La lactancia materna ayudaría a reducir a futuro los casos de obesidad en las mujeres

La lactancia materna no sólo entraña beneficios para el desarrollo y la salud del bebé recién nacido sino que ahora los especialistas no dudan en afirmar que también resulta beneficiosa para la madre, ya que la ayuda a mantenerse más delgada, disminuyendo así el riego de padecer obesidad a futuro.
Todo embarazo influye de manera directa en el cuerpo de las mujeres, muchas de las cuales poseen dificultades para bajar los kilos que aumentaron durante la gestación. Incluso, a cierta edad el sobrepeso impacta de manera notable en la silueta de la mujer, pudiendo generarle en muchos casos problemas de autoestima de la mujer y desembocar en toda clase de enfermedades.
Según los expertos, amamantando a los bebés, las mujeres serán más delgadas una década después. Tal afirmación, se desprende de una investigación llevada a cabo recientemente en el Reino Unido, para la cual se realizó un seguimiento de unas 740.000 mujeres durante varias décadas.
A través de dicho estudio, que fue publicado en la International Journal of Obesity, se logró comprobar que las mujeres alrededor de los 50 años poseían un índice de masa corporal mayor, cuantos más hijos tenían. Estos datos cambiaban visiblemente en aquellas  mujeres que habían amamantado a sus hijos, puesto que por cada seis meses de lactancia el índice de masa corporal disminuía un 1%.
La investigación, dirigida por de la organización Cancer Research Uk y el Consejo de Investigación Médica (MRC) del Reino Unido, se apoyó en los datos del Estudio del Millón de Mujeres que, desde hace décadas, viene recavando información acerca de cómo los factores reproductivos y el estilo de vida impactan en la salud de la mujer.
De acuerdo a lo que sostienen los especialistas, el efecto positivo en el peso de la mujer se evidencia a largo plazo, lo cual representa un hallazgo revelador pues, de ese modo, la lactancia materna ayudaría a reducir los casos de obesidad a futuro y, por ende,  disminuiría la aparición de enfermedades relacionadas con el sobrepeso, como las afecciones cardíacas y la diabetes. Esto supondría una baja importante en el número de muertes prematuras generadas cada década por efecto de la obesidad.

 Imagen:

http://ecosdemiciudad.blogspot.com.ar

Infección urinaria, diagnóstico y cuidados

La infección urinaria es muy común en los niños. Se trata de una infección localizada ya sea en los riñones, la pelvis renal, los uréteres, la vejiga o la uretra, cuya detección y tratamiento es muy importante puesto que de no tratarse podría ocasionar daños serios en el riñón del pequeño.
Uno de los factores fundamentales que determina la aparición de las infecciones urinarias es el relacionado con los hábitos de higiene que la mamá tenga con su hijo, es decir, las veces en que se les cambia el pañal y la forma de aseo de los genitales, puesto que es muy fácil que los gérmenes que se hallan en las heces lleguen a la vejiga. Por ese motivo, hay que cambiarle con frecuencia los pañales al bebé.
Además del llanto continuo, falta de apetito, fiebre y vómitos, los niños que tienen infección urinaria generalmente presentan ictericia (coloración amarillenta de la piel), palidez y olor fuerte en la orina, entre otros síntomas.
Si además de ello, padece decaimiento o exhibe pérdida de peso, es necesario acudir con el niño al pediatra, para que le recete los antibióticos necesarios y realizarle las pruebas de rigor.
De manera que para combatir las infecciones básicamente es necesario darle el pecho al bebé a demanda, pues la lactancia materna ayuda a aumentar las defensas del organismo; no ponerle prendas que le puedan irritar, cambiarle con frecuencia el pañal.
Siempre ante la menor duda de infección se debe recurrir con prontitud al médico.

 Imagen:

http://img.bebesymas.com/limpiarse_bien.jpg

¿Qué hacer cuando el bebé rechaza el pecho?

Todas las embarazadas esperan con ansias el momento de amamantar a su bebé. Sin embargo, lo que no imaginan es que el pequeño puede que no quiera el pecho. En esos casos, es necesario detectar el motivo de su rechazo para hallar una solución.
La Organización Mundial de la Salud sostiene que la lactancia materna es la manera ideal de alimentar al bebé hasta, por lo menos, los 6 primeros meses de vida, pues la leche materna contiene los nutrientes y sustancias inmunitarias que necesita el pequeño para un correcto desarrollo.
Si no se logra que el niño mame, es conveniente modificar la técnica, pues puede que ésta sea inadecuada. Si el niño no es colocado bien, no se puede enganchar al pezón ni tampoco sacar leche. Para evitar que ello suceda, es recomendable probar distintas posturas para amamantar hasta hallar la que resulte más cómoda, tanto para la mamá como para su hijo. Una vez hallada la posición, hay que meterle el pezón y parte de la areola en la boca, aproximando al bebé al pecho.
Por otro lado, el empleo del biberón y/o del chupete puede quitarle las ganas de mamar al bebé. Por lo que lo mejor es no usarlos, al  menos hasta que la lactancia esté bien instaurada.
Otra de las razones que suele afectar la lactancia es el frenillo lingual corto, labio leporino o paladar ojival. En este caso, será el pediatra quien evalúe la situación y definirá cuál es la mejor forma de proceder.
Si la mamá posee pezones cortos o invertidos, al niño le costará más agarrarse al pecho, aunque puede mamar. Para ello, existen pezoneras que se consiguen en cualquier farmacia.
La tensión mamaria, también puede influir en la lactancia. Cuando la madre posee demasiada leche, el pecho se hincha de tal manera que al bebé le cuesta mamar. La solución es sacarse un poco de leche, ya sea manualmente o con un sacaleches, antes de comenzar a amamantar al pequeño.
Incluso, la dieta materna puede hacer que el bebé rechace el pecho, ya que el sabor de la leche puede variar en función a los alimentos ingeridos por la madre. De modo que es conveniente llevar una dieta liviana y saludable, limitando el consumo de alimentos fuertes como el ajo, la cebolla, los espárragos, etc.

Imagen:

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/5/58/Lactancia_6_meses.jpg/437px-Lactancia_6_meses.jpg

 

La lactancia materna reduce el riesgo de muerte súbita en los bebés

Ya todos sabemos que la lactancia materna es, por diferentes motivos, la opción más saludable para los bebés.
Una de las razones principales reside en que disminuye el riesgo de padecer muerte súbita, lo cual hasta el momento ha sido discutido por distintos estudios.
No obstante, un metaestudio elaborado por la Universidad de Virginia fue concluyente al respecto, ya que logró corroborar lo que hasta el momento el saber popular ya sostenía, y es que la lactancia reduce el riesgo de padecer muerte súbita.
Para dicha revisión fueron utilizados algo más de 280 estudios, llevados a cabo entre los años 1966 y 2009. Los resultados obtenidos han sido más que categóricos. Los niños que toman pecho poseen un 60% menos de posibilidades de padecer el SMSL  en contraste con los que no son amamantados.
Es más, si la lactancia materna es exclusiva dicho riesgo se reduce un 73%, de manera que los resultados son realmente contundentes.
De esta forma, se suma la lactancia a otras recomendaciones para evitar el SMSL, pues representa una fuente inagotable de salud para los bebés.

Imagen:

http://fortaleciendolazos.files.wordpress.com/2010/11/amamantamiento_mirada.jpg

Promover la lactancia para un futuro adulto más sociable

Un nuevo estudio, llevado a cabo por un grupo de investigadores finlandeses, logró determinar que la lactancia materna impediría que los niños desarrollen hostilidad a lo largo de su crecimiento. Al tiempo que se especula que los adultos que han sido amamantados al nacer son seres mucho más sociables y felices.
Para arribar a dicha conclusión, se basaron en 1917 bebés nacidos a término durante la década del 70′, sobre quienes los propios padres brindaron información acerca del historial de lactancia materna de cada uno. Para proseguir con dicho estudio, se midió la hostilidad en base a una regla de tres escalas en cuatro momentos distintos de la vida de los niños, esto es para cuando quienes participaron de la investigación tenían 21,5; 26,7; 30,8 y 36,9 años de edad, valorando la “suspicacia”, “paranoia” e “ira” para realizar el cálculo del nivel de hostilidad en cada niño.
De ello, resultó que el 88% de los niños estudiados habían sido amamantados durante un lapso de cuatro meses, y presentaban un promedio de hostilidad de 2,53 durante su edad adulta. Los varones presentaban mayor suspicacia y paranoia en relación a las mujeres, en tanto que la ira predominaba entre las mujeres más que en los hombres.
La lactancia materna prolongada en el tiempo fue relacionada con menor hostilidad materna en el cuidado del bebé, mayor cantidad de hijos, menores ingresos y mayor edad de los padres a la hora de tener hijos. Los niños que fueron amamantados durante menos tiempo y que habían sido criados con más hostilidad y con menores ingresos familiares fueron relacionados con una mayor hostilidad al llegar a su etapa adulta.
De esta forma, se logró comprobar que la hostilidad, la paranoia y la suspicacia, puede predecirse como una circunstancia marcada por la lactancia materna, aunque no así la ira. Además, las personas que participaron del estudio y que no han sido alimentados con leche materna disponían de mayores niveles de hostilidad, suspicacia y paranoia durante su adultez.

Imagen:

http://www.entrepadres.com/wp-content/uploads/2010/09/ventajas-lactancia-materna.jpg

 

Leche con proteínas para un mejor desarrollo de los bebés prematuros

Gracias a un estudio realizado por investigadores australianos, se descubrió que los bebés prematuros que son alimentados con leche materna fortificada con proteínas adicionales tienen mayor capacidad de desarrollarse sin correr el riesgo de sufrir problemas de crecimiento.
Según el proyecto elaborado por el equipo de Carmel T. Collins, del Centro Médico Flinders, en Bedford Park, Australia del Sur, los pequeños nacidos de manera prematura que se alimentan con leche materna no crecen en la misma proporción en comparación con aquellos que cumplen su tiempo en el interior del útero, aún cuando sean alimentados con fortificadores de leche humana, aunque todo funcionaría mejor al agregarse proteínas.
Durante la realización del estudio, se procuró definir el efecto que genera el refuerzo de proteína, para ello se le administró al azar a un grupo de 92 bebés nacidos antes de las 31 semanas de gestación, y que eran alimentados con biberones o por sonda, FLH con 1,4 g de proteína/100 mL o 1 g /100 mL.
Luego del seguimiento, se pudo descubrir que la talla promedio era similar en ambos grupos, pero en el grupo tratado con el refuerzo proteico había menos niños por debajo de la talla del porcentilo 10 en contraste al otro grupo de bebés.
En cuanto al peso, el grupo tratado con proteína pesaba un promedio de 2.760 gramos frente a los 2.539 gramos del otro grupo.
De este modo, los resultados sugieren que la utilización de un FLH con una concentración proteica de 1,4 g/100 mL disminuye las deficiencias del crecimiento en los bebés nacidos en forma prematura antes de las 31 semanas de gestación. No obstante ello, se concluyó que se necesitarían estudios aleatorios más grandes para obtener resultados clínicamente significativos.

Imagen:

http://www.entrepadres.com/wp-content/uploads/2011/01/lactancia-prematuro.jpg

Llegó el momento de dejar el pecho

La lactancia liga a la madre y el bebé en un vínculo maravilloso y especial. No obstante cuando los bebés se niegan a dejar el pecho, esto puede tornarse un proceso traumático.
Tanto por el retorno al trabajo o porque ya sea el momento, el bebé debe acostumbrarse a una alimentación que reemplace la leche materna. Y aunque la mayoría pasa este proceso  sin ningún problema, para otros constituye un verdadero trauma.
A pesar que para algunas mamás es también un momento difícil, en especial cuando ven a sus bebés sufrir, el destete ocurrirá tarde o temprano, ya que es parte del desarrollo de todo bebé, por lo que es necesario estar preparadas.
Los médicos aconsejan la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida del bebé. Transcurrido ese periodo, se le puede seguir dando el pecho de forma alternada con papillas. Hay mamás que continúan dándole el pecho hasta el año y medio o dos años.
Vale decir que el destete afianzará la independencia física y emocional del bebé. Por lo que ante semejante cambio, la mamá tiene que estar presente para guiarlo gradualmente y demostrarle que su afecto hacia él no ha cambiado en absoluto.
Lo primero que es necesario tener en cuenta es que la primera y la última toma antes de dormir son las que el bebé irá a dejar al final del proceso. De modo que hay que comenzar por eliminar una toma por semana e ir observando cómo reacciona tu bebé. Si lo hace favorablemente, sigue eliminando las tomas de a una, sustituyéndolas por una toma de biberón o incluso sus nuevos alimentos.
Si tu bebé reacciona negativamente, tienes que ponerte firme y ofrecerle el biberón o algún alimento que pueda comer en función a su edad. Lo que no se debe hacer es forzarlo a probar otros alimentos, sino que hay convencerlo y hacer que le vaya gustando de a poco. Así como tampoco se le debe dar de mamar como una manera de hacerlo callar o para que termine de hacer berrinche.
Otra forma es intentar darle el biberón en cantidades reducidas antes de la leche materna, para que poco a poco vaya acostumbrándose al nuevo sabor. Inclusive,  puedes empezar a acostumbrar a tu bebé al biberón poniendo tu propia leche en la botella.
La tetina del biberón es muy importante, por lo que debes buscar una  con la que se sienta más confortable.
En caso que optes por posponer algunas tomas con comida, lo ideal es hacer que éstas sean más atractivas. Si a pesar de todo esto tu bebé continúa ofreciendo resistencia, no hay que forzarlo de ninguna manera, pues puede ocurrir que todavía no se halle  preparado. Respeta sus tiempos y, de ser necesario, consulta con el pediatra para que te ayude en esta etapa.

Imagen:

http://embarazo10.com/wp-content/uploads/bebecomiendopapilla.jpg

Bebés vegetarianos

Hay bebés vegetarianos, ya sea por el tipo de alimentación que prefieren darle sus padres, o incluso, por la propia elección del niño, quien a edades tempranas comienza a decidir qué le gusta y qué no, rechazando las carnes de forma natural.
Teniendo en cuenta esto, es bueno saber que los padres de un niño vegetariano deben tener en cuenta ciertos criterios al momento de alimentarlos. En este caso, la ayuda de un especialista será muy importante para aconsejarles a los padres cómo armarle al niño una dieta equilibrada, para su óptimo desarrollo. 
Resulta fundamental darle el pecho al niño, puesto que en esta etapa de su vida la fórmula de la leche de soya constituye un alimento incompleto, que no tiene punto de comparación con los beneficios que aporta la leche materna. De modo que la lactancia siempre debe estar presente, y de ser posible, debe ser prolongada.
A su vez, el pequeño necesita recibir un complemento vitaminico, aparte de uno a base de minerales, a fin de que su organismo reciba las cantidades necesarias de hierro, Vitamina D, Vitamina B12 y ácido Fólico.
Cuando el bebé deje de amamantar, es preciso proveerle otra fuente de calcio en su régimen de alimentación, para favorecer el desarrollo óseo y el crecimiento de los dientes.
Por otro lado, un bebé vegetariano necesita consumir queso vegetal y demás productos a base de soya, los cuales le servirán como fuente de proteínas cuando el bebé comience a ingerir alimentos sólidos.
Una vez que el pequeño haya dejado de consumir los cereales infantiles, es preciso darles porotos y cereales de grano entero, de los cuales obtendrán una mayor cantidad de vitaminas, minerales y proteínas de las que obtienen de los productos de origen animal.
También, hay que prestar especial atención a las calorías ya que los bebés vegetarianos se hallan en un punto crucial de desarrollo y crecimiento, y necesitan gran cantidad de calorías, algo que se torna mas complicado cuando son vegetarianos. Por eso, es esencial consultar con un especialista para no dejar nada librado al azar y que el niño crezca sano y fuerte.

Imagen:

es.paperblog.com

Ictericia en el recién nacido

Absolutamente todos los recién nacidos, poseen niveles altos de bilirrubina en la primera semana de vida. Incluso, entre el 60 y el 70 por ciento de los casos derivan en ictericia, que consiste en la coloración amarillenta de la piel y en la esclera, parte del ojo, a causa de un aumento en los índices de bilirrubina en la sangre. De este modo, la bilirrubina es depositada en la piel, así como en los huesos y tejidos del cuerpo; empezando por la cara, siguiendo por la cabeza hacia los pies y al descender lo hace a la inversa.
Se trata de una característica muy común y en la mayoría de los casos es de naturaleza benigna,  solucionándose de forma espontánea o con ayuda de los profesionales médicos. Pero en algunos casos, se transforma en un problema que puede devenir en daño neurológico permanente e inclusive la muerte.
El aumento de bilirrubina en la sangre se produce por diversos motivos. Por un lado, mientras permanece en el vientre materno, el bebé precisa una gran cantidad de glóbulos rojos.  Pero al nacer, requiere menos cantidad, de modo que son destruidos y se transforman en bilirrubina, la cual ve incrementado su nivel, que por lo general se estabiliza en los primeros días de vida.
También, es posible hablar de ictericia fisiológica y de ictericia por leche materna.
La ictericia fisiológica es la que se presenta entre el segundo y quinto día de vida del bebé, aumentando los índices de bilirrubina desde el nacimiento hasta el quinto día, para luego disminuir de manera progresiva hasta alcanzar niveles normales en el lapso de unos días o semanas, mientras el hígado madura produciendo la enzima glucoronil transferasa, la cual ayuda a eliminar la bilirrubina. En este caso, es altamente recomendable la lactancia materna ya que las grasas que aporta estimulan el funcionamiento de los intestinos, favoreciendo la evacuación del meconio y evitando así que la bilirrubina sea reabsorbida. Además, la fototerapia es un tratamiento que también ayuda a reducir el alto nivel de bilirrubina.
En tanto que la ictericia por leche materna representa una prolongación de la ictericia fisiológica del bebé, y se produce por una reacción a una sustancia de la leche materna, la cual incrementa la absorción de bilirrubina en el intestino del recién nacido.

Imagen:

www.subebe.com

Lo que hay que saber sobre la diabetes en el embarazo

La diabetes se produce por una disfunción del páncreas, órgano que se encarga de regular los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo. Durante la gestación, suele darse un aumento de los niveles de azúcar en sangre, lo cual es conocido como diabetes gestacional y desaparece luego del parto. Si eres diabética y estás esperando un bebé, debes prestar mucha atención a tus niveles de glucosa.
La diabetes surge cuando el páncreas no produce insulina suficiente, una hormona que ayuda a usar la glucosa que se necesita para que el organismo obtenga energía.
En el embarazo, se da un incremento de los niveles de azúcar en la sangre de la mujer con el propósito de satisfacer las necesidades del feto. En la mayoría de los casos, el organismo responde a este incremento fabricando más cantidad de insulina.
No obstante, las mujeres diabéticas o con tendencia a la diabetes no producen la insulina suficiente para metabolizar la elevación de los niveles de azúcar, que pasa a la orina y la sangre. Los síntomas de la diabetes son hambre y sed en exceso, ganas de orinar frecuentemente e infecciones vaginales, así como presión sanguínea alta o hipertensión.
Cabe destacar que el embarazo en mujeres diabéticas puede ser seguro, siempre que se realice un estricto control médico.
La diabetes puede ser anterior al embarazo o aparecer a lo largo del mismo, en cuyo caso hablamos de una diabetes gestacional.
La diabetes preexistente al embarazo, que es tratada generalmente con insulina, requiere un aumento de las dosis de insulina de acuerdo los controles de glucemia. La mujer diabética tiene tendencia a padecer más alteraciones durante la gestación por las variaciones en los niveles de azúcar. Por ello, es sumamente importante realizar un control estricto de la enfermedad a través de la dieta, el ejercicio y una dosificación apropiada de insulina.
Por su parte, la diabetes gestacional en mujeres resulta más sencilla de controlar y los riesgos son menores. No en todos los casos resulta necesario tratarla con insulina. Cuando se presenta de manera leve, se puede corregirla realizando ejercicio y haciendo una dieta de entre 2000 y 2300 Kcal. diarias. Luego del parto, el nivel de azúcar en la mujer suele regresar a la normalidad.
En cualquiera de los dos casos, por lo general, el parto se realiza por cesárea. Incluso, la madre diabética puede amamantar a su hijo sin ningún tipo de problemas, ya que la lactancia materna reduce las posibilidades de que el bebé desarrolle esta enfermedad, además de prevenir la hipoglucemia en el bebé después de su nacimiento.
Si una mujer diabética o con diabetes gestacional controla su enfermedad adecuadamente, se reducen los riesgos de infecciones renales y vaginales, hipertensión, aumento del líquido amniótico conocido como polihidramnios, parto prematuro, bebé demasiado grande, mayores probabilidades de malformaciones cardíacas, digestivas, nerviosas y esqueléticas en el feto, y exceso de fabricación de insulina por el páncreas del bebé.