cabo de la primera semana, es posible perder otros 2 kilos en función a la  cantidad de líquido retenido.
Pero esto no es algo que haya que tomar tan a la tremenda. En definitiva, se debe comprender y tomar conciencia de que se trata de un cuerpo de transición necesario para atravesar este período. Por lo que no hay que exigirse estar a la altura de los cánones de belleza.
La maternidad encierra otra clase de belleza. De manera que intentar recuperar de inmediato la figura es sólo una de las tantas exigencias a las que nos vemos sometidas. Todo es cuestión de tiempo, hay que darle lugar a lo diferente. Para recuperar la figura normal se necesita aproximadamente de 1 año. ¡Que no decaiga!

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¿Qué es la cuarentena?

Si hay algo complicado para cualquier nueva mamá ése es el período de puerperio, comúnmente llamado cuarentena, el cual supone un proceso de cambios hormonales y marca el final de una etapa compleja, como lo es el embarazo y el parto. De modo que, muchas veces, el  estado emocional y psicológico de la mujer es más débil y, generalmente, eso suele afectar el modo de ver las cosas.
La cuarentena es el momento en que el cuerpo de la mujer retorna a su situación normal después del embarazo. El organismo en su totalidad vuelve a su regularidad, aunque también se pueden presentar ciertas molestias, como constipación y hemorroides.
Este período de puerperio se extiende el tiempo necesario, por lo general durante seis u ocho semanas, para que el cuerpo de la mamá regrese a las condiciones pre-gestacionales, disminuyendo de manera paulatina las características adquiridas a lo largo del embarazo.
Tras el nacimiento del bebé, los profesionales de la salud recomiendan guardar 40 días de prevención para que la mujer retorne a su estado normal, de ahí el nombre de cuarentena, y comience a recuperar de a poco  el cuerpo que tenía antes.
Durante este período, es común que se produzcan ciertos cambios psicológicos importantes, ya que al producirse tantos cambios hormonales, la mujer atraviesa una especie de depresión, conocida como la depresión postparto, o período de tristeza, que debilita su sistema inmunológico.
La cuarentena era una medida que se tomaba fundamentalmente hace alrededor de 50 años, cuando se acostumbraba aislar a las mamás que podían llegar a sufrir algún trastorno o eran más débiles a cualquier contagio.
Hoy en día, la cuarentena es vista y tomada de otra manera, y las mamás no son aisladas en su casa por estos motivos. Tan solo los médicos recomiendan que, durante estos días, las mamás descansen lo suficiente y comiencen a incorporar los cambios que se van a suceder en su vida con la llegada del nuevo integrante a la familia.

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Puerperio

Luego del nacimiento de un hijo, comienza un nuevo camino por recorrer para la madre, el cual muchas veces es bastante diferente a lo que en algún momento imaginó. No todo es color de rosa. La ansiedad que se vive durante los nueve meses de embarazo suele chocar con la realidad. Así, se le da la bienvenida al puerperio y la maternidad.
El puerperio se caracteriza por ser un periodo de cambios físicos, hormonales y psicológicos, cuya duración depende de cada mamá en particular en base a su historia personal, su vínculo con el bebé y a cómo se incluye al flamante padre.
Al mismo tiempo, tras el nacimiento del bebé, surgen ciertas incomodidades físicas tales como las molestias por la episotomía, la cesárea, la bajada de la leche, el cansancio y un conjunto de emociones encontradas.
Por lo general, durante el puerperio las mujeres nos sentimos muy sensibles, irritables, inseguras, confundidas entre lo que anhelamos y extrañamos del embarazo con los mandatos o consejos externos acerca de lo que “debemos hacer” en esta nueva etapa de nuestras vidas.
Un recién nacido demanda continua atención de parte de su mamá, quien debe estar a su disposición para cambiarle los pañales, darle el pecho cada dos horas, bañarlo o calmar su llanto. Esta nueva etapa, si bien es agotadora, se da de manera natural y marca el comienzo de un nuevo camino.
Sin embargo, muchas mamás (entre las que me incluyo) suelen angustiarse durante las primeras semanas debido a que no saben cómo tratar a sus bebés, generando una sensación de frustración. Pero tranquilas, a medida que la mamá y el bebé van descubriéndose, la angustia de esta primera etapa va cesando.
De todas maneras, para algunas mujeres el puerperio deviene en una depresión post parto, una enfermedad muy común que puede persistir durante meses o, incluso, años, a causa de los cambios físicos y hormonales. Por lo que si bien las madres solemos padecer un periodo pasajero de tristeza tras el parto, un episodio depresivo severo no resulta normal y requiere de inmediata atención.

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Alteración del sueño en el embarazo

 

Desde el momento que nos enteramos de que vamos a tener un bebé, no falta quien nos advierta acerca de las náuseas, los mareos y los cambios en el cuerpo. Pero lo que más se siente es un arduo deseo de dormir, el mayor tiempo posible.
Durante el primer trimestre es muy  común que sintamos un importante estado de somnolencia, lo cual se debe al aumento de la progesterona, una hormona que posee un efecto sedante sobre el cerebro durante el embarazo.
El segundo trimestre es, sin dudas, el más favorable debido a que el feto disminuye la presión que ejercía antes sobre la vejiga, cesando de ese modo las ganas de ir al baño a cada momento.
Por su parte, en el tercer trimestre la situación es un poco más complicada. Durante este último periodo, la panza habrá crecido mucho y resulta difícil encontrar la posición adecuada para descansar, por lo que resulta bastante complicado, por no decir imposible, dormir de corrido durante la noche sin despertarse.
Tales alteraciones del sueño y el estrés en el embarazo, por lo general, suelen provocarnos un estado constante de malhumor y malestar. Por eso, para facilitar el descanso es recomendable usar sábanas de raso, para tener un mejor deslizamiento en la cama.
Con respecto a la frecuencia de orinar, no existe una solución concreta más que evitar beber mucho líquido durante la noche, incluyendo bebidas que contengan cafeína o gasificadas.
Asimismo, para favorecer el buen descanso es aconsejable dormir de costado, si es sobre el izquierdo mejor, con una pierna flexionada y la otra extendida para estimular la circulación sanguínea.
Más allá de la ansiedad propia de toda embarazada, lo ideal es descansar lo suficiente para disponer de la energía necesaria para llevar una vida activa hasta el final del embarazo. Aprovechemos a descansar ahora, ya que después del nacimiento de nuestro hijo se volverá una misión casi imposible.

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Aumento de peso en el embarazo

Una de las cuestiones que suele preocupar a toda futura mamá es aquella que alude a la posibilidad de aumentar de peso de manera excesiva. Sin embargo, esto es algo que puede controlarse con tan sólo respetar algunas reglas básicas.
La mayor parte de las mujeres bajan los kilos ganados durante el embarazo, por lo general, entre los seis meses y un año luego de dar a luz.
Resulta imposible predecir si una embarazada va a aumentar mucho de peso o no. Algunas mujeres, perderán el control de su alimentación durante el periodo de gestación y van a ganar kilos, en tanto que otras vivirán los cambios de su cuerpo de una manera muy relajada.
Vale aclarar que las hormonas ligadas al embarazo favorecen el aumento del apetito. Al tiempo que la aparición de retención de líquido, inclusive de edemas, acarrea un aumento importante de la curva de peso, especialmente en el último trimestre del embarazo.
El aumento de peso en el embarazo depende de cada persona. El promedio del aumento de peso varía entre 9 y 13 kg, aunque las mujeres muy delgadas pueden aumentar más  sin que ello implique ningún riesgo para su futuro bebé.
Es importante subrayar que la cuestión no es comer por dos durante el embarazo, sino comer mejor, adoptando un régimen equilibrado. Ciertos factores, como la edad, el haber aumentado mucho de peso en los embarazos anteriores, y un ritmo de vida sedentario, pueden acarrear consigo el aumento de peso.
En cualquier caso, la idea no es hacer un régimen restrictivo sino, más bien, vigilar la calidad de tu alimentación, en especial las cantidades.
Resulta complicado predecir el tiempo que se necesitará para recuperar la línea. A algunas mujeres les costará bajar los kilos ganados durante el embarazo, mientras que otras los perderán sin problema. En cualquier caso, lo importante es no obsesionarse con el tema, y vivir este maravilloso estadio de la manera más relajada posible.

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Problemas para amamantar al bebé

 

La lactancia, en sí misma, comienza poco después del parto, cuando el pecho de la madre  empieza a producir leche. Al comienzo, se segrega un líquido que recibe el nombre de calostro, una sustancia baja en grasas y alta en proteínas que le confiere al bebé los anticuerpos necesarios. Entre 48 a 96 horas después de producido el parto, comienza la producción a gran escala de leche. Aunque, no siempre es así ya que algunas mujeres enfrentan problemas para amamantar al bebé.
Por lo general, el problema para amamantar reside en que la leche no baja o lo que baja resulta insuficiente. De modo que si el médico ha descartado cualquier problema de salud que pueda generar una situación de este tipo, existen ciertos factores que influyen de manera negativa en el ánimo de la madre y que impiden esa bajada de leche, tan importante para la alimentación del bebé durante sus  primeros meses de vida.
En ocasiones, la ausencia de la leche materna se debe a causas tan comunes como fáciles de corregir. Sentimientos erróneos acerca de la lactancia, tales como vergüenza o temor; estrés excesivo, en especial si la madre sufre depresión postparto;  la fatiga del parto y la crianza del bebé durante los primeros días;  y la posición inapropiada del bebé o la madre al momento de amamantar, son sólo algunas de las causas a las que hacemos referencia.
También, existe la posibilidad de que los senos, en especial en las primerizas, sufran una congestión que impida el libre flujo de la leche. Pero esto es algo que el médico puede ayudar a solucionar.
La mayoría de los casos, se deben a un manejo inapropiado de la lactancia. Sobretodo  por el suministro de biberones de complemento, lo cual produce en los bebés una confusión de succión, ya que el modo de tomar el biberón y la manera en que el bebé toma el pezón son totalmente diferentes.
Los protectores del pezón acarrean el mismo riesgo de confusión de succión. Asimismo, la boca del bebé no entra en contacto de forma directa con la areola y las terminaciones nerviosas son estimuladas de modo deficiente, por lo que la cantidad de leche producida baja y llega a ser insuficiente en muy poco tiempo.
De todas maneras, vale aclarar que resulta extraño no poder dar una solución a una insuficiencia de la producción de leche. Es importante un diagnóstico adecuado y oportuno, para que el médico pueda aportar las soluciones que se adapten a cada situación para permitir que madre y bebé continúen con su relación de lactancia.

Calambres en el embarazo

Algo muy común en las embarazadas, y bastante fastidioso por cierto, sobre todo durante el segundo y tercer trimestre de gestación, es la aparición de calambres dolorosos en las piernas, sobre todo de noche o mientras se está acostada. Incluso, los calambres suelen suceder con mayor frecuencia en los últimos meses del embarazo.
Cuando los músculos se tensan de manera repentina provocando dolor intenso, eso es lo que se conoce como calambres, los cuales pueden producirse por diversas causas tales como la  falta de líquidos, un esguince muscular, problemas de circulación sanguínea o por permanecer en la misma posición durante un período prolongado de tiempo.
En realidad, no se sabe a ciencia cierta cuál es el motivo por el que aumentan los calambres en las piernas durante el embarazo. Aunque, los mismos pueden aparecer por cambios en la circulación sanguínea, la presión sobre los músculos de la pierna debido al exceso de peso del embarazo o la presión que ejerce el bebé sobre los nervios y vasos sanguíneos que van a las piernas.
De todas maneras, a no desesperarse, ya que existen algunos trucos para evitar o aliviar la intensidad de los calambres en las piernas. En primer lugar, se deben estirar las piernas  antes de acostarse, evitando poner el pie en punta. Si, de todos modos, sobreviene un calambre, hay que estirar la pierna con el talón extendido y mover los dedos del pie. Asimismo, es importante tratar de evitar permanecer sentada o parada en una misma posición por un periodo prolongado.
Hacer ejercicio con regularidad, previa aprobación del profesional de la salud, como por ejemplo realizar caminatas diariamente, ayudan a impedir la aparición de los calambres en las piernas. También, es importante beber líquidos en abundancia para evitar deshidratarse.
Otras opciones son relajar el músculo con un masaje cuando se esté produciendo el calambre en la pierna, o bien darse un buen baño tibio antes de acostarse.
De todas maneras, no olvides consultar con tu médico ante la menor duda.

Primeras señales de parto

Por lo general, el mayor temor de cualquier madre primeriza reside en cómo saber cuándo ha comenzado el parto. Pero no hay de qué preocuparse, cuando llegue el momento, te darás cuenta naturalmente.
Si bien, normalmente, se trata de un proceso lento, que suele durar en algunos casos alrededor de doce horas o incluso más, hay diversos síntomas que anuncian la pronta llegada del bebé, como es el caso de la pérdida del tapón mucoso y la aparición de las famosas contracciones, que en un principio son muy suaves y de corta duración. De todas maneras, bien vale aclarar que no hay que salir corriendo al hospital ni bien aparecen alguno de estos síntomas ya que lo más seguro es que te envíen nuevamente para tu hogar.
En un primer momento, las contracciones se irán repitiendo cada media hora aproximadamente. Luego, los intervalos entre las mismas se irán reduciendo y el dolor se tornará, cada vez, más intenso.  De modo que es importante ir midiendo la frecuencia con que se van repitiendo las contracciones y la duración de las mismas. Ahora bien, cuando las contracciones comiencen a repetirse cada tres minutos por el espacio de media hora, es que ha llegado el momento de ir al hospital.
Puede que, incluso, sufras la rotura de la bolsa de aguas, con expulsión de líquido amniótico, lo cual también es una señal que indica que debes acudir al médico.
De todas maneras, no debes preocuparte si acudes antes de tiempo al hospital, ya que lo más importante es tu seguridad y la de tu bebé. En todo caso, será el obstetra quien, luego de examinarte, determine en cuál fase del parto te encuentras de acuerdo al  nivel de dilatación que presentes. La dilatación se mide del uno al diez, siendo el diez el nivel necesario para que se produzca el parto por vía natural.
Lo fundamental es que mantengas la calma y estés relajada para ese momento tan especial y esperado. No hay manera de que no te percates que está por nacer tu bebé, te lo puedo asegurar.

Vitaminas que aporta la leche materna


La leche que la madre da al bebé amamantándolo tiene propiedades insustituibles para la alimentación del recién nacido, además de que le proporciona un momento de intimidad y de contacto esencial para que se produzca esa conexión que ambos necesitan.
La leche materna entre sus componentes tiene vitaminas de distintos tipos que se trasmiten al bebé y le permiten estar protegido de enfermedades e ir creando su sistema inmunológico, que será la barrera que lo ayudará contra los posibles agentes patógenos.
Entres estas vitaminas encontramos la vitamina A,  de característica liposoluble, la que se halla en una proporción mucho mayor que la de la leche madura. Asimismo se encuentra el betacaroteno. Incluso en los bebés prematuros se ha podido comprobar que la leche materna tiene un proporción aún mayor de vitamina A que los bebés nacidos a término, lo que demuestra que el cuerpo adapta su performance a las necesidades específicas del recién nacido.
También se encuentra la vitamina K, la que también está presente en mayor proporción que en la leche de vaca. Después de aproximadamente quince días del nacimiento el bebé comienza a sintetizar esta vitamina.

 

Los recién nacidos que han sido amamantados no corren riesgos con respecto a problemas de hemorragia severas.
Con respecto a la vitamina E, también está presente en mayor proporción que en la leche de vaca. Ayuda a prevenir posibles anemias y el desarrollo sano de los pulmones.
En materia de vitamina D la proporción que está contenida en la leche materna es significativamente superior a la que existe en la leche de vaca: aproximadamente cinco o seis veces más. El recién nacido comienza a producirla por sí mismo si se le expone algunas horas a la semana al sol. Todo esto bajo supervisión del pediatra, que indicará la frecuencia y la forma de esta exposición.
La vitamina C se encuentra en una proporción dos veces mayor en la leche materna que en la leche de vaca.
Del complejo vitamínico B la leche materna tiene todos sus componentes, aunque cuando la madre es vegetariana puede ser que necesite un suplemento de vitamina B12.
Como se puede apreciar la leche materna es rica en vitaminas, todas necesarias para el desarrollo saludable del recién nacido.

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Lactancia materna, como saber si estoy alimentando de más a mi bebé

Muchas madres, sobre todo cuando son primerizas, no saben si están alimentando de la forma correcta a sus pequeños, ya que se hace difícil registrar si el pequeño está mamando la cantidad de leche materna necesaria, y en algunos casos pensamos que la alimentación es escasa o en otros que lo estamos sobrealimentando, ya que generalmente los pediatras aconsejan que la teta sea a libre demanda, o sea cada vez que el niño la solicita.

Pues bien, los niños recién nacidos y en sus primeros meses de vida suelen alimentarse cada 2 o 3 horas, y esto no quiere decir que lo estemos sobrealimentando, ya que algunos otros piden la teta cada 4 o 5 horas, y tampoco les está faltando el alimento necesario para su correcto crecimiento y desarrollo.

Generalmente los niños consumen 150 centímetros cúbicos /kilogramo de peso cada vez que se prenden al pecho, aunque no es una regla general, por eso siempre es necesario que las mamás comencemos a establecer rutinas alimentarias hasta establecer un ritmo, donde podamos saber cuando el pequeño llora porque se siente hambriento y cuál es el momento indicado de prenderlo al pecho.

La lactancia varía de acurdo a la etapa de crecimiento en la que se encuentran, por eso algunas veces demandan más y otras un poco menos, lo importante es estar atenta los primeros meses, para lograr así un reconocimiento y poder permitirle que se alimente de nuestro pecho cada vez que sea necesario. La leche materna es el mejor alimento que se le puede brindar a un pequeño los primeros meses de vida, nunca estarás sobrealimentando a tu bebé.