Las caries en los más pequeños

Si bien no es lo usual, puede ocurrir que los primeros dientes de leche se empiecen a picar desde bebés, lo cual constituye una verdadera preocupación para los padres. Siempre a los niños se les pican muchos más los dientes si los comparamos con los adultos.
A los bebés que tan sólo se alimentan con leche, se les pica los dientes cuando poseen el hábito de dormir con el biberón, pues esto hace que queden restos de leche en la boca que producirán bacterias que, a su vez, propiciarán la aparición de picaduras. En aquellos pequeños que toman jugos, la situación es peor porque las frutas contienen azúcares que se descomponen de forma rápida en  la boca, por eso es común poder sentir mal aliento en los bebés.
A medida que van creciendo, van incorporando sólidos a la alimentación, que suelen quedar con facilidad entre y sobre los dientes; y golosinas, que facilitan la aparición de  caries por la proporción de azúcares y harinas que contienen.
De todos modos, la principal causa de las picaduras o caries no es otra más que la mala limpieza de los dientes. Desde bebés, hay que limpiarles las encías con una gasa húmeda,  y luego sus primeros dientes con un cepillo dental después de cada comida.
Hay que tener en cuenta que las primeras muelas de los bebés poseen hendiduras profundas y fisuras en la superficie de masticación que, al ser demasiado  delgadas, los cepillos dentales no llegan a limpiarlas correctamente, por lo que es ahí donde se produce la acumulación de bacterias.
Teniendo en cuenta todo esto, es importante que los padres les cepillen los dientes a sus hijos durante los primeros 3 años de vida, y luego le creen el hábito de lavarse los dientes, monitoreando el cepillado al menos hasta los 6 años para asegurar una buena higiene y prevenir la aparición de las tan indeseadas caries.

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La toxoplasmosis en el embarazo III

Los gatos son los únicos animales que transmiten el parásito de la toxoplasmosis a partir de sus heces. De ahí que haya que tener cuidado al limpiar su arenal, alimentarlo con comida especial para gatos y mantenerlo lejos de la cocina, entre otras cosas, para evitar el contagio sin tener que deshacerse de él.
Sin embargo, tanto la carne de cerdo como de cordero y las presas de caza también albergan este parásito, aunque cualquier tipo de carne puede encontrarse infectada, por ende siempre debe cocinarse y manipularse de forma adecuada, pues si comes carne cruda o poco cocida puedes infectarte.
Algunas de las pautas para preparar la carne de manera segura son: congelar la carne en los días previos a cocinarla para reducir las posibilidades de una infección, cocinar bien la carne ya que es el único modo de eliminar la toxoplasmosis;  evitar el consumo de carne curada en sal o ahumada, excepto que antes los calientes hasta que humeen.
También, para evitar la infección no debes beber leche que no esté pasteurizada, evita comer huevos crudos, lava o pela las frutas y los vegetales,  y mantén bien conservada la comida.
Por otro lado, hay que mantener constantemente limpios los mostradores y utensilios de la cocina, no tocarse la boca, la nariz ni los ojos cuando se esté preparando la comida, lavarse las manos antes de comer, usar guantes al trabajar en el jardín y evitar los areneros públicos.

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La toxoplasmosis en el embarazo II

Dentro de los estudios de rutina solicitados por el médico durante el embarazo está el de la toxoplasmosis. Los análisis de sangre pueden detectar la presencia de anticuerpos de la toxoplasmosis, los cuales indican inmunidad o bien una infección reciente.
Algunos de los síntomas de la enfermedad son: inflamación de los ganglios linfáticos del cuello sin dolor y otros síntomas más leves, como dolores musculares, fatiga, dolor de cabeza y fiebre.
Durante la gestación, puede sospecharse la presencia de toxoplasmosis cuando en una ecografía se observan algunas anomalías en el feto. De todos modos, la mayor parte de los bebés infectados no presentan ninguna anormalidad.
En caso que los resultados indiquen que la madre ha contraído toxoplasmosis en el embarazo, su médico le suministrará un antibiótico para reducir el riesgo de transmitirle la enfermedad al bebé. Y para determinar si el bebé ha sido contagiado, se le realizará un análisis de ADN especial del líquido amniótico así como una serie de ecografías.
Si el bebé contrae toxoplasmosis, las consecuencias pueden ser de leves a graves. Incluso, la infección puede ocasionar un aborto espontáneo, la muerte del bebé al nacer o fallecimiento tiempo después del nacimiento.
Asimismo, la toxoplasmosis congénita puede llegar a afectar el cerebro del pequeño, provocando problemas estructurales y neurológicos, como retrasos mentales o trastornos de motricidad, parálisis cerebral y epilepsia. También, otros órganos pueden resultar afectados, en especial los ojos, produciendo alteraciones en la visión y hasta ceguera.
Al nacer, algunos bebés presentan síntomas de toxoplasmosis como hepatomegalia, aumento del tamaño del hígado, ictericia, bajo recuento de plaquetas, infección cardiaca o pulmonar, esplenomegalia, aumento del tamaño del bazo; sarpullido y adenopatía, aumento del tamaño de los ganglios linfáticos.
No obstante, la mayoría de los bebés que tienen toxoplasmosis congénita, sobre todo aquellos infectados en el último trimestre del embarazo, al nacer parecen normales pero luego de unos meses o incluso años, pueden desarrollar problemas de gravedad.
Por este motivo, el tratamiento es efectivo para los bebés pues disminuye el avance de la enfermedad. Y si bien el tratamiento al que es sometido el bebé luego del nacimiento no puede revertir todo el daño ocasionado, sí logrará reducir el riesgo de desarrollar nuevos problemas durante la infancia y a lo largo de su desarrollo.

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La toxoplasmosis en el embarazo I

La toxoplasmosis es una infección provocada por un parásito microscópico llamado toxoplasma gondii. A pesar que por lo general se trata de una enfermedad leve, ésta resulta peligrosa durante el embarazo pues el parásito puede llegar a infectar la placenta e incluso al bebé.
La infección puede ser leve o grave, y poseer serios efectos, como el nacimiento de un bebé sin vida o problemas a futuro. De todas maneras, se pueden hacer diversas  cosas para prevenir la infección.
Un dato llamativo, sólo aproximadamente un 15 por ciento de las mujeres en edad fértil no pueden contagiarse toxoplasmosis, pues son inmunes. Pero es cierto que son bastante pocas las mujeres que contraen la enfermedad durante la gestación y no en todos los casos la infección es transmitida a sus bebés.
Aquellas que se infecten con toxoplasmosis en el primer trimestre del embarazo, el riesgo de que el bebé también se infecte es de alrededor del 15 por ciento. Dicho riesgo va aumentando conforme va pasando el tiempo, siendo de un 30 por ciento si se contrae la infección en el segundo trimestre y del 60 por ciento durante el tercero. A pesar de que el nivel de contagio de la enfermedad se incrementa en las últimas etapas del embarazo, la toxoplasmosis congénita reviste mayor gravedad cuando el bebé se infecta durante los primeros tres meses de gestación.
Al mismo tiempo, si la madre contrae la enfermedad pocos meses antes de quedar embarazada también existe la posibilidad de infectar al bebé. Por ello, si sabes que has contraído la infección de manera reciente, lo mejor es aguardar 6 meses antes de intentar buscar un embarazo.
Vale aclarar que la toxoplasmosis no se transmite de persona a persona, excepto en el caso de la transmisión de madre a hijo durante la gestación o mediante una transfusión de sangre infectada o de un transplante de un órgano de alguien infectado.

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Cómo aliviar los cólicos en los bebés

Los cólicos, sobre todo en los bebés de menos de seis meses, conforman una dolencia bastante frecuente. Por lo general, son provocados por la intolerancia a la leche materna, sobre todo cuando la madre sigue una dieta rica en alimentos a los que son sensibles, como es el caso de  bebidas gaseosas, comidas picantes, etc; o porque no  toleran la leche de fórmula;  cuando se traga aire por el chupón del biberón, al comer pues está tragando aire; y al no eructar lo suficiente. También, el estado de ánimo de la madre puede influir en el bebé, provocándole cólicos.
Cuando un bebé llora de manera incesante y prolongada, sin ningún motivo aparente como hambre o el pañal sucio, y atrae sus rodillas hacia el vientre, éste es considerado como llanto por cólico.
De modo que cuando observes que tu bebé tiene cólicos nunca pierdas la calma,  todo tiene solución. Si te desesperas, le puedes llegar a transmitir tu ansiedad al bebé, agravándole sus molestias.
Siempre es fundamental hacerle eructar luego de tomar la leche, con su cabeza colocada por encima de uno de tus hombres, sobándole la espalda.
El agua de anís es muy efectiva para calmar los cólicos. Así que puedes preparara un té con esta hierba y, luego de dejarla entibiar, dársela con una cuchara.
Los masajes pueden ayudarlo mucho al pequeño para calmarle los dolores estomacales, al igual que la música clásica, pues está comprobado  que es un excelente calmante para los bebés.
Para prevenir los cólicos es importante que cuides tu dieta, evitando ingerir aquello que creas puede estar afectando tu leche, cambies de fórmula, previa consulta con el pediatra,  y cambies de tetina en caso que el biberón posea el orificio muy grande.

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Bebés con síndrome congénito de la rubéola

Los tres primeros meses de gestación son de vital importancia ya que  es en esta etapa cuando se desarrollan los órganos y sistemas principales del bebé. Por eso, en caso que la madre durante ese periodo contraiga rubéola, una enfermedad viral, existe el riesgo de contagiar al bebé, pudiendo llegar a ocasionar un aborto espontáneo o el síndrome congénito de la rubéola, provocándole defectos congénitos al feto.
Los bebés con síndrome congénito de la rubéola, por lo general presentan defectos congénitos, como bajo peso al nacer, neumonía, diarrea, meningitis, anemia, irritabilidad y letargo; que irán superando tras el nacimiento.  También, pueden padecer leucocoria, tono muscular anormal, manchas en la cara y/o cuerpo y tendencia sangrar por anomalías de la sangre, pudiendo comprometer también el hígado y bazo.
Los bebés que han nacido con defectos congénitos pueden llegar a desarrollarse con normalidad, superando con cirugías y terapias los problemas, de forma parcial o total. En realidad, todo irá a depender del tipo de defecto que presente y la intensidad del mismo, excepto los problemas que atacan el sistema nervioso, los cuales son irreversibles.
El síndrome congénito de la rubéola, puede ocasionar problemas visuales, auditivos, cardíacos y daños en el  sistema nervioso central.
Pero hay bebés que nacen con el síndrome y no presentan ningún tipo de síntoma, aunque es necesario hacerle un seguimiento en su desarrollo pues existe la posibilidad de  que puedan presentar problemas a futuro, como ser problemas de visión, audición, aprendizaje y comportamiento, que se vuelven visibles a una edad más avanzada.
La mayoría de las mujeres son inmunes a la rubéola, por haber sido vacunadas durante la infancia o haber padecido dicha enfermedad. Pero en caso que se tenga alguna duda, se puede realizar una prueba de sangre para ver si posee anticuerpos contra la enfermedad, en especial antes de buscar un embarazo.
En cuanto a la vacuna, vale decir que la misma se debe administrar 3 meses antes de la concepción, no pudiendo administrarse, bajo ningún punto de vista, durante el embarazo excepto que la madre haya estado en contacto directo con un enfermo y el médico se lo indique. Aquellas  mujeres que dan de lactar pueden ser vacunadas, pues no perjudicará la leche ni a su hijo.
Un dato que vale la pena destacar, si la madre sufre rubéola en el primer trimestre del embarazo, existe un 25 por ciento de probabilidades de que el bebé posea defectos congénitos. Después de las 20 semanas de embarazo, los riesgos se reducen considerablemente.

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La leche de vaca no es buena para niños menores de un año

No caben dudas de que la alimentación es una de las principales preocupaciones de los padres en relación a sus hijos, en especial cuando más pequeños son.
Es sabido que los niños que tengan menos de 6 meses solamente pueden alimentarse  con leche materna o, en caso que esto no sea posible, con fórmulas maternizadas, es decir, a base de leche de vaca, pero modificada para bebés. Bajo ningún concepto se les puede suministras leche de vaca sin modificar, como es el caso de la leche entera, líquida o en polvo, cualquiera sea su marca comercial, ya se trate de sin lactosa, Light o calcio con hierro. No obstante, son muy pocos quienes se preguntan porqué no es conveniente darles leche de vaca. La mayoría cree que es por la lactosa, la grasa o por lo “pesado” de la leche de vaca; pero el problema fundamental reside en las proteínas.
Mientras en 100 gramos de leche materna hay cerca de 1.5 gramos de proteína,  en igual cantidad de leche de vaca existen alrededor de 4 y 7 gramos de proteínas. Esto, puede llevarnos a pensar que la leche de vaca es más nutritiva, pero la realidad es otra. La leche materna, se encuentra formulada de manera especial para el organismo de un bebé, conteniendo la cantidad de proteína que el bebé puede metabolizar, esto es, la cantidad de proteína es capaz de convertir en lo que necesite sin ocasionar daños en sus órganos.
En el caso de la leche de vaca, darle una cantidad de proteínas mayor al bebé provocaría que se creen muchos desechos tóxicos en su organismo, aparte de  no poder digerirla del todo haciendo que ingresen substancias enteras extrañas a su torrente sanguíneo. Además, sus riñones no se encuentran del todo desarrollados hasta el año de edad, por lo que esa sobrecarga de proteínas es por demás perjudicial para su cuerpo en desarrollo.
En conclusión, el bebé recién nacido posee la mayoría de sus órganos aún en desarrollo, por ello en el caso de la leche vacuna sin maternizar, debido a su elevado contenido de proteínas, grasas, y demás, lo habitual es que le genere daños al bebé. Puede que algunas personas nos lleguen a decir que hay bebés que han tomado esta leche desde muy pequeños y no les hizo ningún daño, pero eso se debe a que seguramente esos bebés tuvieron un desarrollo de su organismo más rápido. Ahora bien,  ¿cómo saber a ciencia cierta si nuestro bebé tiene sus órganos completamente desarrollados? No hay forma de saberlo, por lo que es preferible darle leche materna o de fórmula y evitar cualquier tipo de riesgos que pongan en peligro su salud.

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Calidad de la alimentación en el embarazo

En el imaginario popular de las embarazadas, ronda la idea de que hay que comer el doble, pues un nuevo ser se aloja en su cuerpo. Pero en verdad, la cantidad no garantiza la calidad de lo que se come, de modo que es preciso observar muy bien qué es lo que se elige para alimentarse, más allá de las cantidades.
Más allá de que el cuerpo necesitará aproximadamente 300 calorías diarias adicionales, sobre todo en el último trimestre de la gestación, estas tienen que proceder de alimentos nutritivos y básicos para el desarrollo del bebé.
Lo que se consume se encuentra íntimamente ligado al desarrollo  pequeño, por lo que es muy importante respetar las indicaciones del médico.
En efecto, tanto el hierro como el calcio son básicos, y deberá consumirse en una dosis prescripta por el profesional médico para que el bebé pueda contar con qué abastecerse y no tomarlos de las reservas de la madre.
Para que el bebé pueda desarrollarse de forma adecuada, son necesarias  proteínas, vitaminas, minerales y carbohidratos.
En el caso de las proteínas, vitales para el crecimiento, las encontramos en alimentos como la carne, pescado, pollo y huevos.
Por su parte, los carbohidratos, que están presentes en pan, cereales, papas y arroz,  resultan esenciales para la energía.
Mientras que el hierro, que es básico para la producción de glóbulos rojos, se encuentra en alimentos tales como las lentejas, las carnes rojas y espinacas. En tanto que las vitaminas se hallan en todas las verduras y frutas.
Por último, es fundamental beber mucha agua y seguir a rajatabla las indicaciones del médico.

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Se comprobó que la progesterona ayuda a reducir el riesgo de parto prematuro

Un estudio realizado recientemente logró confirmar que el tratamiento con un gel especial, que tiene entre sus componentes a la hormona progesterona, que es aplicado en las embarazadas se puede reducir hasta en un 40% el riesgo de nacimientos prematuros en las mujeres que posean un cuello uterino corto.
Dicha práctica recibe el nombre de meta-análisis y, hasta el momento, ya se han desarrollado cinco ensayos clínicos con gran efectividad, de modo que se ha confirmado que el tratamiento, consistente en la aplicación de un gel en la vagina de la embarazada, es eficaz para la prevención de los nacimientos prematuros en las mujeres que presentan cérvix corto, el cual constituye uno de los principales  factores al momento de dar a luz a bebés  prematuros.
Al mismo tiempo, se ha dado a conocer que el tratamiento en gel, a su vez, puede disminuir la tasa de nacimientos de niños con problemas respiratorios,  menguando la necesidad de asistencia mecánica en los recién nacidos.
Los especialistas coinciden en que los controles rutinarios por ultrasonidos que puedan identificar casos de cérvix corto conjuntamente con el tratamiento de gel vaginal podrían ayudar a evitar hasta 45 mil nacimientos prematuros. Cabe aclarar que las mujeres con cuello uterino corto aparentemente no cuentan con suficiente progesterona, de manera que administrarla durante el embarazo sirve de ayuda para la prolongación de la gestación.
Hay que tener en cuenta  que éste es un tratamiento natural, pues la progesterona es una hormona que es producida por los ovarios y la placenta que viene utilizándose desde hace 15 años  a la fecha, con el fin de ayudar a las mujeres a traer al mundo bebés saludables.
Este hallazgo tiene el potencial de generar un cambio rotundo en la obstetricia, tanto en Estados Unidos como en Europa y el resto del mundo, puesto que la prematuridad es la mayor causa de muerte y daño en los recién nacidos y, hasta el momento y a pesar de los grandes esfuerzos, no se logró impactar en la tasa de partos prematuros existente, que en los últimos años ha aumentado considerablemente.

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Los hijos de padres fumadores corren riesgo de desarrollar leucemia a futuro

Un grupo de investigadores australianos llevó a cabo un nuevo estudio, el cual ha revelado que los niños cuyos padres eran fumadores en el momento de la concepción tienen un 15% más de probabilidades a desarrollar un tipo de leucemia, la forma más usual de cáncer en los pequeños.
La leucemia infantil se produce como consecuencia de diversos factores que se combinan en contra de la salud del pequeño para así desarrollar el cuadro linfoblástico agudo (LLA). Pero según el estudio los hijos de fumadores poseen un riesgo incluso mayor.
El grupo de investigación, que estuvo liderado por Elizabeth Milne, del Instituto para la Investigación de la Salud Infantil Telethon, en Australia, reveló que los resultados del estudio dan cuenta de que un mayor tabaquismo paterno en el momento de la concepción es un importante factor de riesgo de la leucemia infantil.
Para dicho estudio, fueron encuestadas las familias de alrededor de 300 niños con LLA para consultar los hábitos de ambos padres, los resultados arrojados fueron luego comparados con los de otros padres de unos 800 niños sanos de edad similar.
Se cree que el tabaquismo materno no tuvo ningún efecto en el riesgo de los niños de desarrollar leucemia, en tanto que el tabaquismo paterno ha sido identificado como un factor crucial de riesgo.
Según los datos dados a conocer, los hijos de padres que fumaban un promedio de 20 cigarrillos al día al momento de la concepción eran un 44% más propensos a sufrir luego de cáncer.

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