El sobrepeso en el embarazo puede ser nocivo para la salud del bebé

Un nuevo estudio, que se centró en el sobrepeso durante el embarazo, concluyó que aumentar más de 14 kilos en todo el embarazo puede llegar a ser nocivo para la salud del bebé.
La investigación fue realizado de manera conjunta por la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel) y la Universidad de Washington (EE.UU.).
Al superar los 30 años de edad, los hijos de madres que habían aumentado más de 14 kilos durante el embarazo tuvieron 1,6 puntos más de IMC y 2,4 centímetros de cintura, en comparación con los hijos de mujeres que no excedieron los nueve kilos durante su gestación.
Incluso, los hijos de aquellas que presentaron sobrepeso antes de la concepción, al superar los 30 años tuvieron mayores niveles de triglicéridos en la sangre y menos colesterol bueno (HDL), con un promedio de 10 centímetros más de circunferencia de cintura en contraste con los hijos de madres sin sobrepeso.
Por este motivo, aumentar mucho de peso durante el embarazo o concebir ya con sobrepeso, repercutirá en la salud cardiometabólica de los hijos, inclusive al llegar a la adultez.
De todos modos, aún se está estudiando en qué medida estos datos están relacionados con la herencia genética de sus madres, el nivel de vida o el haber estado expuestos a más tejido graso materno durante el embarazo. Por lo que se recomienda a las mujeres cuidar sus hábitos de vida si buscan ser madres.

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Una buena alimentación durante el embarazo ayudaría a evitar alergias infantiles

El sentido común nos indica que madres con una alimentación saludable dan hijos más sanos. Esto ha sido corroborado por diversos estudios científicos, uno de los más recientes señala que una apropiada alimentación materna constituye un factor variable en los casos de alergias infantiles.
De este modo, el estudio del equipo del Dr. Yoshihiro Miyake, de la Universidad Fukuoka, en Japón, determinó que una alimentación rica en frutas y verduras durante el embarazo disminuye los riesgos de que el bebé padezca alergias en un futuro.
Fundamentalmente, ingerir cantidades considerables de betacarotenos, presentes en frutas y verduras de color amarillo, rojo y naranja, es de gran ayuda para evitar las alergias que se manifiestan con eczemas en la piel. A la vez que la ingesta de vitamina E, que la encontramos en vegetales de hoja verde, reduce los casos de alergias respiratorias.
De todas formas, todavía resta evaluar datos acerca de este primer descubrimiento, aunque seguramente las mamás que ingieran muchas frutas y verduras, que poseen grandes cantidades de antioxidantes, contribuirán con la salud de su bebé en gestación.

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El consumo de tabaco en el embarazo aumenta el riesgo de sufrir cólicos en el futuro bebé

Existen mujeres que durante el embarazo continúan fumando, porque no quieren o no pueden dejar el cigarrillo. En tanto que hay algunas madres que optan por realizar una terapia de reemplazo de nicotina para controlar de alguna manera la adicción.  Lo real, es que ambas opciones pueden acarrear una gran cantidad de problemas de salud para el feto, a los cuales ahora se agrega la predisposición a dar a luz bebés que sufran de cólicos.
La exposición del bebé a la nicotina  en el vientre materno, tanto por la adicción al tabaco de la madre o por el consumo de los distintos productos de reemplazo, presenta una relación directa con el riesgo que corren los bebés de sufrir cólicos.  A esta conclusión llegó la investigación titulada “Terapia de reemplazo de nicotina durante el embarazo y el cólico infantil”, cuyos resultados fueron publicados por la Academia Estadunidense de Pediatría.
Según Ioanna Milidou, del Hospital Regional Herning, Dinamarca, que estuvo a cargo de la investigación, la nicotina que recibe el feto afecta de igual manera las funciones gastrointestinales del bebé así como el desarrollo de su sistema nervioso.
De modo que el uso de parches, chicles o inhaladores con nicotina, causan los mismos efectos sobre el pequeño que la exposición al tabaco.
En los últimos años, los efectos contraproducentes del tabaquismo en el embarazo ha ido en claro ascenso y, por ese motivo, buena parte de las mujeres se han inclinado por las terapias de reemplazo, las que hasta ahora no implicaban complicaciones para el bebé, pero que a partir de esta investigación se sabe que se basan en productos que representan un riesgo latente para el feto.
Durante el estudio, se observó que los bebés que eran expuestos a las terapias de reemplazo durante la gestación nacían tenían un riesgo mayor de padecer cólico infantil al igual que los bebés que eran expuestos al humo del cigarrillo.

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Riesgos del embarazo prolongado

Entre 37 a 42 semanas es lo que dura un embarazo normal. Cuando se sobrepasan las 42 semanas, contando a partir de la fecha de la última menstruación, es considerado un embarazo prolongado y, por ende, de alto riesgo. Dicha situación, ocurre con mayor frecuencia en mujeres menores de 35 años, generalmente madres primerizas.
Normalmente, se aguarda hasta la semana 41 y, en caso de no desencadenarse el parto,  se evalúa a través de ultrasonidos realizar una inducción o una cesárea para evitar futuras complicaciones. Para ello,  se lleva a cabo un seguimiento al estado de salud del bebé, evaluando los movimientos fetales, la frecuencia cardíaca y el funcionamiento de los órganos, entre otras cosas; la cantidad de líquido amniótico, ya que si disminuye  puede provocar trastornos en el feto; el buen funcionamiento del cordón umbilical para asegurar la buena nutrición del bebé, caso contrario habrá sufrimiento fetal; el estado de la placenta, pues si está madura no garantiza la nutrición del bebé, corroborar si el bebé elimina materia fecal (meconio), a través de la observación del líquido amniótico; y la madurez de los pulmones, para verificar si el bebé se encuentra preparado para respirar por sus propios medios.
Mientras no existan problemas en la gestación, se suele aguardar hasta la semana 42 para hacer una inducción del parto o una cesárea. Pasado ese lapso, se corre el riesgo de que el bebé aspire el meconio a sus pulmones.

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Lo que debes llevar en el bolso para pasear con tu bebé

Salir a dar un paseo con tu bebé es algo maravilloso, pero siempre debes asegurarte antes de que llevas todo lo necesario en su bolso.
Primero que nada debes estipular cuánto tiempo irás a pasar fuera de casa, si irás a estar en un lugar público o privado, e incluso si tu bebé posee ciertas necesidades particulares, como es el caso de alguna medicación.
En función a todo ello, podrás ir organizando cada cosa en el bolso, el cual es conveniente que sea grande y espacioso.
Lo principal que debes llevar en el bolso son pañales,  talco, una muda de ropa completa, por si se ensucia; crema para escaldaduras, un cambiador y toallitas húmedas.
Otra cosa que no debes olvidar son el biberón, pudiendo calcular los tiempos en que le toca alimentarse para llevar la leche lista, un babero y un trapito para limpiarlo.
También, es aconsejable llevar un juguete, para mantenerlo  entretenido, una manta, para abrigarlo si se duerme, y, en caso que use, un chupete.
Claro que tampoco hay que olvidar de todo aquello necesario para velar por la salud de nuestro bebé. Por lo que tendremos que llevar siempre una medicina para la fiebre, pues es sabido que los bebés son proclives a sufrirla, un ungüento o crema para golpes o raspaduras, ya que pueden sufrir heridas cuando gatean o caminan, así como bloqueador solar y repelente, si vas a estar al aire libre.
Con una buena organización, los paseos con tu hijo serán estupendos. Incluso, a medida que vayan creciendo, el bolso se irá achicando pues tendrán menos necesidades.

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Bebés con síndrome congénito de la rubéola

Los tres primeros meses de gestación son de vital importancia ya que  es en esta etapa cuando se desarrollan los órganos y sistemas principales del bebé. Por eso, en caso que la madre durante ese periodo contraiga rubéola, una enfermedad viral, existe el riesgo de contagiar al bebé, pudiendo llegar a ocasionar un aborto espontáneo o el síndrome congénito de la rubéola, provocándole defectos congénitos al feto.
Los bebés con síndrome congénito de la rubéola, por lo general presentan defectos congénitos, como bajo peso al nacer, neumonía, diarrea, meningitis, anemia, irritabilidad y letargo; que irán superando tras el nacimiento.  También, pueden padecer leucocoria, tono muscular anormal, manchas en la cara y/o cuerpo y tendencia sangrar por anomalías de la sangre, pudiendo comprometer también el hígado y bazo.
Los bebés que han nacido con defectos congénitos pueden llegar a desarrollarse con normalidad, superando con cirugías y terapias los problemas, de forma parcial o total. En realidad, todo irá a depender del tipo de defecto que presente y la intensidad del mismo, excepto los problemas que atacan el sistema nervioso, los cuales son irreversibles.
El síndrome congénito de la rubéola, puede ocasionar problemas visuales, auditivos, cardíacos y daños en el  sistema nervioso central.
Pero hay bebés que nacen con el síndrome y no presentan ningún tipo de síntoma, aunque es necesario hacerle un seguimiento en su desarrollo pues existe la posibilidad de  que puedan presentar problemas a futuro, como ser problemas de visión, audición, aprendizaje y comportamiento, que se vuelven visibles a una edad más avanzada.
La mayoría de las mujeres son inmunes a la rubéola, por haber sido vacunadas durante la infancia o haber padecido dicha enfermedad. Pero en caso que se tenga alguna duda, se puede realizar una prueba de sangre para ver si posee anticuerpos contra la enfermedad, en especial antes de buscar un embarazo.
En cuanto a la vacuna, vale decir que la misma se debe administrar 3 meses antes de la concepción, no pudiendo administrarse, bajo ningún punto de vista, durante el embarazo excepto que la madre haya estado en contacto directo con un enfermo y el médico se lo indique. Aquellas  mujeres que dan de lactar pueden ser vacunadas, pues no perjudicará la leche ni a su hijo.
Un dato que vale la pena destacar, si la madre sufre rubéola en el primer trimestre del embarazo, existe un 25 por ciento de probabilidades de que el bebé posea defectos congénitos. Después de las 20 semanas de embarazo, los riesgos se reducen considerablemente.

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El peso en el embarazo

Por lo general, se suele asociar el embarazo con el aumento de peso, aunque eso no siempre ocurre, pues existen mujeres que cursan los últimos meses de gestación  y que solamente poseen barriga, pero no están gordas.
Vale aclarar, entonces, que embarazo no es sinónimo de obesidad, por lo que no subir de peso durante las primeras semanas de gestación es normal, incluso hay algunas mujeres que bajan de peso en esta etapa a causa de los mareos y náuseas típicas del embarazo.
Normalmente, las mujeres concurren a su primera consulta con el médico en el segundo mes de embarazo aproximadamente. Todas conocen bien cuál era su peso promedio antes de quedar embarazadas, pero en el lapso de tiempo transcurrido entre la concepción y la primera consulta se suceden cambios hormonales que producen las náuseas y los vómitos provocando que bajen de peso, en lugar de subir.
La salud del bebé no corre riesgo en esta primera etapa, pues sus necesidades alimenticias son reducidas si las comparamos con las que precisará luego. Tras esta primera etapa, sí es muy importante que la mujer aumente de peso, ya que el feto va a necesitar mucho más alimento para poder desarrollarse correctamente, y esta necesidad del feto irá en aumento a medida que el embarazo vaya avanzando.
En caso de tener problemas con las náuseas,  no hay de qué preocuparse puesto que éstas irán desapareciendo después del primer trimestre, aunque hay algunas mujeres que continúan con este síntoma todo el embarazo, por lo que deberán controlar su alimentación y peso con su médico.
Es posible incrementar el peso comiendo alimentos que sean nutritivos y a la vez brinden un buen aporte de calorías, como frutos secos, palta, nueces, carnes magras, entre otras.
En tanto que aquellas que se sientan llenas durante el día, lo mejor es disminuir la ración pero aumentar la cantidad de comidas diarias.
Es necesario evitar alimentos que provoquen sensación de llenura, como es el caso de los preparados con grasas, como las frituras.
Los alimentos que ingiere una embarazada tienen que contar con el máximo valor nutritivo y no así con un máximo valor calórico, ya que la idea es alimentarse y no engordarse de forma desmesurada.
Cabe recordar, que un aumento sano de peso durante la gestación ronda entre los 11 a 16 kilos, ni más ni menos.

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Primeras enfermedades del bebé

Desde el cuarto mes de vida, el bebé puede comenzar a sufrir algunas enfermedades, puesto que los anticuerpos que la mamá le ha traspasado por medio de la placenta se fueron agotando. Aunque los bebés alimentados con leche materna se encuentran protegidos por más tiempo.
No debes dudar en consultar al pediatra en caso que tu bebé pierda peso, ya que ésta es una de las señales más comunes de enfermedad en el bebé.
A partir del cuarto mes, el bebé empieza a entrar en contacto con los objetos: agarrándolos, chupándolos y arrojándolos al piso. De modo que está más expuesto a gérmenes y bacterias y puede empezar a enfermarse.
Si incluso hay más niños en el hogar, lo más seguro es que el bebé contraiga las mismas enfermedades que sus hermanos. En la mayor parte de los casos, el sistema inmunológico del bebé se encuentra preparado para dar respuesta a una gran cantidad de agentes infecciosos, de manera que muchos trastornos desaparecen sin necesidad de ser tratados. Lo bueno es que, de a poco, el pequeño irá construyendo su propio sistema de defensas.
En caso que el bebé concurra a una guardería desde edades tempranas, lo más conveniente es asegurarse de que la cantidad de cuidadores sea la adecuada para que cada bebé reciba la atención necesaria y para que no haya un gran hacinamiento de niños, lo que favorece en muchos casos la proliferación de enfermedades.
De todas formas, no siempre resulta sencillo saber cuándo el bebé está enfermo o qué le duele cuando llora de manera persistente, pero existen determinadas señales que nos pueden indicar que algo está sucediendo, como languidez, palidez, presencia de ojeras, irritabilidad, llanto incesante y falta de apetito. En ese caso, los padres deben consultar con el pediatra.
Ciertas enfermedades, como por ejemplo las pulmonares o las renales, son complicadas de detectar, ya que el único síntoma que se puede observar es la pérdida de peso. El bebé, además puede bajar de peso a causa de trastornos digestivos o alergias alimentarias.

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Efectos del cigarrillo en la salud de los hijos de madres fumadoras

De acuerdo a lo revelado por un nuevo estudio, se ha logrado determinar el mecanismo a través del cual los hijos de madres fumadoras suelen ser más propensos a padecer asma y otras afecciones.
Según se ha dado a conocer, las sustancias tóxicas del cigarrillo podrían llegar a modificar de manera potencial el ADN celular del feto. Este proceso, al que se lo denomina metilación del ADN, podría alterar la función normal de un gen.
Los genes alterados, que los hijos pueden heredar de sus progenitores, podrían dar una explicación al hecho de por qué algunos niños son más proclives que otros a padecer determinadas enfermedades, como es el caso del asma infantil.
Los investigadores observaron que la metilación del ADN del gen AXL, un gen que desarrolla una función esencial en la mayoría de los cánceres que afectan a los seres humanos y en la respuesta inmunitaria, sucedió con casi tres veces más frecuencia en los niños cuyas madres fumaron durante el embarazo.
Al mismo tiempo, los expertos verificaron una relación más fuerte en las niñas que en los niños, y no lograron hallar un lazo revelador entre el hábito de fumar de la abuela y la metilación del ADN del gen AXL, tanto en la madre como en el hijo.
Resulta indudable que éste es un motivo más para dejar de fumar antes del embarazo, debido a que los alcances de este hábito son nocivos para la salud no sólo de la madre sino, fundamentalmente, del niño que se encuentra por nacer. En especial, teniendo en cuenta que el 16 por ciento de las embarazadas continúa fumando hasta el momento del parto. ¡Colabora con la salud de tu bebé!

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