Aproximadamente el 28% de los niños españoles tiene sobrepreso u obesidad, según lo ha revelado un estudio realizado por la Fundación Thao. Esto se debe a que los niños juegan menos que antes y practican poco deporte, lo cual hace que tengan una vida por demás sedentaria.
Aparte de no llevar una dieta saludable, hoy en día los niños no juegan o sólo hacen una hora diaria de ejercicio físico, algo que aumente inevitablemente la tasa de sobrepeso y obesidad infantil.
Según los expertos, en el colegio solamente se realizan dos o tres horas semanales de educación física, lo cual resulta claramente insuficiente. De todos modos, debido a las limitaciones de esta área en la educación, los niños no pueden hacer educación física todos los días, por lo que es necesario realizar ejercicio o jugar algún juego que requiera de esfuerzo físico fuera del ámbito educativo.
Es muy importante prevenir la obesidad infantil, dado a que se trata de un problema que afecta el desarrollo de los niños, a nivel físico y psicológico. A ello hay que sumarle el hecho de que la salud se va degradando conforme pasan los años.
En aquellas localidades en las que se puso en práctica el programa Thao salud infantil se han obtenido resultados satisfactorios, a tal punto que el sobrepeso sólo aumentó un 0,9%, mientras que la obesidad solamente lo hizo en un 0,1%, de lo cual se desprende que un 1% del total de los niños sufren sobrepeso u obesidad. La situación es bastante diferente en las localidades donde no se ha implementado el programa en cuestión.
De acuerdo a los datos arrojados por el estudio, el sobrepeso y la obesidad afectan a los niños desde muy pequeños. Lo más alarmante de todo es que a mayor edad la incidencia de este problema se incrementa notablemente.
La composición de la flora intestinal de los bebés puede afectar su crecimiento
Mediante la realización de un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública (FHI) se ha logrado demostrar la relación que existe entre el crecimiento infantil y el desarrollo de la microbiota intestinal. Según parece, la composición de la microbiota de un bebé recién nacido puede impactar de manera significativa en su crecimiento durante sus primeros años de vida. Dicha conclusión se encuentra relacionada a un estudio anterior, según el cual el desarrollo temprano de la microflora, es decir, los microorganismos que se hallan en el intestino de un bebé, puede afectar la tasa de crecimiento y, por ende, padecer obesidad a futuro.
Para este nuevo estudio, los expertos analizaron e identificaron la microflora existente en el intestino de unos 218 niños en diferentes etapas; a los 4, 10, 30 y 120 días de edad. La intención era poder hacer un seguimiento de la evolución de la microflora, para así poder cotejar los resultados con el desarrollo de los pequeños.
A través de la investigación, los expertos han logrado encontrar indicios de que la composición de la flora bacteriana intestinal de los bebés puede estar asociada a un crecimiento lento o rápido en la primera infancia. De todos modos, hay otros factores que pueden llegar a afectar la composición de la microbiótica intestinal y la rapidez con que se desarrolla el bebé. De lo que sí hay certeza es que un mayor conocimiento de la composición de la microflora y de cómo ésta se desarrolla, es condición necesaria para poder manipular a estos microorganismos de forma exitosa. Es importante saber que de la colonización bacteriana depende la maduración de los sistemas inmunológico y endocrino.
Durante el estudio, los investigadores se encargaron de analizar las muestras fecales de los niños con el fin de conseguir identificar en cada etapa la presencia de grupos específicos de bacterias. De acuerdo a la información dada a conocer, se han detectado especies bacteroides a partir del mes de vida, que fueron asociadas a un desarrollo lento de los bebés. Sin embargo, a partir el día 4 y hasta el día 30, observaron la existencia de especies de E. coli, que se las vinculó a un desarrollo óptimo de los bebés.
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La composición de la flora intestinal de los bebés puede afectar su crecimiento
Mediante la realización de un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores del Instituto Noruego de Salud Pública (FHI) se ha logrado demostrar la relación que existe entre el crecimiento infantil y el desarrollo de la microbiota intestinal. Según parece, la composición de la microbiota de un bebé recién nacido puede impactar de manera significativa en su crecimiento durante sus primeros años de vida. Dicha conclusión se encuentra relacionada a un estudio anterior, según el cual el desarrollo temprano de la microflora, es decir, los microorganismos que se hallan en el intestino de un bebé, puede afectar la tasa de crecimiento y, por ende, padecer obesidad a futuro.
Para este nuevo estudio, los expertos analizaron e identificaron la microflora existente en el intestino de unos 218 niños en diferentes etapas; a los 4, 10, 30 y 120 días de edad. La intención era poder hacer un seguimiento de la evolución de la microflora, para así poder cotejar los resultados con el desarrollo de los pequeños.
A través de la investigación, los expertos han logrado encontrar indicios de que la composición de la flora bacteriana intestinal de los bebés puede estar asociada a un crecimiento lento o rápido en la primera infancia. De todos modos, hay otros factores que pueden llegar a afectar la composición de la microbiótica intestinal y la rapidez con que se desarrolla el bebé. De lo que sí hay certeza es que un mayor conocimiento de la composición de la microflora y de cómo ésta se desarrolla, es condición necesaria para poder manipular a estos microorganismos de forma exitosa. Es importante saber que de la colonización bacteriana depende la maduración de los sistemas inmunológico y endocrino.
Durante el estudio, los investigadores se encargaron de analizar las muestras fecales de los niños con el fin de conseguir identificar en cada etapa la presencia de grupos específicos de bacterias. De acuerdo a la información dada a conocer, se han detectado especies bacteroides a partir del mes de vida, que fueron asociadas a un desarrollo lento de los bebés. Sin embargo, a partir el día 4 y hasta el día 30, observaron la existencia de especies de E. coli, que se las vinculó a un desarrollo óptimo de los bebés.
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Asistir a los controles médicos de rutina reduce el riesgo de hospitalización
Los padres deben ser conscientes de lo importante que es cumplir con los controles médicos infantiles rutinarios, de lo contrario se duplica el riesgo de que los niños acaben hospitalizados, tal como lo señala el centro de investigación para la salud Kaiser Permanente (Estados Unidos) en un estudio. El hecho de que los pequeños se encuentren bien de salud no los exime de los controles pediátricos, pues a través de ellos es posible prevenir o detectar problemas futuros, reduciéndose de ese modo el riesgo de hospitalización y mejorando la calidad de vida de los niños.
Para arribar a dicha conclusión, los especialistas se encargaron de analizar los datos de unos 20.000 niños inscritos en Group Health Cooperative, una organización sin fines de lucro que brinda asistencia y cobertura médica a aproximadamente 700.000 personas. El seguimiento se realizó desde su nacimiento hasta que cumplieron los 42 meses de vida o hasta su primer ingreso al hospital.
En los niños que padecían ciertas enfermedades crónicas, como asma o algún problema cardíaco, se triplicaban las probabilidades de acabar hospitalizados si no concurrían a los controles pediátricos de rutina, mientras que en el caso de otras enfermedades el riesgo se multiplicaba por dos.
Así, los investigadores lograron determinar que el 76% de los niños concurrieron por lo menos unas 7 veces a las visitas con el pediatra.
A grandes rasgos, el 4% de los niños que formaron parte de la investigación y el 9% de los que padecían enfermedades crónicas terminaron hospitalizados, sobre todo por un ataque de asma o neumonía.
El riesgo aumentaba a medida que el número de visitas era menor. De este modo, aquellos que no asistieron a más del 50% de las visitas médicas de rutina poseían 1,4 veces más posibilidades de ser hospitalizados, en contraste con los que concurrieron a la mayoría de los controles. Los niños con enfermedades crónicas y que no visitaron al médico, tenían entre 1,9 y 3,2 veces de probabilidades de ser hospitalizados.
Cabe aclarar que el estudio mencionado no puede ser usado como prueba para determinar la relación que existe entre el riesgo de hospitalización y el no asistir a las visitas rutinarias, aunque sí muestra que hay una clara asociación entre ambos factores.
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La depresión postparto podría diagnosticarse con un simple análisis de sangre
Si bien el nacimiento de un hijo es el momento más feliz para cualquier madre, muchas mujeres suelen experimentar una profunda angustia tras el parto. Se estima que entre el 10 y el 18 por ciento de las madres sufre depresión posparto. Sin embargo, hasta ahora, poco y nada se sabía acerca del porqué algunas sufren de ello y otras no. Un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad John Hopkins, de Baltimore (Maryland), develó que la causa se centraría en la alteración química de dos genes, algo que podría ser detectado mediante un simple análisis de sangre.
Los investigadores norteamericanos lograron determinar que, las modificaciones en la forma en que funcionan los genes en la secuencia del ADN, se puede detectar en un análisis de sangre en cualquier etapa del embarazo, el cual tendría un 85 por ciento de acierto.
De este modo, se lograría pronosticar de manera sencilla la depresión en las semanas posteriores al parto, dando lugar además a una intervención terapéutica previo a que los síntomas se acentúen.
Un grupo de 52 embarazadas participó del estudio, aunque los investigadores consideran que será necesario probarlo en más mujeres para constatar los resultados obtenidos.
A pesar que la depresión posparto es padecida por entre el 10 y 18 por ciento de las mujeres, la tasa asciende al 30 y 35 por ciento entre aquellas que contaban con un diagnóstico previo de trastornos en el ánimo.
Este tipo de depresión, que empieza cuatro semanas después de haberse producido el parto y puede llegar a prolongarse hasta un año, suele caracterizarse por la aparición de sentimientos persistentes de desesperanza, cansancio, tristeza y ansiedad.
Polémica: ¿Todos los niños tienen un trastorno mental?
De acuerdo al nuevo manual de Psiquiatría DSM, todos los niños tienen un trastorno mental. Sí, has leído bien. Todo niño que durante más de un año realice al menos tres episodios semanales de irritabilidad, arrebatos y berrinches, se le diagnosticará trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
El DSM ya creaba polémicas por considerar patológico cualquier conducta humana que exprese emociones que no sean una grata aceptación de lo que ocurra y una sensación de bienestar imperturbable. El nuevo DSM-V se ha convertido en un posible generador de nuevos trastornos psiquiátricos infantiles pues algunos comportamientos comunes en los niños son catalogados como enfermedades mentales.
Al respecto, entre los profesionales de la salud infantil existe una profunda preocupación sobre la medicalización de los niños. La polémica surge porque el diagnóstico sólo se basa en datos acerca del comportamiento infantil, sin ningún basamento en algún análisis médico o en pruebas científicas. En efecto, para diagnosticar el “trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo”, sólo se tomarán en cuenta las declaraciones de los adultos que se encuentran a cargo el niño.
Pero, ¿acaso no son normales las rabietas en los niños? Hasta ahora todo indicaba que sí, en muchos casos pueden deberse a su proceso natural de crecimiento o, en su defecto, a factores médicos o del entorno.
De este modo, a partir de ahora todo niño que durante un año tenga rabietas tres veces por semana podrá ser diagnosticado y medicado por esta patología, por supuesto que solo en los casos en que los padres consultem con un psiquiatra que se muestre acepta la existencia de este trastorno. Sinceramente, increíble. ¡A lo que hemos llegado!
Los defectos en la placenta pueden ser indicadores de autismo
La existencia de defectos en la placenta de la embarazada podría estar vinculada al aumento del riesgo a tener un hijo autista. En efecto, se puede evaluar cuál es el riesgo que corre un feto en gestación de tener autismo por medio de la búsqueda de anomalías en la placenta al momento de su nacimiento. Al menos así lo han revelado investigadores de la Escuela de Medicina de Yale, en Estados Unidos, quienes se encargaron de analizar la relación que existe entre la salud del bebé y la placenta en la que se desarrolló durante la gestación, amén de que haya nacido a término o prematuramente.
De acuerdo al estudio mencionado, es posible medir las probabilidades que posee un niño aparentemente normal de llegar a desarrollar autismo a futuro, mediante el análisis cuidadoso de la placenta pues los daños o anomalías en la misma serían determinantes al momento de efectuar un diagnóstico precoz y empezar de inmediato con el tratamiento indicado para el desarrollo del niño con autismo.
Para arribar a tales conclusiones, los investigadores examinaron unas 117 placentas de recién nacidos en total, cuyas familias se encontraban en situación de riesgo.
Los pliegues anormales de la placenta, al igual que las células anómalas de crecimiento conocidas como inclusiones trofoblásticas, constituyen marcadores decisivos para la identificación de los recién nacidos que corren riesgo de padecer autismo. En este caso, se verificó que las placentas de riesgo presentaban un tope de 15 inclusiones trofoblásticas, en tanto que ninguna de las placentas de control evidenciaba la existencia de más de dos inclusiones trofoblásticas. Una placenta que contenga cuatro o más inclusiones trofoblásticas indica un 96,7% de probabilidades de estar en riesgo de ser autista.
De todos modos, la historia familiar es, hoy en día, la principal herramienta que poseen los médicos para prevenir el riesgo de autismo, pues aquellas parejas que ya tienen un hijo autista poseen nueve veces más de posibilidades de tener otro niño que padezca el mismo problema. Sin embargo, quienes no cuentan con antecedentes de autismo en la familia deben confiar en la detección de los signos tempranos, los cuales pueden llegar a manifestarse recién después del segundo o tercer año de vida del pequeño.
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El consumo controlado de alcohol durante el embarazo no produciría consecuencias en los niños
Si bien los especialistas recomiendan a las embarazadas evitar consumir alcohol durante el periodo de gestación, un nuevo estudio publicado en la Revista Internacional de Obstetricia y Ginecología reveló que se puede mantener una conducta etílica controlada durante el embarazo, dado que el consumo de sólo una o dos copas de vino a la semana no le ocasionaría daños contundentes al feto.
Durante el proceso de investigación se analizó la conducta social y emocional de unos 10.000 niños de siete años de edad, para lo cual se los sometieron a pruebas cognitivas. Al mismo tiempo, los miembros de su entorno, tanto familiares como profesores, respondieron encuestas acerca de las características de cada niño.
Los resultados revelaron que aquellos niños nacidos de mujeres que tomaron entre una y dos copas de vino por semana durante el embarazo poseían menos problemas de conducta, en comparación con los hijos de mujeres que no tomaron una gota de alcohol a lo largo de la gestación.
Además, los expertos pudieron observar que los niños de aquellas madres que bebieron alcohol también evidenciaron mejores resultados en los test que se les realizaron, pues demostraron mayores capacidades en lectura, evaluación de habilidades espaciales y matemática, aunque podría llegar a ser una mera coincidencia pues luego de efectuar ciertos ajustes estadísticos tales diferencias acabaron desapareciendo.
De modo que los investigadores que participaron del estudio pudieron concluir que consumir alcohol de manera controlada durante la gestación no acarrea consecuencias adversas a nivel cognitivo o conductual en la niñez.
Consejos para evitar la obesidad en los niños
La obesidad es un problema que se ha extendido tanto entre la población mundial, especialmente a los niños, que actualmente es considerada una pandemia. Por dar un ejemplo, en España el porcentaje de niños con sobrepeso u obesidad supera el 28%.
Para evitar que los niños sufran este problema, existen ciertos consejos que pueden ayudar a los padres para cuidar la salud de sus hijos y darles la posibilidad de que tengan una buena calidad de vida.
En primer lugar, es importante servirles raciones de comida apropiadas para la edad de los pequeños. Para comer de una manera más equilibrada, los alimentos deben servirse en platos no muy grandes. Además, es necesario que la despensa contenga alimentos variados, en especial productos frescos y saludables, como es el caso de los cereales, verduras, frutas, hortalizas, etc, procurando evitar el exceso de la bollería o alimentos ricos en grasas o azúcares para disminuir su ingesta, ya que así los niños no tendrían con qué tentarse.
También, deben ser evitados los refrescos azucarados y los zumos preparados, para ayudar a los niños a que se acostumbren a beber agua, pues no hay nada mejor para calmar la sed e hidratarse. Claro que no es bueno privar a los niños por completo de consumir refrescos, bollería, etc., ya que si los ingieren de manera esporádica no afectan al organismo.
En el caso de los productos lácteos, éstos deben ser bajos en grasas. Al tiempo que es fundamental limitar el consumo de carnes y sus derivados, reemplazándolos por pescado, frutos secos o legumbres, pues estos últimos le aportan al organismo los nutrientes necesarios.
Por otro lado, los niños necesitan hacer actividad física de forma regular, y si es en compañía de los padres mejor aún porque los pequeños acostumbran imitar todo lo que hacen los mayores.
Por último, es indispensable controlar el tiempo que los niños pasan frente al tv o jugando videojuegos, pues este tipo de actividades no hacen más que fomentar el sedentarismo.
La saliva de los padres reduce el riesgo de alergias en los bebés
De acuerdo a los resultados arrojados por un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia, el riesgo en los pequeños de padecer ciertas alergias podría reducirse mediante el traspaso de saliva de los padres a los bebés. Si bien no se trata de una práctica agradable, usar saliva de los padres para limpiar el chupete hace que los niños sean expuestos a bacterias inofensivas que son beneficiosas para estimular el sistema inmunológico, incrementándose así la protección contra las alergias.
No obstante, los expertos en odontopediatría consideran que los posibles beneficios de dicha práctica conllevan algunos efectos secundarios, dado que la flora bacteriana de los bebés es colonizada con millones de bacterias, algunas de las cuales podrían llegar a ser peligrosas.
En el estudio se buscó establecer a qué edad la exposición bacteriana podría influir sobre el sistema inmunológico y el desarrollo de alergias. Para ello, entre todas las opciones que se valoraron, la saliva de los padres en el chupete de los bebés se presentó como la mejor alternativa.
De este modo, se analizó a un grupo de 184 recién nacidos, realizándoles análisis a los 18 y 36 meses de edad con el fin de detectar distintos tipos de alergia. Y los resultados fueron reveladores, del 70% de los bebés que usaron chupete, aquellos cuyos padres limpiaban este objeto con su saliva fueron un 33% menos proclives a padecer asma, eczema o sensibilización a alérgenos, en comparación con los niños cuyos padres no limpiaron el chupete de ese modo.
En cuanto a las posibilidades de sufrir eczema, se observó que esta práctica permitía reducir de manera significativa el riesgo de su aparición si los padres limpiaban el chupete con su saliva durante los primeros seis meses de vida del bebé, dado que la colonización de bacterias inofensivas estimula el sistema inmunológico de los pequeños.
De todos modos, es importante señalar que en este estudio no se han tenido en cuenta los hábitos de higiene bucal que tenían los padres, así como tampoco se analizó cuál era la higiene bucal de los bebés al asomarse los primeros dientes, siendo que los especialistas odontopediatría consideran este procedimiento como un factor de riesgo.
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vidayestilo.terra.com