Cómo reconocer las contracciones uterinas de falso parto

Hoy haremos referencia a las contracciones uterinas de falso parto, las cuales suelen despertar dudas sobre todo durante las últimas semanas del embarazo, ya que nos hacen pensar que ha comenzado el trabajo de parto. Aunque sólo se trata de una falsa alarma. Vale recordar que en los días anteriores al parto aparecen contracciones que poseen la función de ablandar y acortar el cuello uterino, con el propósito de que pueda dilatarse. Éstas son contracciones difíciles de detectar, en especial en las madres primerizas.
Las contracciones uterinas de falso parto, por lo general, son breves e irregulares, no poseen una duración o intervalos de tiempo establecidos, y  derivan en falsas alarmas que algunas madres pueden interpretar como el comienzo del parto. Lo importante es saber que, si las mismas no aumentan en intensidad y frecuencia, no se las debe tener en cuenta, sólo constituyen una  señal de que pronto se iniciará el verdadero trabajo de parto.
Estas contracciones de falso parto abarcan la zona del útero, desde la parte superior hasta la zona inferior del mismo. No son dolorosas y se las puede reconocer por algunos signos característicos como el endurecimiento del abdomen y el incremento de la tensión abdominal. Esta clase de contracciones pueden darse desde la semana 26 de gestación y a medida que el embarazo es más avanzado se tornan más evidentes.
Reconocer las contracciones reales no es algo difícil, por cierto, ya que presentan pautas de tiempo y duración, al contrario de lo que ocurre con las contracciones uterinas de falso parto. A esto se le deben sumar los dolores que sufren las futuras mamás con ellas, algo que no sucede con las falsas, las cuales sólo producen una leve molestia.
De modo que las señales que indican que el trabajo de parto está por desencadenarse son la sensación de que el bebé a descendido, el aumento de la secreción vaginal, la secreción de líquido amniótico por la vagina debido a la fisura o rotura de la bolsa amniótica y, desde ya, las contracciones de parto, acompañadas de dolores, con una duración e intensidad en aumento.
Por consiguiente, un falso parto se diferencia de uno verdadero por el tipo de contracciones indoloras, que desaparecen al descansar, caminar o cuando se cambia de posición. Mientras que en un trabajo de parto verdadero, las contracciones aparecen en intervalos regulares de entre 30 y 70 segundos, que aumentan su frecuencia de a poco y que no desaparecen por más que se cambie de posición, se descanse o camine.
Sencillamente, las contracciones uterinas de falso parto sirven de entrenamiento para el útero y representan una señal de que el verdadero trabajo de parto se aproxima.

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Hinchazón de las piernas durante el embarazo

 

Durante el embarazo, en especial en el último trimestre e incluso hasta dos semanas después del parto; tener las piernas hinchadas, al igual que los tobillos y pies, es algo más que común, pudiendo además sentir dolor en las articulaciones.
La hinchazón se ve intensificada sobre todo en los días cálidos y húmedos, al final del día, tras permanecer mucho tiempo parada o sentada, si se ha subido demasiado de peso, si se trata de un embarazo múltiple, entre muchas otras razones. Lo normal, es que la mayor parte de esta hinchazón desaparezca después de dormir por la noche.
La causa de la hinchazón se debe a que los tejidos tienen que resistir el desarrollo del bebé y el parto, de modo que producen y acumulan líquidos, los cuales a su vez provocan hinchazón o edema en las piernas, tobillos y pies, aunque en ocasiones suele darse también en las manos y la cara.
Para aliviar dicha hinchazón  es necesario evitar permanecer mucho tiempo de pie o sentada, no cruzar las piernas al sentarse, intentar mantener elevados los pies aunque sea un rato al día, al dormir recostarse siempre sobre el lado izquierdo del cuerpo para facilitar la circulación sanguínea, realizar caminatas diarias, hacerse masajes, evitar el uso de ropa ajustada, utilizar calzado cómodo y sin tacón, usar medias especiales que den soporte, reducir la cantidad de sal en las comidas, beber al menos 2 litros de agua al día,  y no tomar medicamentos para reducir la hinchazón, excepto por prescripción médica.
En caso de padecer síntomas como hinchazón severa, una pierna visiblemente más hinchada que la otra y dolor a la altura de los muslos, hinchazón en manos y cara, dolores de cabeza intensos, visión borrosa, mareos o dolos agudo en el abdomen, se debe recurrir con rapidez al médico.

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Ser madre a los 40

Actualmente, las mujeres acostumbran priorizar su vida personal y profesional postergando de ese modo sus planes de  ser madre, por lo que es cada vez más frecuente ser madre después de los 40. Y aunque ello parece ser una carrera contrarreloj, muchas lo consiguen con éxito. 
Hasta no hace mucho, el ideal de casi cualquier mujer era casarse y tener hijos. Pero los tiempos han cambiado al igual que el rol de la mujer, quien ocupa un lugar más preponderante, valorando su realización profesional por sobre todas las cosas, viéndose postergados así sus deseos de convertirse en madre.
Según la ciencia médica, ser madre a los 40 es un tanto riesgoso debido a los diversos cambios que sufre el organismo en las mujeres de esa edad.  La calidad de los óvulos va en detrimento, pueden aparecer problemas de hipertensión y diabetes gestacional durante el embarazo y el riesgo de aborto es más alto. Sin contar, además, con el aumento de posibilidades de que el bebé padezca enfermedades genéticas y síndromes asociados, como por ejemplo Síndrome de Down.
Más allá de estos riesgos físicos, las mujeres que buscan un embarazo luego de los 40 se enfrentan a  otras cuestiones, como menos energía, menos pacienciafalta de tiempo por sus ocupaciones laborales.
Aún así, las mujeres prefieren esperar para tener un bebé. Lo cual no representa una decisión desatinada, si se tiene en cuenta que la medicina ha avanzado a pasos agigantados en relación al desarrollo de técnicas que asisten tanto a la madre como al niño  y evitan en gran parte las complicaciones que hemos mencionado.

Vivir la experiencia de un segundo embarazo

En el segundo embarazo, la madre se encuentra más preparada tanto física como psicológicamente. No obstante, el desarrollo del embarazo y el parto no son iguales al primero, por lo que existen ciertos aspectos que es preciso tener en cuenta.
Los trastornos típicos del embarazo disminuyen a causa de que los tejidos poseen mayor elasticidad. Incluso, el dolor de espalda, al igual que las náuseas, la ciática o los problemas de circulación en las piernas, puede que aparezcan de manera diferente.
Además, el trabajo de parto suele ser más liviano. Por lo general, si para un primer hijo es posible que transcurran hasta 24 horas desde el inicio del trabajo hasta el parto, para el segundo, el tiempo se acorta a la mitad. La fase de dilatación generalmente es más breve ya que el cuello uterino se borra con rapidez. A su vez, las paredes vaginales se encuentran más distendidas y con mayor elasticidad.
Por su parte, el parto normalmente es más corto también debido a que el tiempo de adaptación del cuerpo de la mujer disminuye, puesto que el cuello del útero y los tejidos circundantes se hallan más blandos, facilitando así la dilatación y la expulsión del bebé. Al mismo tiempo, la mujer ya sabe cómo pujar, por lo que colabora mejor con el ginecólogo.
Por otro lado, en un segundo embarazo la barriga se nota antes, porque los músculos del abdomen están más relajados y se adaptan antes a los cambios del embarazo; los movimientos del bebé se perciben alrededor de la semana 14 de gestación, siendo que en las madres primerizas esto no ocurre hasta la semana 20 o 22; normalmente se adelanta la fecha de parto,  a causa de que el cuello del útero se halla más blando y le cuesta más permanecer cerrado hasta el final de la gestación; y hay menores posibilidades de episiotomía,  por la correcta distensión del tejido del periné.
En cuanto a la lactancia, como el pecho y los pezones se encuentran más curtidos y la piel posee menos sensibilidad,  la madre se adapta con mayor seguridad a las necesidades de su bebé.
Además de todas estas ventajas, en el segundo embarazo tienen lugar algunos inconvenientes. Por un lado, el útero demora más en regresar a su tamaño original por la distensión muscular. Asimismo, recuperar la línea no es tan fácil como la primera vez, aunque con  la ayuda de una dieta sana y ejercicio, el cuerpo vuelve a su peso anterior.
Por último, el cansancio es más notorio, ya que dormir pocas horas y de manera interrumpida por la lactancia y, a la vez, atender al hijo mayor genera un mayor cansancio.
De todos modos, más allá de todo esto, un segundo embarazo, aunque es bien diferente al primero, representa una experiencia maravillosa que vale la pena vivir. No hay nada que empañe la inmensa felicidad que conlleva la llegada de un nuevo hijo. Se los puedo asegurar.

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Lo que hay que saber sobre la diabetes en el embarazo

La diabetes se produce por una disfunción del páncreas, órgano que se encarga de regular los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo. Durante la gestación, suele darse un aumento de los niveles de azúcar en sangre, lo cual es conocido como diabetes gestacional y desaparece luego del parto. Si eres diabética y estás esperando un bebé, debes prestar mucha atención a tus niveles de glucosa.
La diabetes surge cuando el páncreas no produce insulina suficiente, una hormona que ayuda a usar la glucosa que se necesita para que el organismo obtenga energía.
En el embarazo, se da un incremento de los niveles de azúcar en la sangre de la mujer con el propósito de satisfacer las necesidades del feto. En la mayoría de los casos, el organismo responde a este incremento fabricando más cantidad de insulina.
No obstante, las mujeres diabéticas o con tendencia a la diabetes no producen la insulina suficiente para metabolizar la elevación de los niveles de azúcar, que pasa a la orina y la sangre. Los síntomas de la diabetes son hambre y sed en exceso, ganas de orinar frecuentemente e infecciones vaginales, así como presión sanguínea alta o hipertensión.
Cabe destacar que el embarazo en mujeres diabéticas puede ser seguro, siempre que se realice un estricto control médico.
La diabetes puede ser anterior al embarazo o aparecer a lo largo del mismo, en cuyo caso hablamos de una diabetes gestacional.
La diabetes preexistente al embarazo, que es tratada generalmente con insulina, requiere un aumento de las dosis de insulina de acuerdo los controles de glucemia. La mujer diabética tiene tendencia a padecer más alteraciones durante la gestación por las variaciones en los niveles de azúcar. Por ello, es sumamente importante realizar un control estricto de la enfermedad a través de la dieta, el ejercicio y una dosificación apropiada de insulina.
Por su parte, la diabetes gestacional en mujeres resulta más sencilla de controlar y los riesgos son menores. No en todos los casos resulta necesario tratarla con insulina. Cuando se presenta de manera leve, se puede corregirla realizando ejercicio y haciendo una dieta de entre 2000 y 2300 Kcal. diarias. Luego del parto, el nivel de azúcar en la mujer suele regresar a la normalidad.
En cualquiera de los dos casos, por lo general, el parto se realiza por cesárea. Incluso, la madre diabética puede amamantar a su hijo sin ningún tipo de problemas, ya que la lactancia materna reduce las posibilidades de que el bebé desarrolle esta enfermedad, además de prevenir la hipoglucemia en el bebé después de su nacimiento.
Si una mujer diabética o con diabetes gestacional controla su enfermedad adecuadamente, se reducen los riesgos de infecciones renales y vaginales, hipertensión, aumento del líquido amniótico conocido como polihidramnios, parto prematuro, bebé demasiado grande, mayores probabilidades de malformaciones cardíacas, digestivas, nerviosas y esqueléticas en el feto, y exceso de fabricación de insulina por el páncreas del bebé.

Cómo prevenir la aparición de várices en el embarazo

Para prevenir las indeseables varices durante el embarazo es aconsejable descansar bastante, en lo posible con las piernas en alto, y usar pantys especiales para embarazadas. Además, la gimnasia para embarazadas y una alimentación saludable rica en vitamina C estimulan la buena circulación de la sangre, lo cual sirve para prevenir la  aparición de varices.
Un problema muy común en la gestación es el reblandecimiento de las venas. Las varices comienzan a aparecer cuando las válvulas que se ocupan de mandar sangre a las venas desbordan a causa de la mayor cantidad de sangre que recorre el cuerpo de la embarazada. La acumulación de sangre se da sobre todo en la parte inferior del cuerpo, es decir, en las piernas.
Si bien este problema posee tratamiento, es importante tratar de prevenirlas, siendo aconsejable no pasar demasiado tiempo de pie y descansar lo suficiente.
Realizar algunos ejercicios, como gimnasia para embarazadas así como la ingesta de alimentos ricos en vitamina C, mejora la circulación. Otra recomendación: al sentarte, tienes que tratar de no cruzar las piernas, porque dicha postura entorpece la circulación sanguínea.
Otra cuestión a tener en cuenta durante el embarazo es que las varices pueden aparecer, además de en las piernas, en la vagina. La hinchazón en esta parte del cuerpo es demasiado molesta, para lo cual es de ayuda aplicar hielo envuelto en un trapo. De todas maneras, es bueno saber que esta clase de varices desaparece luego el parto.

La quinta semana de gestación

Durante la quinta semana de gestación, por lo general, recién acabas de confirmar que vas a tener un bebé. En esta fase del embarazo empieza a formarse el tubo neural del embrión, además de algunos órganos importantes, como el corazón, el hígado y los intestinos. La embarazada suele presentar ciertos síntomas, como náuseas o cansancio extremo.
El embrión ya implantado se está desarrollando y, mediante la placenta y el principio del cordón umbilical, recibe los nutrientes esenciales desde el cuerpo de la madre.
Como ya dijimos, en esta semana se comienza a formar el tubo neural, que constituye el origen de la columna vertebral y el cerebro. Resulta de vital importancia que el tubo neural se forme correctamente para evitar defectos del tubo, como por ejemplo la espina bífida. Para disminuir la posibilidad de que aparezcan tales defectos, debes ingerir ácido fólico durante los primeros meses de gestación.
También empiezan a formarse el corazón, hígado y los intestinos. El corazón ya late, pero los latidos todavía son escasos y descoordinados.
La edad gestacional del embrión es de tres semanas y mide poco más de 1 mm, desde la cabeza a la cola.
En este momento del embarazo es muy común sufrir náuseas y sentirse más cansada de lo usual. Por eso, es importante descansar más, reduciendo un poco tu ritmo diario para combatir dicho cansancio. También, es posible que sientas ganas de orinar con mayor asiduidad.
Cada uno de estos síntomas van acompañados de algunos cambios psicológicos, ligados a la ilusión del nacimiento del bebé. Las mujeres, en la primera etapa del embarazo suelen estar emocionadas y felices. Pero también es muy normal sentir miedo frente a la nueva situación y el cambio que se irá a producir en su vida. Por ello, es importante intentar estar relajada y de manejar los temores consultando las dudas que puedan surgirte con otras mujeres o con tu médico ginecólogo.
Probablemente en esta semana, luego de la confirmación de tu embarazo, concurras al  ginecólogo por primera vez, quien te pedirá un análisis de sangre y de orina para  ver tu estado de salud general y si posees anticuerpos de la toxoplasmosis y de la hepatitis B.

Causas y efectos del síndrome alcohólico fetal

El síndrome alcohólico fetal, producido por la ingesta de alcohol durante el embarazo, representa un cuadro que ocasiona malformaciones congénitas en el bebé. Según datos estadísticos, alrededor del 32% de los hijos de madres bebedoras presenta malformaciones, las cuales afectan a características físicas, como por ejemplo bajo peso al nacer, o a nivel psicológico, como retraso mental. Por esta razón, resulta de vital importancia evitar el consumo de alcohol durante el proceso de gestación.
El síndrome alcohólico fetal suscita malformaciones a causa de la acción del alcohol en el desarrollo del embrión y el feto. Y si bien se desconoce el mecanismo exacto que lo genera, se cree que tiene relación con el metabolismo del Zinc.
Este cuadro malformativo se manifiesta en el retraso del desarrollo antenatal y postnatal, afectando al peso, la talla y al perímetro craneal; anomalías de la cara, como  epicantus, mandíbula y maxilares hipoplásicos, ojos pequeños y labio superior fino; defectos cardíacos, ciertas alteraciones osteoarticulares, así como retraso madurativo y deficiencia mental.
Ahora bien, cabe preguntarse si este cuadro de síndrome alcohólico fetal posee tratamiento. Y la respuesta es, por cierto, negativa. No existe ningún tipo de tratamiento para este tipo de cuadro ya que no resulta posible reparar el daño ya ocasionado.
Lo que sí es verdad es que puede evitarse. De ahí que se recomienda no ingerir alcohol durante el embarazo.

Planificar el embarazo

A la hora de pensar en comenzar a buscar un embarazo, es preciso tener en cuenta una serie de recomendaciones.
En primer lugar, es muy importante realizar una  consulta con el ginecólogo antes de concebir. Por lo general, la mayor parte de las embarazadas descubren que lo están al poco tiempo de la primera falta. No obstante, lo ideal sería planificar el embarazo. Por ello, es aconsejable consultar con el ginecólogo para someterte a un chequeo médico. El especialista, a su vez, te irá a recomendar tomar ácido fólico, un suplemento fundamental para prevenir enfermedades serias en el desarrollo del feto.
Otro punto importante es cuidar la alimentación. Estar muy delgada o tener sobrepeso son dos de las cosas que pueden influir negativamente las posibilidades de lograr un embarazo. De este modo, es importante evitar el exceso de comidas ricas en grasa y optar por alimentos frescos y mucha fruta.
Al mismo tiempo, es preciso subrayar la necesidad de evitar el consumo de alcohol y tabaco, antes y durante la gestación, ya que dificultan la concepción. Esto no quiere decir que no puedas quedar embarazada, pero sí es importante saber que el consumo de dichas sustancias estimula la aparición de diversos trastornos, tanto para la salud de la mujer como la del futuro bebé.

La ingesta de vitaminas podría reducir los casos de partos prematuros y de bebés de bajo peso

Según un estudio, que fue publicado recientemente en el American Journal of Clinical Nutrition, tomar vitaminas antes y durante las primeras semanas de gestación podría servir de ayuda para reducir las posibilidades de parto prematuro y los nacimientos de bebés con bajo peso. De todas maneras, a pesar de los resultados, los investigadores aún no recomiendan su consumo en este periodo, debido a que es necesario llevar a cabo más estudios para estudiar de qué manera afectan las vitaminas a los bebés.
La toma de ácido fólico, previo a quedar embarazada y en los primeros tres meses de gestación, ayuda a prevenir defectos del tubo neural en el feto. A esto, ahora se le agrega que tomar complejos multivitamínicos antes de la gestación puede ayudar a reducir los partos prematuros y nacimientos de bebés de bajo peso.
El estudio, que fue llevado a cabo de manera conjunta por las universidades de Pittsburgh (EE.UU) y de Aarhus (Dinamarca), ha sido realizado a aproximadamente 36.000 embarazadas danesas. De acuerdo a lo arrojado por dicha investigación, se logró comprobar los efectos del consumo de vitaminas cuatro semanas antes y ocho semanas después de haberse producido la concepción.
No obstante, los investigadores coinciden en que es necesario proseguir con los estudios de los efectos de los suplementos multivitamínicos previo al embarazo, por lo que aún no se arriesgan a recomendar su consumo sin previa prescripción médica.
De acuerdo a los resultados obtenidos, la cantidad de partos prematuros, producidos antes de la semana 37, fue de un 4,3% en el grupo de mujeres que tomaba suplementos vitamínicos en contraste con el 5,35% del grupo que no tomaba ninguna clase de vitaminas. Tales diferencias, fueron observadas además en el peso y la talla del bebé. Es decir, que el grupo de madres que tomó multivitaminas fue menos proclive a tener un bebé pequeño conforme a su edad gestacional.
Según lo señalado por los científicos, existían ciertas diferencias entre ambos grupos asociadas especialmente al estilo de vida, como por ejemplo una alimentación inapropiada o el consumo de tabaco. Conforme a ello, el grupo que tuvo peores resultados llevaba una vida menos saludable, lo cual podría dificultar la absorción de alimentos así como favorecer los casos de partos prematuros y el bajo peso al nacer.
De todos modos, a pesar de los resultados positivos que arrojó el estudio, los investigadores todavía no recomiendan tomar complejos multivitamínicos sin prescripción médica debido a que aún se desconocen los efectos que éstos podrían causar en el bebé.