La falta de vitamina D implicaría mayor riesgo de padecer esquizofrenia

Diversos estudios coincidieron en que la falta de vitamina D está vinculada a un mayor riesgo de padecer esquizofrenia, una de las enfermedades mentales más frecuentes.
Concretamente, se logró determinar que las personas nacidas en la posguerra, es decir, hasta el año 1959, o durante el invierno, así como también aquellos que nacieron en regiones nórdicas, suelen desarrollar más esta enfermedad.
Lo que sucede es que la vitamina D ingresa al organismo a través de los alimentos, pero se sintetiza mediante la exposición a los rayos UV. Incluso, hay estudios que demostraron que existe un riesgo mayor de desarrollar esquizofrenia a causa de una privación nutricional prenatal, cuando la madre posee bajo peso o cuando sufre un déficit de hierro o de vitamina D. De modo que la buena alimentación y el aporte de vitaminas tiene que empezar con la gestación.
Respecto a los nacidos en la época de posguerra, se vincula este periodo con menos cuidados prenatales y con carencias alimentarias.
Si bien se desconoce el mecanismo por el cual la falta de vitaminas influiría en la salud mental, se cree que el cerebro resultaría dañado desde el desarrollo, a pesar que la manifestación se produciría años después, con un cerebro maduro.
Por eso se le recomienda a las mamás comer sano, exponerse con regularidad al sol,  aunque solo unos pocos minutos y en ciertos horarios, y efectuarse todos los controles prenatales.

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Los especialistas recomiendan incorporar el salmón en la dieta de las embarazadas

Desde hace tiempo que se viene debatiendo y estudiando acerca de los efectos del pescado en el embarazo. Recientemente, un nuevo estudio precisó los beneficios que suponen comer salmón, una especie de pescado azul rica en Omega-3, durante la gestación.
La investigación, que se enmarca dentro de un proyecto financiado por el VI Programa Marco de la Unión Europea, “The Salmon in Pregnancy Study” (SiPS), ha comprobado que la ingesta de salmón incrementa, en las mujeres y sus hijos recién nacidos, el nivel de ácidos grasos omega 3, mejorando así las defensas antioxidantes de ambos a causa de los niveles de selenio y retinol que contiene el pescado.
Para realizar este trabajo, los investigadores eligieron una muestra aleatoria de mujeres embarazadas que consumían poco pescado, las cuales fueron divididas en dos grupos: el grupo Control, que prosiguió con su dieta habitual, y el grupo Salmón, que incorporó a su alimentación dos porciones de salmón “hecho a medida” a partir de la semana 20 del embarazo hasta el parto.
Además de ser rico en ácidos grasos omega 3 de origen vegetal, el salmón contiene vitaminas antioxidantes, como es el caso de las vitaminas A y E, selenio y escasos niveles de contaminantes.
De este modo, los científicos pudieron comprobar que las mujeres embarazadas que normalmente ingieren poco pescado, al consumir dos porciones de salmón por semana incrementan el contenido de ácidos grasos omega 3.
Los ácidos omega-3 son muy útiles para controlar la presión arterial, reducir la tasa de colesterol y mejorar las funciones cardíacas. Asimismo, favorecen un mejor desarrollo cognitivo del bebé y previenen la depresión de la madre.

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La forma de alimentar a un bebé afectaría su coeficiente intelectual a largo plazo

Según un nuevo estudio, publicado en The Europeal Journal of Public Health, la manera de alimentar a un bebé influye a futuro en el coeficiente intelectual que puede llegar a desarrollar. De este modo, los resultados de la investigación indicarían que los bebés que comen a horarios fijos luego son menos listos que aquellos que son alimentados cuando tienen hambre.
A través de dicho estudio, que fue realizado por investigadores del Instituto de Investigación Social y Económica en el Reino Unido, se pudo determinar que los niños que habían sido alimentados respetando un horario diario cuando eran bebés tenían un menor coeficiente intelectual, en comparación con aquellos que eran alimentados cuando manifestaban tener apetito.
Para arribar a esta conclusión, se tomaron en cuenta los resultados de diferentes pruebas de coeficiente intelectual así como de rendimiento escolar, las cuales fueron realizadas a un grupo compuesto por algo más de diez mil niños con edades que oscilaban entre los 5 y los 14 años.
Si bien, hasta ahora, éste el único estudio que analiza las posibles consecuencias a futuro del tipo de alimentación que reciben los niños, los especialistas que realizaron el estudio aconsejan tomar los resultados del mismo con cautela, pues cabe la posibilidad de que las diferencias se puedan deber, no al hecho en sí de haberse alimentado respetando una programación fija, sino al tipo de madre que se ajustó a ella.
Según parece, generalmente quienes eligen alimentar a los niños a horarios determinados son las madres más jóvenes, en su mayoría mujeres solteras, que debían trabajar y que no leían libros a sus hijos cuando eran pequeños.

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Una dieta con alta cantidad de cadmio incrementa el riesgo de sufrir cáncer de mama

Llevar una dieta con altos niveles de cadmio, que está presente en alimentos como cereales, patatas y ciertas hortalizas, resulta peligroso e incluso podría llegar a incrementar el riesgo de padecer cáncer de mama.
El cadmio es un metal blanco azulado, bastante similar al zinc, que posee un nivel de toxicidad cercano al mercurio. Las personas ingerimos dicho mineral de forma natural mediante los alimentos. Una alta proporción del cadmio es liberado en los ríos al descomponerse las rocas, cuando se producen incendios forestales o erupciones volcánicas. Las partículas de dicho metal, que se transportan por el aire o el agua, se fijan a los cultivos que luego consumimos.
Una investigación llevada a cabo por el Instituto Karolinska, en Suecia, afirma que hay una relación entre la contaminación ambiental y la incidencia creciente en el cáncer de mama. Por ello, es fundamental que tanto las mujeres como las niñas cuiden su alimentación evitando el consumo de alimentos que sean ricos en dicho mineral, para de ese modo prevenir problemas a futuro.
El estudio fue realizado con mujeres mayores de 12 años, las cuales fueron sometidas un cuestionario y se les efectuaron controles periódicos.  Así, fue posible concluir que el cáncer de mama ha aumentado un 21 por ciento en las mujeres y niñas que se encuentran más expuestas al cadmio.
Las mujeres que ingerían grandes porciones de granos enteros y verduras corrían menos riesgo de desarrollar cáncer de mama, en contraste con las que se hallaban expuestas a otros alimentos.

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Nuevo estudio sobre la obesidad infantil

Un grupo de científicos de Granada han arribado a la conclusión de que existiría una relación directa entre el estado nutricional del niño y la persona encargada de prepararle la comida en el hogar.
La investigación reveló que los niños que ingieren comida elaborada por sus madres son menos propensos a tener un aumento de peso fuera de los parámetros normales. Se trata de niños muy bien alimentados y generalmente gozan de una mejor salud, en tanto que  los niños que son alimentados con comida preparada por otro miembro de la familia presentan un estado nutricional significativamente peor.
De estos resultados se desprende que las madres son  las que mejor conocen las necesidades nutricionales de sus hijos así como de todos los miembros de la familia. De ahí que pongan especial énfasis en los métodos de preparación de los alimentos, evitando especialmente las frituras y los excesos en grasas, en contraste con otras personas que, al cocinar para la familia, permiten de algún modo una mayor cantidad de alimentos poco saludables.
Para la investigación, los científicos se basaron en la información de 718 niños y adolescentes, con edades comprendidas entre los 9 y los 17 años, los cuales pertenecían a 13 centros educativos públicos y privados de la localidad de Granada. Cada niño, ha sido analizado indicándose su peso, edad, sexo, talla, índice de masa corporal, aspectos del entorno familiar, frecuencias de consumo de alimentos, etc.
De este modo, los resultados fueron más que concretos, las madres alimentan mejor aunque los niños poseen una relación directa entre el sedentarismo y su índice de masa muscular. Cuanto mas tiempo transcurren mirando televisión, navegando por internet o usando los videojuegos, poseen más grasa en el cuerpo, por lo que resulta imprescindible combinar una buena alimentación con la práctica de actividad física de manera regular.

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La alimentación en niños de 1 año

Muchos padres, suelen preocuparse cuando comienzan a notar que sus hijos, al llegar al año de vida, ya no comen  en la misma proporción  que antes. Pero esto, en verdad, es completamente normal en todos los niños pues ya no  necesitan comer como lo hacían antes, debido a que el crecimiento es mucho más lento. De modo que ya no precisan  tanta energía extra, como sí ocurría durante sus primeros meses de vida, momento en que engordan y crecen de forma rápida, en proporción mucho mayor  en relación a cualquier otro momento de sus vidas.
Al llegar al año de vida, la energía que ganan a través de los alimentos la usarán en  funciones vitales, como moverse, pero ya no requerirán energía para el crecimiento corporal. De este modo, cuando los niños empiezan a comer menos no hay que preocuparse. Si se les obliga a comer de más  puede ser perjudicial.
Es muy importante, entonces, que se les brinde alimentos saludables, como por ejemplo frutas, verduras, cereales, pan y  lácteos, evitando darle productos de bollería y bebidas ricas en azúcar o gasificadas, de lo contrario se llenarán mucho antes y no recibirán los nutrientes que su cuerpo necesita.
Mientras el niño luzca atento, sano y con energía, no hay motivos para preocuparse. Pero en caso que se lo note cansado, somnoliento y con poco interés por lo que lo rodea, será necesario consultar con un especialista para desechar posibles complicaciones.

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La altura de los niños

El estirón de los niños es algo que resaltamos con orgullo en las reuniones sociales. Hay que tener en cuenta que la cuestión de la altura de los niños está transformándose en una preocupación, la cual puede derivar en complejos, no sólo en los niños sino también en los padres.
Hay muchos factores que influyen en el crecimiento de un niño: los genéticos, que están  determinados desde la concepción y que tienen que ver con la talla de los padres, el sexo y la raza; la alimentación, el ejercicio, los hábitos de vida y las enfermedades que padeció el niño, entre otros factores externos.
En la primera infancia, el crecimiento se da como un proceso homogéneo, a pesar de que  hay algunos períodos en los que se puede acelerar provocando un estirón repentino. Está comprobado que la fiebre también estimula la hormona del crecimiento, por lo que es muy común que después de una enfermedad se note que el niño ha pegado un estirón. De todos modos, es bueno saber que un niño bajito puede llegar a ser alto cuando alcance la vida adulta, pues existen niños que, debido a distintas razones ya sean ambientales u hormonales, crecen a un ritmo más lento y, en cierto momento, alcanzan el ritmo normal logrando así una altura correcta. Asimismo, hay niños que, por diferentes causas patológicas, padecen una maduración ósea acelerada, que luego se detiene sin alcanzar mucha estatura. Después, durante la pubertad, el niño experimenta un crecimiento muy marcado producto de la acción de las hormonas y al concluir dicha etapa los cartílagos de los huesos se cierran, finalizando el proceso de crecimiento.
Una alimentación rica en lácteos, frutos secos,  sal yodada y huevos, favorecerá la fabricación de la hormona del crecimiento que, sumada al ejercicio regular, puede elevar la talla de los niños.

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Proceso de sueño de los bebés

Durante sus primeros meses de vida, los bebés suelen pasar despiertos toda la noche y durante el día duermen plácidamente. Acostumbrar al bebé a dormir de noche no es algo que ocurrirá fácilmente, pues representa todo un proceso que puede extenderse entre uno a tres meses.
Lo que toda madre debe saber, especialmente las primerizas, es que los horarios de sueño del bebé, que se dividen durante el día en tiempos distintos, son mayores que el nuestro.
Se estima que un recién nacido duerme alrededor de entre 16 y 18 horas diarias, distribuyendo el sueño  en 6 o 7 intervalos de aproximadamente unas 2 o 3 horas.
Una de las cuestiones principales que hace que los bebés posean el sueño interrumpido es el hambre, pues los bebés precisan alimentarse a cada momento ya que sus estómagos son muy pequeños, y sus necesidades de vitaminas, proteínas y minerales son amplias porque se encuentran en constante crecimiento y desarrollo. Además, al alimentarse de forma exclusiva con leche materna,  como ésta se digiere rápidamente,  los recién nacidos precisan alimentarse cada un espacio de entre dos y cuatro horas.
Por otro lado, vale señalar que los bebés no diferencian el día y la noche, de modo que no saben que la noche es para dormir, sino que siguen los mismos patrones de sueño que tenían en el vientre materno.
También, influyen bastante las condiciones ambientales. De modo que si hace mucho calor o frío en el cuarto del pequeño, esto no le molestará al momento de dormir, propiciando que despierte con llanto. Es importante no abusar con el abrigo pero tampoco dejarlo muy desprotegido.
Las molestias por tener el pañal sucio, son otros de los factores que suelen interrumpir el sueño, puesto que hay que cambiarlo.
Los gases, a la vez, pueden ocasionar también problemas a la hora de dormir, porque propician la aparición de molestias e incluso cólicos.
El proceso de la dentición influye mucho también en el proceso de sueño de los pequeños, debido a que puede generar inflamaciones en las encías o escozor.
Incluso, demasiada luz o demasiada oscuridad en la habitación del bebé puede llegar a generar trastornos en el sueño del pequeño, por lo que resulta recomendable utilizar una lámpara pequeña de luz tenue por las noches.

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Lo que debes llevar en el bolso para pasear con tu bebé

Salir a dar un paseo con tu bebé es algo maravilloso, pero siempre debes asegurarte antes de que llevas todo lo necesario en su bolso.
Primero que nada debes estipular cuánto tiempo irás a pasar fuera de casa, si irás a estar en un lugar público o privado, e incluso si tu bebé posee ciertas necesidades particulares, como es el caso de alguna medicación.
En función a todo ello, podrás ir organizando cada cosa en el bolso, el cual es conveniente que sea grande y espacioso.
Lo principal que debes llevar en el bolso son pañales,  talco, una muda de ropa completa, por si se ensucia; crema para escaldaduras, un cambiador y toallitas húmedas.
Otra cosa que no debes olvidar son el biberón, pudiendo calcular los tiempos en que le toca alimentarse para llevar la leche lista, un babero y un trapito para limpiarlo.
También, es aconsejable llevar un juguete, para mantenerlo  entretenido, una manta, para abrigarlo si se duerme, y, en caso que use, un chupete.
Claro que tampoco hay que olvidar de todo aquello necesario para velar por la salud de nuestro bebé. Por lo que tendremos que llevar siempre una medicina para la fiebre, pues es sabido que los bebés son proclives a sufrirla, un ungüento o crema para golpes o raspaduras, ya que pueden sufrir heridas cuando gatean o caminan, así como bloqueador solar y repelente, si vas a estar al aire libre.
Con una buena organización, los paseos con tu hijo serán estupendos. Incluso, a medida que vayan creciendo, el bolso se irá achicando pues tendrán menos necesidades.

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¿Con cuchara o con la mano?

Aproximadamente a los 6 meses de edad es cuando los bebés empiezan a comer alimentos licuados, para luego comenzar a comer algunos pedacitos enteros.
Cerca de los 7 meses, el bebé va adquiriendo mas habilidades con sus manos, permitiéndole llevarse la comida a la boca, lo cual estimula su coordinación mano-ojo. Si bien no lo hará con demasiada destreza al principio, con el tiempo irá  mejorando y podrá tomar la comida con sus dedos y llevársela con facilidad a la boca.
Hay mamás que les permiten a sus hijos tomar los alimentos con las manos libremente, pero hay otras que se resisten a hacerlo. Aunque todo extremo siempre es malo, por lo que resulta más beneficioso darle de comer al bebé con la cuchara y, a la vez, permitirle que tome con las manos algunos alimentos. Para dar un ejemplo: se le puede dar papilla con la cuchara y poner en el plato trozos de vegetales para que el bebé pueda tomarlos con la mano, pues los vegetales sin dudas llamarán la atención del bebé tanto por su forma como por su color, de modo que sería muy raro que tomará el puré con las manos. No obstante, si solamente se le ofrece puré, entonces el pequeño no tendrá otra opción.
Asimismo, se les puede dar las meriendas de modo que la pueda tomar con las manos, como trozos de pan, galletas, cereales, fruta, entre otras cosas. Siempre se deben evitar los alimentos duros, como es el caso de uvas, caramelos, y demás, ya que el bebé no tiende a masticar sino más bien a tragar, por lo que este tipo de alimentos lo pueden asfixiar. En todos los casos,  por seguridad, jamás debes dejarlo al bebé solo comiendo.

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